Retrato hablado: Cam Newton, el jugador que unifica a las Carolinas
El de ‘quarterback’ de Panteras fue impactado por la matanza de Charleston, se allegó a las víc-timas y luego comandó al equipo que busca representar al Norte y al Sur en la mejor campaña de su historia

CIUDAD DE MÉXICO.
El 23 de junio de 2015, seis días después de que un sujeto abrió fuego en la iglesia metodista Emanuel, de Charleston, Carolina del Sur, asesinando a nueve personas, apareció en la dolorida comunidad esa figura de 1.96 metros y 110 kilos con una Biblia bajo el brazo y la intención de brindar apoyo a las familias.
Los afectados inmediatamente lo reconocieron, era Cam Newton. El pasador de las Panteras de Carolina no buscaba llamar la atención mediática, por ello evitó a la prensa para condolerse por un momento cuasi íntimo con los allegados, entre ellos su amigo Chris Singleton, un jugador de beisbol de la Universidad del Sur de Charleston, quien perdió a su madre en el ataque.
Cuando días después se develaron las fotos del encuentro en redes sociales y la prensa abordó el tema. “¿Por qué no iba a ir?, me hubiese arrepentido de no haber acudido”, señaló Cameron Jerrell, comprometido con una de las misiones de la franquicia.
Cuando las Panteras nacieron hace 21 años, el dueño, Jerry Richardson, tenía la convicción de que el equipo, con sede en Charlotte, Carolina del Norte, uniera sentimentalmente (y dentro de los márgenes de la afición por el deporte) a las dos entidades vecinas.
Tal situación se logró, pero en la temporada 2015 de la NFL esto quedó confirmado con las ilusiones que despertó en la afición el récord de 15-1, acaso un ligero bálsamo tras la tragedia de junio.
Mucho de este éxito se debió a Newton, quien tuvo sus mejores números (3,837 yardas, 35 pases de touchdowns y otros 10 por carrera) desde que llegó a la NFL en 2011.
Nada mal para quien fuera un chico poco estable que se robó una computadora lap-top en su primer año como colegial, lo que fue un gran escándalo en la Universidad de Florida y que puso en vilo el futuro del jugador; sin embargo, a raíz de eso, el oriundo de Atlanta defiende cada vez que “todos merecemos una segunda oportunidad, a mí se me dio y lo agradezco”.
Terminó su época como colegial en Auburn, y de la mejor manera: ganó el trofeo Heisman (al mejor jugador de la NCAA) y logró el título al vencer los Tigres a los Patos de Oregon; nadie ha logrado ese par de hitos para luego ser el número uno global del draft de la NFL, lo que le aseguró ganar 22 millones de dólares en sus primeros cuatro años.
Desde joven había jugado futbol americano, siguiendo los pasos de su padre y su hermano mayor, Cecil, quien fue centro de los Cuervos de Baltimore. En la preparatoria, alternó el emparrillado con el diamante y las duelas, pero a los 14 dejó el beisbol por temor a un bolazo en la cabeza, como él mismo lo refiere, y en el basquetbol siempre se metía en problemas de faltas.
Estaba claro, lo suyo era con el ovoide. En su primer año en la NFL deslumbró: fue el mejor novato ofensivo y, con el aplomo que mostró, las Panteras confirmaron que podrían construir un equipo ganador a su alrededor.
Sin embargo, el proyecto felino e incluso la vida misma de Cam estuvieron a punto de esfumarse el 9 de diciembre de 2014, cuando la camioneta que conducía volcó en la autopista dando varias volteretas en el aire; el QB tuvo un par de fracturas en la espalda, pero en 12 días los médicos lo declararon recuperado. “Las manos de Dios estuvieron siempre sobre mí, creo que estoy en su equipo de fantasy”, dijo al USA Today pocos días después del accidente, provocado por la embestida de otro vehículo.
El del jersey con el número 1 nunca oculta su fe: cuando ganó el cetro con Auburn lo primero que dijo para la cadena ESPN que transmitió el juego final fue: “Sé que he hecho cosas no muy buenas en el pasado, pero Dios me está usando ahora con un propósito”.
A la par de su devoción, otros aspectos de su personalidad llegan a sorprender: no come otra carne que no sea de animales marinos y lo mismo se le ve acudir a un centro comercial con pantalones pescadores de color rosa (de su propia línea de ropa), que bailar de manera extravagante tras anotar un TD, lo que llega a molestar a algunos.
Richard Dent, ala defensiva campeón con los Osos de Chicago en el Super Bowl XX, califica los efusivos festejos de Newton como “una falta de respeto”. En una entrevista para el USA Today, expuso: “Los chicos de ahora hacen eso para ser populares en redes sociales, todo se trata de lucimiento”.
Para otros, sus danzas influyen positivamente. La fundación que preside dio pavo y otros alimentos a 900 niños de escasos recursos en Atlanta durante el fin de semana posterior al Día de Acción de Gracias, evento que culminó con un baile en el que varios de los pequeños imitaron la polémica celebración del quarterback, presente para ver el show.
Ha habido bonanza a granel para Newton desde aquel día cuando se allegó a las víctimas del tiroteo de Charleston, como el rostro solidario de la franquicia con sede en la norteña ciudad de Charlotte:
En julio pasado se recibió de sociólogo, días después de firmar una extensión de contrato por 103.8 millones de dólares por cinco años.
Junto con su novia, Kia Proctor, tuvo a su primogénito en Nochebuena. Días después habló con la prensa vistiendo una playera de Superman, su personaje favorito, y refirió: “Experimenté lo que es traer vida, es una gran bendición. Mi padre fue duro, pero ahora lo entiendo, yo seré igual con mi hijo”.
En 2016, más bendiciones podrían venir: apenas el viernes, Cam fue designado pasador del equipo ideal de la NFL (All-Pro) y ahora puede ser nombrado Jugador Más Valioso de la campaña. Además, su equipo es favorito para coronarse el 7 de febrero en el Super Bowl 50, algo que coronaría el sueño de la unificación sentimental, en el ámbito deportivo, de las Carolinas, la gran comisión de las Panteras desde que fueron fundadas y de la que este joven de 26 años es un pilar.
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