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Tejer y pintar murales en la CEDA le cambió la vida a Armando

Dejó de trasladar toneladas de productos agrícolas para ayudar a embellecer a la CEDA tejiendo sandías, guanábanas y nopales, además de ayudar a los artistas muralistas

Redacción | 24-08-2018
Tejer y pintas murales en la CEDA le cambió la vida a Armando
Foto: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.

Desde hace seis semanas, Armando Cruz Velázquez remplazó el “diablito” para ayudar a pintar murales y tejer en el taller de Tejido Social impartido por la marca “Madeja Jaja” en conjunto con la agencia de gestión cultural “We Do Things” en la Central de Abasto de la Ciudad de México.

“Me siento orgulloso de tejer en este taller, y ayudar a los muralistas porque sé que al rato mis piezas le van a dar otra vista al mercado”, dijo Armando Cruz.

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Su vida cambió radicalmente ya que dejó de trasladar toneladas de productos agrícolas para ayudar a embellecer a la CEDA tejiendo sandías, guanábanas y nopales, además de ayudar a los artistas muralistas.

Armando se integró al equipo de “We Do Things”, la agencia de gestión cultural que está a cargo del proyecto Central de Muros, donde ayuda a colocar la carpa del taller, lava los botes de pintura y participa en la creación de los murales, como el caso del mural “No se vende”, del artista brasileño, Raúl Zito, a quien apoyo en la colocación del sellador, Resistol y color del mural de la F3 de Abarrotes.

“Me sentí muy bien cuando lo vi terminado, porque pensé que si yo podía hacer esto entonces podría hacer muchas cosas más”, expresó el ex caretillero.

Originario de Zitácuaro, Michoacán, llegó a trabajar como descargador de frutas y carretillero en los pasillos de frutas finas del mercado mayorista, con jornadas de dos y media de la mañana a cuatro de la tarde.

Cuando cumplió 21 años se fue a trabajar a La Merced. Tras una situación personal complicada, regresó en enero de este año a la Central de Abastos:

“En La Merced me hice de unos puestos, pero mi mujer se quedó con ellos, le ganó la avaricia y los perdí. Me dejé llevar por el vicio y durante siete años tomé día y noche; ahora ya me rehabilité, quiero rehacer mi vida”, afirmó Cruz Velázquez.

A sus 47 años, Armando Cruz tiene ánimo de volver a tejer su historia. Se levanta a las cuatro y media de la mañana para ejercitarse, desayunar, darse un baño y a las nueve y media de la mañana estar en el taller de Central de Muros.

Al terminar su jornada, si aún tiene fuerza recolecta cartón, PET y plástico para vender.

“La verdad es que quiero ahorrar un dinerito para tener mi propio puesto de verdura, la sé trabajar y le tengo fe”, concluyó Armando Cruz.

 

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