Francisco Martín Moreno: “La viruela fue la verdadera conquistadora”

Con voz encendida y sin medias tintas, Francisco Martín Moreno repasa la historia de México desde una mirada crítica. En esta conversación íntima con Pedro Díaz G., defiende a Cuitláhuac, acusa a Cortés y desmonta mitos que aún pesan sobre nuestra identidad.

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El desembarco de Colón en América (1492), pintura de Dióscoro Puebla realizada en 1862, una de las representaciones clásicas del inicio de la conquista española. (Excélsior

El día transcurría con una noticia triste. "Un amigo perdió a su hijo", dijo Francisco Martín Moreno, aún con la emoción atorada entre la disculpa y la cortesía. Tardó más de lo previsto en llegar al Zoom, cruzó la ciudad con tráfico navideño y, ya frente a la cámara, me dijo con sinceridad: "Si quieres, hacemos la entrevista en inglés, porque yo no sé hablar de usted", cuando atreví un "no de preocupe, maestro".

Fue él mismo quien rompió el hielo. "Está bien, Francisco", expresé con soltura.

Así empezó esta charla que terminó convertida en un documento imprescindible.

Es 2025. México está en una encrucijada histórica, y él —con más de 20 libros, una memoria afilada y un estilo provocador— no esquiva ni una sola pregunta. Francisco Martín Moreno no opina: sentencia. Pero también escucha, matiza, argumenta. En el curso de casi una hora, conversamos sobre historia, política, educación, literatura, pandemia, series de televisión, complejos nacionales, y sobre Cuitláhuac, protagonista de su más reciente novela. Hablamos, sobre todo, de la necesidad urgente de descolonizar la narrativa oficial y reconciliarnos con nuestra historia.

Charla aleccionadora de alto nivel.

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Obra que narra los aspectos de la Conquista de México.

Entre cortes de señal, frases entrecortadas y un vaivén natural en el diálogo, la conversación fluyó con la intensidad de alguien que ha dedicado su vida a desmontar discursos heredados. Y no hay duda: su nuevo libro es, ante todo, una invitación a pensar distinto. A pensar por nosotros mismos.

Cuando el escritor comenzó a hablar, fue como abrir las compuertas de una memoria viva, apasionada y crítica. Como abrir las páginas de un libro y encontrar los párrafos más lúcidos.

Con más de 20 libros publicados —entre ellos México Negro, Arrebatos carnales, La Marcha Fúnebre y ahora Cuitláhuac—, Martín Moreno ha construido una obra que incomoda tanto como seduce. Para algunos, un provocador sin pelos en la lengua; para otros, un divulgador clave que ha logrado llevar la historia mexicana al gran público. En esta charla, desmenuza su visión del país, desmonta mitos y hace una defensa encendida de los personajes históricos que, dice, han sido borrados por la narrativa oficial. Todo enmarcado en un México que, a su juicio, ha perdido los avances democráticos que tanto costaron.

"Todo se ha destruido"

Pedro Díaz G.: Desde aquel 1986, con México Negro, hasta hoy, ¿cómo percibe el escritor todo este bagaje histórico que ya debe tener en su memoria?

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Fray Bartolomé de Las Casas.

Francisco Martín Moreno:

Mira, Pedro, he invertido buena parte de mi vida en la historia de México, y he visto todas las dificultades que hemos tenido para lograr algo tan fundamental como la democracia. Para construir un Estado de Derecho, un orden jurídico, una estructura sólida. Y ahora, a la luz de todo lo que hemos vivido, con los escasos conocimientos que tengo, te digo que lo que siento es una gran frustración. Todo aquello por lo que lucharon nuestros abuelos —la división de poderes, los organismos autónomos, el Estado de Derecho— se ha destruido.

Se ha destruido de manera fulminante.

Francisco no habla con medias tintas. Desde el principio lanza su tesis: la democracia en México ha sido desmontada, pieza por pieza. Lo dice sin temblor en la voz, con el peso de quien ha estudiado las guerras, las traiciones, las reformas, las farsas. Lo que para algunos es polarización política, para él es memoria histórica.

Francisco Martín Moreno:

Y todo esto después de siglos de dolor. ¿Qué te voy a decir? Desde la guerra de los pasteles, la invasión estadunidense, la guerra de Reforma, la intervención francesa, la dictadura de Porfirio Díaz, la Revolución, la rebelión cristera… Después de tanto, uno pensaría que como país ya nos habíamos ganado una democracia. Empezamos a escalar. Lentamente, sí. Pero íbamos hacia arriba. Y ahora todo eso se acabó.

