El café mexicano como lo conocemos podría desaparecer y esta joven tiene un plan para salvarlo

Nora Torres lucha por rescatar a los pequeños productores de café en México

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Nora Torres, egresada de la maestría de biotecnología del Tec de Monterrey

Cuando Nora Torres era niña, pasaba las tardes en el campo con sus abuelos. Mientras su madre trabajaba para sacarla adelante como madre soltera, ella aprendía a distinguir los aromas de la tierra húmeda, a entender el tiempo de las cosechas y a notar las arrugas en los rostros de quienes pasaban sus vidas cultivando. Desde entonces, una pregunta la inquietaba: ¿por qué trabajan tanto y ganan tan poco?

A los 29 años, Nora no solo encontró la respuesta, sino que decidió hacer algo al respecto. Es ingeniera en biotecnología, estudiante de doctorado en el Tec de Monterrey y directora de sostenibilidad en la Secretaría del Estado de Tamaulipas. También es la fundadora de Káapeh México, una iniciativa que busca transformar la vida de los pequeños productores de café, empoderarlos y acabar con un sistema que los condena a la precariedad.

Un café que sabe a lucha

Antes de 2013, México era el mayor productor de café orgánico en el mundo. Hoy ni siquiera está en el top 10. Las razones son muchas: el cambio climático, la roya del café (una enfermedad que devasta los cultivos), la falta de apoyo gubernamental y un sistema comercial que deja a los pequeños productores a merced de los intermediarios.

“Cuando llegamos a las comunidades, encontramos que la raíz del problema no era solo biológica, sino social y sistémica”, cuenta Nora.

Los cafetaleros venden su producto a precios irrisorios. “Un coyote puede llegar a ofrecerles 30 pesos por kilo, sin importar el esfuerzo que hay detrás”, explica.

Mientras tanto, el mismo café que cultivaron con sus manos se vende en cafeterías a cientos de pesos por solo 150 gramos.

“Te estás matando, te estás desgastando por cinco pesos”, les decía a los productores en sus talleres.

Pero Káapeh México no llegó con discursos motivacionales. Llegó con herramientas. A través de talleres, Nora y su equipo enseñan a los cafetaleros a calcular costos, a negociar precios y a aprovechar los recursos naturales para hacer sus propios fertilizantes. En cinco años, han capacitado a más de 7 mil productores, especialmente en Chiapas.

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Las mujeres que rompieron el silencio

Cuando Nora y su equipo llegaron por primera vez a las comunidades, los hombres no estaban interesados en escuchar. Dejaban que sus esposas asistieran a los talleres mientras ellos se mantenían al margen.

“Al principio lo hacían solo para hacer acto de presencia”, recuerda. Pero las mujeres se quedaron y aprendieron.

Un simple taller de finanzas empezó a cambiar la dinámica dentro de las casas. “Mi esposa es buena con los números”, comenzaron a reconocer los productores. Así, las mujeres tomaron un rol protagónico. Dejaron de ser solo espectadoras del proceso y comenzaron a tomar decisiones. Nora vio en ellas una fuerza imparable.

“En comunidades donde antes las mujeres no participaban en las decisiones, ahora son ellas quienes proponen. Hay quienes ya piensan en producir miel dentro de los cafetales o en hacer lombricomposta. Ellas ya no esperan que alguien les diga qué hacer, ahora son parte del cambio”, cuenta Nora con orgullo.

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Del campo a la política

Para Nora, la lucha por la dignidad del campo no podía quedarse en la teoría. Entendió que si no había leyes que protegieran a los pequeños productores, nada cambiaría realmente. Por eso, dio un salto al ámbito político. Ahora trabaja en la creación de políticas públicas enfocadas en la economía circular y el desarrollo sostenible.

“No existen leyes vigentes que regulen el aprovechamiento de la merma agroindustrial”, señala.

Y sin una legislación clara, tampoco hay presupuesto ni programas de apoyo. “¿Cómo vamos a aprovechar los residuos del café si ni siquiera están clasificados en la ley?”, se pregunta. Desde su cargo, lucha por cambiar esa realidad.

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Una lucha que apenas comienza

El impacto de Káapeh México ha sido reconocido a nivel internacional. En la COP 28, Nora presentó su proyecto frente a investigadores de todo el mundo.

Pero lo que más la sorprendió fue la reacción de los asistentes “¿En México se produce café?”, le preguntaron.

Nadie sabía que el país albergaba uno de los métodos de cultivo más sostenibles del mundo.

Para Nora, esta invisibilidad es tan grave como la crisis misma. “El café mexicano está en peligro de extinción. No el grano, sino la manera en que se cultiva: en armonía con los bosques y selvas, sin deforestar de manera masiva”.

Sin apoyo y sin compradores conscientes, cada vez más productores abandonan sus tierras y migran en busca de oportunidades.

A pesar de los obstáculos, Nora no planea detenerse. No mientras haya productores sin oportunidades, no mientras el café mexicano siga perdiéndose en un mercado que no lo valora.

“No me veo haciendo otra cosa”, dice con convicción. 

bgpa