CIUDAD DE MÉXICO.
Entre sus múltiples funciones, el teatro debe reflejar, pero también embellecer y sublimar la época y la sociedad en las cuales se desenvuelve. Misión cumplida con la obra OTTO, escrita y actuada por Óscar Serrano Cotán, y dirigida por Alejandro Velis e Isabel Romero.
El impacto que causa ser testigo de feminicidios implícitos, ensayados y planeados (sin llegar al voyeurismo de la consumación ante nuestros ojos) está amplificado por el momento en que vivimos a escasos días del paro de mujeres el 9 de marzo para protestar contra la violencia en su contra.
Otto es el hijo trastornado y probablemente maltratado de una famosa cantante de ópera, un caso conocido de todos los mexicanos. Intenta huir de su destino de soledad y mediocridad como docente creándose su propio mundo, en el cual, según el autor, los monigotes y objetos le permiten llegar al límite de sus fantasías… o casi, pues el espectador presiente desde el arranque, con este joven tierno y hasta chistoso –pero extraño–, que todo puede acabar en otra cosa que un juego de muñecas.
La decoración del minúsculo departamento, atiborrado de juguetes, con una decoración que nos remite a los años cincuenta, cuando Otto era un niño abusado o descuidado, probablemente los dos, por su madre artista.
El experimento de teatro de objetos y marionetas, a los cuales el actor, solo en el escenario, da vida propia, hablando, interactuando, bailando, está perfectamente logrado. Nunca nos aburrimos pues Óscar Serrano se entrega totalmente. Nunca sentimos realmente malestar o pena ajena. Pero, sin morbo ni violencia, y seguido con humor, somos testigos de la vida social, afectiva, sexual y enfermiza de Otto. Una vida que lo conducirá inevitablemente a una tragedia que sólo podemos vislumbrar.
El íntimo Foro 4-espacio alternativo del Centro Cultural Helénico constituye el sitio adecuado para que el espectador se sienta invitado en el minúsculo departamento de Otto y pueda acompañarlo en su triste destino, que comparte con demasiados habitantes de este gran, pero también violento y sufrido país, omnipresente como metáfora en la obra.
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cva
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