Tenemos que volver a reconstruirlo, Pedro. Tenemos que honrar la memoria de nuestros abuelos. "Nos toca decidir de qué estamos hechos"

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Busto de bronce de Hernán Cortés en el interior del Hospital de Jesús, acompañado de una inscripción dorada en piedra que señala la fundación del hospital en 1524. El muro de cantera gris y negra resalta la solemnidad del espacio, que forma parte del complejo histórico novohispano en la Ciudad de México.

Pedro Díaz G.: ¿Qué escenario nos espera como país con la línea histórica que estamos proyectando?

Francisco Martín Moreno:

México está sometido a una purga política. Nos toca ahora saber de qué estamos hechos como ciudadanos. Si queremos democracia o no. Las elecciones intermedias de 2027 van a definir el futuro del país, pero antes quieren hacer una reforma electoral que garantice la permanencia de Morena en el poder.

Si esa ley prospera, el futuro económico, político, social y educativo de México estará gravemente comprometido.

No podemos permitirlo.

Francisco Marti Moreno habla como si dictara un manifiesto. Cada frase busca provocar algo: reflexión, indignación, reacción. No escribe para complacer. Escribe —y habla— para interrumpir el confort de los lugares comunes. "Los verdaderos conquistadores fueron los tlaxcaltecas... y la viruela"

Pedro Díaz G.: Hablemos del libro, Francisco. La historia que narras sobre Cuitláhuac, ¿cómo impacta en el presente?

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Mapa de Hernán Cortés en el que ya se refiere al Golfo de México

Francisco Martín Moreno:

Impacta mucho. Nos enseñaron que los españoles nos conquistaron, y eso es un trauma histórico.

A ver, llegaron 400 o 450 castellanos. ¿Cómo iban a conquistar a un imperio con miles de guerreros? No tenían forma. Ganaron por las alianzas con los tlaxcaltecas, los huejotzingas, los chalcas, los totonacas.

Los verdaderos conquistadores son ellos.

Y la gran triunfadora fue la viruela. Esa fue la que provocó el derrumbe de Tenochtitlán.

Eso, Pedro, hay que contarlo. Porque si no, seguimos alimentando un complejo nacional que nos ha hecho pensar que somos menos.

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Hernán Cortés y el relicario perdido

El discurso de Martín Moreno gira en torno a una idea poderosa: la inferioridad aprendida. Esa que empieza en la escuela, en los libros de texto, en frases repetidas por generaciones. Para él, revisar la historia no es revisionismo ideológico: es una necesidad terapéutica para sanar la autoestima del país.

 "La noche de la alegría"

Francisco Martín Moreno:

¿Cómo es posible que la noche en que los españoles fueron derrotados se llame La noche triste?

¡Era nuestra victoria! Fue la noche de la alegría.

Ahí, Cuitláhuac los derrota. Mueren tres cuartas partes del ejército castellano, y más de tres mil tlaxcaltecas. Muchos se ahogan con los lingotes de oro que intentaban llevarse. Pero seguimos llamándola noche triste.

¿Por qué? Porque la historia la escribieron los vencedores.

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Tumba de Hernán Cortés.

"Cuitláhuac fue el verdadero vencedor. ¿Dónde está su monumento?"

—De todos los personajes que has tocado en tu obra —pregunto—, ¿cuál es el que más te fascina?

Francisco Martín Moreno:

Cuitláhuac. Sin duda.

Fue él quien logró expulsar a los invasores. Moctezuma —contra todo lo que le decía su hermano— los dejó entrar. Les dio alojamiento, cuidados, privilegios. Cuitláhuac lo advertía: “Si los dejas entrar, nunca los vas a poder sacar”.

Y así fue.

Cuitláhuac es el autor de la victoria en la noche que debería llamarse de la alegría. Pero muere de viruela. Y hoy casi nadie lo recuerda. No hay monumentos a su altura.

Tenía que tener uno cien veces más grande que el de Cuauhtémoc.

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La entrevista se convierte por momentos en una defensa judicial. Francisco no habla solo como novelista: habla como abogado de los personajes históricos que considera olvidados o malinterpretados. Cuitláhuac se vuelve su causa. Lo nombra, lo recupera, lo reescribe. “¿Una serie de Netflix? Esta historia da para cinco temporadas”

Pedro Díaz G.: Has dicho que esta historia podría contarse en formato de serie. ¿Cómo lo imaginarías?

