Aquella noche en que un auto saltó Tlalpan y se impactó con un vagón del Metro

Una breve crónica del accidente de 1979 que interrumpió la Línea 2 y que, décadas después, sigue generando reacciones y recuerdos encontrados

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Imagen histórica en blanco y negro del accidente ocurrido en agosto de 1979, donde un automóvil Chevrolet impactó un convoy del Metro entre las estaciones Xola y Villa de Cortés; se observa a pasajeros saliendo por las ventanas del tren mientras civiles y policías intentan empujarlo, con el auto aún incrustado en las vías.

Una fotografía en blanco y negro volvió a circular en redes sociales y, con ella, el eco de una noche que muchos ya habían olvidado: un automóvil destrozado, incrustado entre los rieles de la Línea 2 del Metro, y un grupo de pasajeros escapando por las ventanas del vagón. La escena, absurda y dramática, sacudió la memoria colectiva como un chispazo eléctrico.

Era la noche del lunes 19 de agosto de 1979. Lo que ocurrió sobre Calzada de Tlalpan interrumpió de golpe el trayecto de miles de personas y, por un instante, fracturó la rutina urbana de una ciudad que entonces aún se asumía moderna.

"A las veintiuna quince horas quedó interrumpido el servicio del 'metro' de la línea Tasqueña-Tacuba, debido a que un automóvil fue proyectado contra la alambrada de protección entre las estaciones de Villa de Cortés y Xola, y chocó contra un convoy”, reportó Excélsior al día siguiente, en una nota firmada junto con la Agencia Europea de Noticias (AEE).

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Recorte del periódico Excélsior del 20 de agosto de 1979 que reporta el accidente ocurrido la noche anterior, cuando un automóvil se impactó contra un tren del Metro de la Línea 2, entre las estaciones Xola y Villa de Cortés, provocando la suspensión del servicio y caos en Calzada de Tlalpan.

Nota original publicada por Excélsior el 20 de agosto de 1979 sobre el choque del automóvil con el convoy. Fotografía: Excélsior / Archivo Excélsior

Un impacto inesperado

El vehículo —según testigos, un Chevrolet 1968— se desvió violentamente sobre Tlalpan, rompió la reja metálica y terminó impactando contra un tren modelo MP-68. Años más tarde, el recuerdo volvió de forma íntima: en redes sociales, Silvia Ortiz contó que su primo, Arturo Llanos, viajaba en ese convoy. “Afortunadamente resultó ileso”, escribió. Otros usuarios aseguraron que el punto exacto del impacto estaba más cerca de la estación Viaducto.

El caos se esparció como pólvora. El servicio se detuvo por completo durante horas. Según la Dirección General de Policía y Tránsito, el automóvil fue retirado hasta las 23:45. “La Calzada de Tlalpan se convirtió en una ruta de peregrinos que caminaron grandes distancias para llegar a sus hogares y otros sitios”, narró el mismo diario. Imágenes posteriores mostrarían una ciudad perpleja, resignada al cansancio y al desconcierto.

Reacciones y recuerdos

En los comentarios que revivieron el accidente, no faltaron los sarcasmos. “¿Qué estaba haciendo el conductor para perder el control en una avenida recta, ancha y sin desniveles?”, preguntó alguien con ironía. Otro remató con humor ácido: “Entonces desde los 70’s son estúpidos para manejar, pensé que era solo en la actualidad”.

Rolando Mota respondió con tono firme: “No te equivoques. Tlalpan es una VÍA RÁPIDA y los accidentes ocurren en TODO el mundo desde la creación del automóvil”. Heriberto Romero añadió: “Estúpidos y pedotes manejando siempre ha habido, lamentablemente...”.

Pero no todo fue burla. La imagen también rescató un gesto que hoy parece improbable: colaboración. “Si no me equivoco, está un policía, el chófer del Metro y los usuarios empujando hacia atrás el tren… eso ya no sucede hoy”, escribió Germán López. Y Jonathan Alvarado apuntó con escepticismo contemporáneo: “En 1979 cinco personas podían empujar un vagón. Hoy nadie mueve un dedo, solo graban para ganar likes”.

Un retrato de época

Más allá del debate y la nostalgia, esa fotografía activa algo más profundo: una memoria que no se extingue. El Metro, como símbolo de una ciudad viva, ha sido tanto reflejo de eficiencia como testigo de su desgaste. Desde entonces, su infraestructura arrastra no solo el peso de los años, sino también los errores que vienen de la superficie.

“El personal de vigilancia del ‘metro’ pidió a las personas que se encontraban en las estaciones que abandonaran el lugar y que buscaran otros medios de transporte para llegar a su destino”, decía la crónica de 1979. Lo hicieron a pie, bajo la noche tibia de una ciudad que apenas empezaba a reconocerse como metrópoli.

La imagen conmueve porque es más que un accidente. Es un retrato de época: una ciudad de pantalones acampanados, de vagones entrañables y ciudadanos empujando un tren sin pensar en selfies ni algoritmos. Una ciudad, para muchos, ya desaparecida. Y sin embargo, cada tanto, reaparece.

El México de 1979

En 1979, el Distrito Federal era una ciudad en expansión, con apenas tres líneas del Metro operando a toda capacidad y un aire de modernidad que convivía con la precariedad urbana.

Las avenidas principales, como Tlalpan o Insurgentes, eran ya arterias cruciales para una capital que rebasaba los ocho millones de habitantes.

Las calles olían a gasolina y el tránsito era denso, pero aún no caótico. Había camiones verdes de dos puertas, teléfonos de disco y un ritmo menos digital pero igual de apresurado. La música disco salía de las radiograbadoras, las estaciones de radio usaban jingles estridentes, y los periódicos, que se vendían en cada esquina, marcaban el pulso de la conversación pública. En ese México, donde todo parecía a medio construir —desde el metro hasta la democracia—, un choque entre un auto y un vagón no era solo un accidente: era también un símbolo de lo imprevisible.

¿Tú o alguien cercano recuerda este accidente en la Línea 2 del Metro? Cuéntanos tu versión.

¿Qué opinas de la comparación entre la colaboración ciudadana de antes y la actual?

¿Crees que la infraestructura del Metro ha mejorado o empeorado desde 1979?

 

 

«pdg»