Horacio López aún recuerda la jugada que pudo cambiar el curso de México 70

Ha pasado medio siglo y Horacio López Salgado no olvida aquella jugada ante la Unión Soviética que pudo haber cambiado la historia del partido inaugural

Foto: Archivo Excélsior
Foto: Archivo Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

 

Domingo 31 de mayo de 1970.

Horacio López Salgado no olvida la palomita que se aventó hace 50 años en el partido inaugural de la Copa del Mundo en México 70, en el estadio Azteca. El anhelado debut en tierras mexicanas, los panzones con bigote y sombrero de charro haciendo ruido en las tribunas. La hora de la verdad ante la Unión Soviética y aquel debut sin goles.

De esa palomita me acuerdo a cada rato. Era el segundo tiempo contra los soviéticos y yo estaba dentro del área, de pronto me llega un balón a media altura, me le adelanto a la defensa y ¡zaz!, conecté el esférico con fuerza. El público rugió y yo sentía que el gol de México tocaba a la puerta enemiga. ¿Qué pasó?, la pelota salió directo a las manos del portero de apellido impronunciable (Kavazashvili). Si hubiera anotado… ¡olvídate!”

Al exdelantero mexicano de 71 años todavía se le pone la piel chinita cuando cierra los ojos y rememora a aquel chamaco de 21 años que debutaba en un Mundial con el 10 en el dorso, precisamente en un estadio que lo acompañó toda la vida. “Mire usted, me hice delantero en el América, jugué el Mundial de México 70 y sumé cinco títulos con el Cruz Azul. ¡Todo ocurrió en el Azteca! No puedo estar más que agradecido”.

 

Un chamaco que manejaba un Rambler y vivía en la colonia Moctezuma.

La vida me sonrió muy pronto. Imagínate que a los veintitantos años eres delantero de los Cremas (mote antiguo de las Águilas), anotas el gol del título ante el Toluca (en el Azteca) y en un abrir y cerrar de ojos te enteras que estás en el once titular que inaugurará el Mundial en casa.

¿Cómo se enteró?

Dos días antes del partido, el Güero Cárdenas hizo un interescuadras, me paró del lado de los titulares y me dijo que iba a iniciar junto a Valdivia y Fragoso, en la delantera. Enrique Borja se iba a la banca.

¿Y el día del partido?

Fue asombroso. Todos estábamos muy nerviosos de ser los anfitriones y comenzar el mundial ante la Unión Soviética. Un equipo poderoso que venía de ser cuarto sitio en la Copa de Inglaterra 66.

¿Qué les dijo el técnico Raúl Cárdenas antes del partido?

Nos dijo que teníamos que salir a dar nuestro mayor esfuerzo. Que lo tomáramos con valor e inteligencia. De pronto, entras a la cancha y te haces chiquitito, la emoción te gana, los nervios se ponen a mil. Más de 100 mil aficionados gritando el ¡Mé-xi-co, Mé-xi-co! Lo recuerdo y la piel se me pone chinita de nuevo.

Lev Yashin llegó al torneo con la calificación del mejor portero del mundo, pero lo dejaron en la banca. ¿Le hubiera gustado anotarle a La Araña Negra?

Me hubiera gustado anotarle a cualquiera. Yashin era un portero de mucho prestigio y te imponía el sólo pensar que lo podrías enfrentar, pero el soviético que se quedó bajo los tres palos no dejó pasar nada.

Lo más cerca que estuvo México de anotar fue con tu palomita. Eso y un disparo del cruzazulino Héctor Pulido.

¡Olvídate! Si ese balón entra a la portería, todos nos hubiéramos vuelto locos. Cuando conecté el esférico con la cabeza sentí que se iría hasta el fondo. Luego surgió el rugido de las miles de gargantas y por un segundo pensé que se había cumplido mi sueño. No lo fue.

El empate bastó para que los chilangos nos fuéramos a hacer escándalo al Ángel de la Independencia.

México y la Unión Soviética eran considerados favoritos para pasar a la segunda ronda, dentro del Grupo 1. Así que el empate fue una buena noticia.

La mala noticia llegó para usted ante El Salvador.

Ni me lo recuerdes. Como equipo nos fue bien, pues goleamos por 4-0 a los salvadoreños y nos pusimos a la cabeza en el grupo. En este partido, Enrique Borja inició en el campo y yo en la banca, aunque el Güero Cárdenas nos cambió iniciando la segunda parte. Para mi mala fortuna, sufrí un desgarre en un muslo y solamente jugué 30 minutos. Basaguren entró en mi lugar y alcanzó a meter el cuarto gol de México.

Ahí se acabó el Mundial para usted.

Se acabó todo. Todavía me hicieron algunos exámenes, esperando que pudiera jugar los siguientes partidos, pero ya no pude recuperarme.

Se le acabó pronto el Mundial.

No me quedó otra que mirar los juegos ante Bélgica e Italia desde las tribunas. No te creas, ahí también me emocioné. Festejé al penal del Halcón Peña ante Bélgica y sufrí la goleada ante los italianos.

Aunque también fue el inicio de una larga aventura bajo el mando de Raúl Cárdenas.

Cuando acabó el Mundial de México 70 me llegó la noticia de que Cárdenas me quería para irme con él al Cruz Azul y el equipo se mudaba a la Ciudad de México para jugar en el estadio Azteca. Yo me había despojado de la camiseta americanista con un gol que valió un título y ahora me vestía de azul con un futuro espectacular y sin cambiar de estadio.

¿Con cuál camiseta se queda?

Yo estoy muy agradecido con el América por darme la oportunidad de crecer y ser campeón, pero con Cruz Azul se hizo un equipo espectacular, con cinco títulos y jugadores que hicieron historia. Comenzaron a llegar extranjeros como Miguel Marín, Alberto Quintano, Eladio Vera y Alberto Gómez. Ya estaban Pulido y Kalimán Guzmán, con quienes conviví en la Selección Mexicana que jugó el mundial.

Hizo huesos viejos en La Máquina.

Me convertí en entrenador de porteros, lo hice con el Conejo Pérez y fuimos campeones en el 97.  Colaboré con técnicos como Enrique Meza, Manuel Lapuente, Luis Fernando Tena y Víctor Manuel Vucetich. Después fui asesor en fuerzas básicas.

Está jubilado.

El tiempo te cobra factura. Las rodillas ya no me dejaron trabajar y me operaron la cadera. Le guardo mucho cariño al Cruz Azul, porque ahí gasté gran parte de mi vida.

¿Qué le faltó como jugador?

Jugar en el extranjero. Cuando pertenecí al Cruz Azul se dio el rumor de que el Club Marsella se interesaba por mí. Hubiera sido espectacular que un mexicano jugara en la liga francesa en los años 70. Lamentablemente, no hubo la promoción que ahora existe y la ilusión sólo quedó en rumor.

¿A 50 años, todavía se acuerda de México 70?

Del Estadio Azteca en ebullición, el zumbido de la gente, el Güero Cárdenas dándonos indicaciones. Pero de lo que me acuerdo a cada rato es de la palomita que me aventé ante la Unión Soviética. No me preguntes el nombre del portero. Si lo hubiera anotado… ¡olvídate!

 

cva

 

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