Francisco Martín Moreno:

¡Qué gran pregunta, Pedro! Esta historia da para una gran serie.

Desde la traición de Cortés a Diego Velázquez, cuando funda la Villa Rica de la Veracruz, hasta la escena clave: cuando Diego de Sandoval le advierte a Cortés que en su tropa hay dos negros cubanos con viruela.

Sandoval le dice: “Tenemos que matarlos. Si llegamos con ellos a Tenochtitlán, la peste va a arrasar con todo.”

Y Cortés le contesta: “No. Justamente por eso tenemos que llevarlos.”

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Cristóbal Colón

Ese momento —esa decisión— cambia la historia. Cortés sabía lo que estaba haciendo. Lo sabían todos. Motolinía lo sabía. Bartolomé de las Casas lo sabía.

Fue la primera guerra bacteriológica del Nuevo Mundo.

En la voz de Francisco, los hechos históricos se vuelven escenas. El ritmo cambia, se acelera, se vuelve cinematográfico. No es casualidad: lo que propone es que la historia vuelva a contarse con emoción, con humanidad, sin filtros pedagógicos ni imposiciones ideológicas. Que se vuelva serie, sí, pero también conciencia. “Nos ganaron con alianzas y con enfermedades, no con superioridad”

Francisco Martín Moreno:

Nos han hecho creer que 400 españoles derrotaron a los mexicas. ¡Por favor!

Cortés tenía un ejército de 100 mil, 150 mil aliados indígenas que odiaban al imperio mexica.

¿Por qué lo odiaban? Porque los mexicas abusaban: saqueaban, esclavizaban, sacrificaban.

Cortés, que era astuto, diplomático, perspicaz, entendió esto y tejió alianzas con ellos. Y luego llevó la viruela.

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La viruela fue la gran conquistadora.

Cuando regresa después de su derrota en la noche de la alegría, Tenochtitlán ya está devastada por la peste.

Y Cuitláhuac, que había logrado la hazaña, ya estaba muerto.

Francisco vuelve una y otra vez a los mismos puntos, pero no por repetición: por énfasis. Su estilo no es el del académico lineal, sino el del narrador que insiste porque le duele. Porque quiere que quien escucha —o lee— entienda la dimensión emocional y política del olvido. "Cortés jamás fue nombrado virrey. Ni siquiera fue recibido por el rey"

Pedro Díaz G.: Muchos lo colocan como el gran héroe del virreinato…

Francisco Martín Moreno:

¿Cortés? ¡El rey Carlos I nunca lo nombró virrey! Ni siquiera lo recibió.

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Cristóbal Colón.

Le dieron un título menor: Marqués del Valle de Oaxaca, que para Cortés fue un insulto.

¿Por qué? Porque el rey sabía todo. Sabía de las matanzas en Cholula, en el Templo Mayor. Sabía del asesinato de Cuauhtémoc. Sabía que su esposa, Catalina Suárez, había muerto estrangulada.

En 1526 manda a tres jueces a hacerle un juicio de residencia en la Nueva España… y amanecen muertos.

Veneno. Natillas envenenadas.

Al año siguiente, manda a otros dos jueces: también mueren.

Así fue.

¿Cómo iba a nombrar virrey a un hombre con ese historial?

“No podemos seguir criando generaciones acomplejadas”

Francisco Martín Moreno:

¿Sabes cuál es el verdadero problema, Pedro? Que seguimos educando niños con complejos históricos.

Los libros de texto gratuito que hoy tienen en sus manos son una desgracia.

Te hablan de teorías marxistas, mientras en otros países están enseñando inteligencia artificial y robótica.

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Conjunto escultórico de Cristobal Colón.

Nos dicen que la Malinche traicionó a su pueblo.

¿Sabes qué? Malinche no era ella. Era él. Era Cortés.

Ella era Malintzin, Marina. El nombre Malinche se lo daban a él.

Pero claro, como ella era la figura femenina, la terminaron culpando.

Y además, hablaba náhuatl y maya. Ella era el puente.

Sin ella, no habría habido conquista.

