Los mexicanos así somos: solidarios, asegura 'El Topo Mayor'
Héctor 'el Chino' Méndez se inició como rescatista en el sismo de 1985; en el sismo de 2017, Topos Azteca trabajó en labores de rescate en el Colegio Enrique Rébsamen

CIUDAD DE MÉXICO
“No hay padre, no hay madre. No hay noche, no hay día. No hay frío, no hay calor. No hay comida, no hay agua. No hay cansancio, no hay dolor. Lo único que hay es el servicio a los demás y la aceptación de la muerte”, es el decálogo de Brigada Internacional Topos Azteca (BIRTA).
Su labor como rescatistas consiste, principalmente, en hacer frente a las adversidades de la naturaleza. Dentro de este grupo, en la BIRTA, encontramos al "Topo Mayor", Héctor Méndez, El Chino, quien a lo largo de sus 71 años de vida ha acudido a distintas partes del mundo para rescatar vidas al lado de su equipo.
Héctor tenía 38 años cuando en 1985 la Ciudad de México fue sacudida por un sismo de 8.1 grados. Ante la insuficiencia de las autoridades, así como del estado de shock en que la población se vio inmersa, la sociedad civil se organizó y trabajó en las labores de búsqueda y rescate de sobrevivientes. Fue entonces cuando El Chino tomó en sus manos una rompedora de concreto y comenzó a quebrar los cimientos en el edificio Nuevo León, en Tlatelolco.

Bajo la dirección de Juan Vidal, su maestro de rescate y "quien nos enseñó todo lo que sabemos", Héctor llevaba voluntarios a las zonas donde se necesitaban para continuar con los trabajos de rescate y, de esa forma, se fue conformando el primer grupo de rescatistas, que, posteriormente, por trabajar entre los escombros de, por ejemplo, edificios derrumbados, sus integrantes fueron llamados "topos".
Al ser cuestionado sobre la ayuda que se formó en el sismo de hace 33 años, destacó a grupos de personas que los apoyaron en las labores de rescate y los cuales estaban integrados por personas de disttintas edades e incluso por quienes sobrevivieron a los desastres del terremoto.
Fuimos apoyados por los niños de la calle que―con un sentido de unidad― nos ayudaron con tal de sentirse parte de algo importante, al igual que como ocurrió en 2017. Hubo muchos voluntarios de zonas aledañas, incluso, sobrevivientes que, a pesar del shock, se ofrecieron para apoyar a salvar personas que aún estaban atrapadas”, asevera.
La diferencia entre ambos sismos se ve plasmada en el trabajo de un hombre joven, sin experiencia y el trabajo de un hombre maduro, con un mundo recorrido; no obstante, con rasgos comunes: “la solidaridad, la voluntad y el corazón”.
A un año de entre los escombros
A las 02:00 horas del 19 de septiembre de 2017 y El Chino llegó a la Ciudad de México después de participar en las labores de apoyo por las afectaciones provocadas por los huracanes Harvey e Irma. Se trasladó al Departamento de Scientology México, ubicado en la calle de Balderas, y a las 04:00 horas los Topos realizaron el debido minuto de silencio conmemorativo.
En punto de las 13:14 horas un nuevo temblor golpeó a la capital del país. Así, los Topos tomaron sus herramientas y partieron rumbo al Colegio Enrique Rébsamen, donde se dividieron. El grupo en el que iba Héctor dio vuelta en Balderas y se trasladó hasta Televisa; no obstante, debido al congestionamiento del momento, tomaron unas motos y siguieron por todo Niños Héroes al Hospital General, donde giraron a la derecha y luego fueron por avenida Cuauhtémoc, hasta llegar al colegio. Las horas transcurrieron. Las manos se sumaron y con el paso del tiempo hubo personas rescatadas, aunque también se recuperaron los cuerpos de otras.

A 33 años de distancia del sismo de 1985, el Topo Mayor, Héctor Méndez, considera que “la diferencia entre ambos (movimientos telúricos), es que ahora vi a muchos jóvenes precavidos: portaban cascos y guantes, gogles y herramientas, había suficiente material y ayuda. Se pidió comida, ropa, medicamentos y así se movilizó el voluntariado”.
Confiesa que este acto de apoyo juvenil le reconfortó y fortaleció su espíritu:
Me conmovió el hecho de que estaban activos e impetuosos. Me hizo ver que valía la pena tener nuevamente la oportunidad de apoyar en un terremoto. Ese amor a la patria me hizo sentir pleno, vivo”.
El trabajo me ha demostrado que los mexicanos así somos: solidarios. Los valores siempre están presentes y no cambian con el paso de los años. En nuestra sangre los mexicanos tenemos bien marcados los miedos y sentimientos; somos muy fraternales”, comenta el topo Méndez.
Las movilizaciones de la sociedad le generaron una satisfacción, pues vio que México tenía esperanza. “Los chicos son el pilar de México. Ellos no tienen futuro, los alcanzó y se hizo presente, fue y es de ellos”.
*jci/amb
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