Retrato hablado: Joachim Löw, un técnico sensible

El campeón del mundo con Alemania en el mundial de Brasil 2014 fue Monaguillo y se hizo entrenador porque una lesión lo obligó al retiro

"Crecí viendo a jugadores como Uwe Seeler, Beckenbauer y Gerd Müller. Me emocioné sobre todo en la Eurocopa de 1972, cuando vencimos a Inglaterra, porque mi padre hablaba de la revancha de la final perdida en Wembley en 1966.” Joachim Löw, entrenador de Alemania

CIUDAD DE MÉXICO, 20 de julio.- En una casa en Baden, Alemania, hay un salón de reuniones con un televisor moderno. En torno a él se agolpan cuatro chicos emocionados porque ven a sus héroes jugar futbol con la selección en un lugar tan alejado como México.

Es el Mundial de 1970 y Joachim Löw se aparta apresurado de sus hermanos, como quien oye acercarse a un tren junto a las vías, cuando el partido del siglo ha terminado. Aquella semifinal entre italianos y alemanes se le quedará por siempre grabada como la forma de hacer futbol.

A los 10 años, Löw combina su pasión al futbol con su servicio de monaguillo en la iglesia de la ciudad. En ese salón, que es de su tío, llegan a estar hasta 30 personas entre familiares y amigos y es, realmente, el inicio en el futbol de Löw, que es el técnico de moda por haber hecho campeón del mundo a Alemania.

8 equipos dirigió antes de tomar a la selección alemana

“Crecí viendo a jugadores como Uwe Seeler, Franz Beckenbauer y Gerd Müller.  Me emocioné sobre todo en la Eurocopa de 1972, cuando vencimos a Inglaterra, porque mi padre hablaba de la revancha de la final perdida en Wembley en 1966.”

Para cuando el Mundial llegó a su país, en 1974, Joachim Löw tenía 14 años y estaba en plena conciencia de que deseaba dedicarse al futbol.

Fue un jugador ofensivo del medio campo, que manejaba el balón con sutileza y clase, sobre todo con la pierna zurda, y que reflejaba un nuevo espíritu en la ideología alemana.

“Jugaba en el Freiburg, a los 19 años, con la melena larga como mi ídolo Günter Netzer, que tenía una clase extraordinaria con sus pases eternos, sus tiros libres, su estrategia.”

54 años, su edad al momento de conseguir la Copa del Mundo

El mejor pasatiempo de Joachim Löw como entrenador de la selección nacional será sentarse a tomar café en una plática de sobremesa con los campeones de 1954, 1974 y 1990 como Eckel, Müller, Netzer y Beckenbauer. Nunca ha perdido el tiempo de seguir aprendiendo regido bajo la disciplina de entender mejor el futbol.

Löw se haría entrenador por culpa de una lesión. Tras llamar la atención en el Freiburg lo contrató el Stuttgart con todo y que se resistía a usar espinilleras. Cuando lo convencieron de ponérselas estaba en un juego de pretemporada ante el Liverpool y, de pronto, se encontró frente al mítico portero inglés Ray Clemens en un mano a mano. El resultado fue que el arquero le rompió la tibia y el peroné. Löw nunca recuperó su velocidad, aunque se resistió al juego. Tuvo una digna carrera de más de 200 partidos y se refugió en Suiza para retirarse con el Winthertur.

Ahí se empezó a hacer entrenador mientras el retiro ya estaba en el dintel de su puerta. En Suiza entendió conceptos futbolísticos que en ese momento eran rechazados en Alemania: “Fueron años en que se precisó más la fuerza que el talento en mi país. Se creyó en la doctrina de que el músculo nos haría mejores jugadores”.

Regresó a Stuttgart para hacer un buen papel con este equipo, ganando la copa alemana y el destino lo llevó al
Fenerbahçe turco. Sin embargo, regresó en 1999 para tomar el reto del Karlsruhe, que terminó por irse al descenso, el sinsabor más grande en su carrera.

Emigró después a Suiza para hacer campeón al Insbruck, pero el club se declaró en bancarrota y se fue a entrenar al Austria Viena.

2003 sería un año clave, lleno de sentimientos, ideas y deseos de Joachim Löw. En su casa en Austria lo visitó Jürgen Klinsmann, viejo amigo del futbol con el que coincidió en la escuela. Le dijo que como entrenador de la selección alemana lo necesitaba de ayudante para implementar un nuevo concepto ofensivo y que sus conocimientos tácticos le eran necesarios.

Sorprendió a todos que Löw se incorporara a la selección, pero el buen papel en el Mundial de 2006 y la armonía que reinó desde ese momento en el equipo llevaron a dejarlo como jefe principal del banquillo.

“Siempre he dicho que esto se trata de escuchar y entender. Atiendo lo que me dicen mis antecesores, porque las batallas que libraron fueron increíbles y me dan consejos para el liderazgo que necesito en el equipo”, cuenta Löw.

Lo que quería como entrenador principal era tocar fibras, que la imagen de frialdad de la selección alemana quedara enterrada y se encandilara al mundo con una nueva forma de entender el juego. Lo consiguió en Brasil 2014.

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