Francisco no está solo defendiendo personajes: está desmontando estructuras narrativas. Habla con la misma vehemencia con la que otros escriben proclamas, pero lo hace desde el terreno que domina: la historia como relato, como territorio en disputa. En su visión, las palabras importan tanto como los hechos. Llamarle “conquista” fue el primer error. Repetirlo durante 500 años, el verdadero problema. “Necesitamos una Academia Nacional de Historia, autónoma y seria”

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Francisco Martín Moreno:

Yo he propuesto muchas veces que se cree una Academia Nacional de Historia, independiente del gobierno.

Que esté formada por nuestros mejores historiadores, que sí los hay —de verdadero lujo—.

Que tenga autonomía jurídica, presupuesto propio, y que ningún sexenio pueda cambiar los libros según su ideología.

Porque ya basta del “libro de texto de Zedillo”, “el de Salinas”, “el de López Obrador”.

Queremos historia, no propaganda. “Un país sin educación es un país sin destino”

Pedro Díaz G.: ¿Qué pasó con la educación en estos 500 años?

Francisco Martín Moreno:

Se perdió.

En el Calpulli mexica, cada comunidad tenía escuelas. Usaban códices, claro, no alfabeto. Pero había enseñanza.

Cuando los españoles instauran la encomienda, la educación se reservó para los hijos de los conquistadores.

Y así llegamos a 1821 —300 años después— con el 98% de la población analfabeta.

Cuando Porfirio Díaz se va en 1911, 85% de los mexicanos no sabían leer ni escribir.

Y hoy tenemos 50 millones en la pobreza. ¿Por qué?

Porque nunca recuperamos la educación.

Se enciende. No hay otra palabra. Francisco habla como si lo escucharan todos los alumnos del país. Como si en esa frase se jugara el futuro. Lo dice con furia, sí, pero también con tristeza. Su novela sobre Cuitláhuac no es solo un libro: es un acto de resistencia. “Cortés fue un pillo. El rey nunca lo quiso recibir”

Francisco Martín Moreno:

No podemos evaluar a Cortés sin ver cómo lo veían desde España.

El rey Carlos I nunca lo recibió. Nunca lo nombró virrey. ¿Por qué?

Porque sabía lo que había hecho. Sabía de las matanzas. De los envenenamientos.

Cortés fue un pillo. Inteligente, audaz, sí. Pero un pillo.

Y si no entendemos eso, vamos a seguir creyendo que todo esto fue una “hazaña”.

No fue una hazaña. Fue una invasión. “Hay que reescribir. No para imponer una verdad, sino para dejar de mentir”

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Cristóbal Colón descubrió América

—¿Entonces cómo resumirías esta época que no quieres llamar conquista? —le pregunto casi cerrando.

Francisco Martín Moreno:

Yo iría hasta 1821. Hasta que termina el virreinato.

¿Y qué veo? Veo un país sometido, analfabeta, manipulado.

Veo una educación que se perdió.

Veo que si Cholula, en lugar de 250 templos, hubiera tenido 250 escuelas, otra sería nuestra historia.

Veo que los verdaderos enemigos de la democracia son el autoritarismo y la ignorancia.

Y eso —eso— es lo que no puede seguir repitiéndose

Terminamos la entrevista como la empezamos: entre interferencias, silencios, interrupciones. No solo las tecnológicas. También las que provoca la emoción.

Francisco Martín Moreno guarda un momento. Se queda callado. Luego, con la voz menos encendida, más íntima, dice:

“Yo ya no estaré para defender esto. Pero las nuevas generaciones no pueden permitir que sigan acomplejando a los pequeñitos.”

Le agradezco el tiempo, la conversación, la generosidad. Él me da su número personal y ofrece más entrevistas, sobre independencia, revolución, guerras mundiales, lo que sea. Quiere seguir hablando.

Y uno entiende por qué: porque hay historias que, si no se cuentan bien, se siguen contando mal. Y de eso no se trata. Lectura obligada lo es su nuevo libro. 

"Gracias, maestro". 

"Perdón". 

"Infinitamente agradecido, Francisco". 

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Portada de Los tiempos malditos, la nueva novela de Francisco Martín Moreno, una distopía política que reflexiona sobre poder, democracia y educación en MéxicoAlfaguara

Ficha técnica

  • Título: Los tiempos malditos
  • Autor: Francisco Martín Moreno
  • Editorial: Alfaguara
  • Grupo editorial: Penguin Random House
  • Fecha de publicación: 1 de octubre, 2025
  • ISBN: 10 6073863551
  • Páginas: 448
  • Formato: Tapa blanda con solapas
  • Dimensiones: 15 x 23 cm
  • Idioma: Español

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