Toma forma la pelea por la silla presidencial; sucesión (1923-1924)

A pocos días de terminar el mes de noviembre de 1923, se confirmaron los nombres de los presidenciables rumbo al proceso electoral para elegir al próximo primer mandatario de la nación, quien sería sucesor del general Álvaro Obregón.

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El país atravesaba momentos de incertidumbre debido a diversos movimientos políticos y sociales. Un conflicto de ferrocarrileros que se negaban a transportar a integrantes propagandistas debido a la inseguridad en las vías férreas tuvo un impacto en el desarrollo de las campañas proselitistas.

Un supuesto intento de sublevación contra el gobierno en el norte fue desmentido por el propio presidente de la República. En medio de la agitación, las actividades electorales seguían su curso y los candidatos más populares se apuntaron para participar en la contienda.

PLUTARCO ELÍAS CALLES

Apoyado principalmente por el Partido Laborista Mexicano, el general sonorense de grandes dotes políticos, ganó prestigio por su participación en las principales batallas en el norte contra los ejércitos villistas durante los momentos más cruentos de la lucha armada revolucionaria.

Visto como el candidato del oficialismo, por su cercanía con el obregonismo, se había desempeñado como secretario de Gobernación a lo largo de tres años hasta su dimisión en septiembre de 1923 con la intención de convertirse en contendiente presidencial.

En el transcurso de su campaña en diferentes entidades a lo largo del país, el político sonorense prometió defender las leyes agrarias; continuar con las políticas impuestas por el gobierno de Obregón; integrar a las diferentes clases sociales, así como mantener buenas relaciones diplomáticas al exterior.

ADOLFO DE LA HUERTA

El también músico de profesión, participó activamente en las fuerzas emergentes de la revolución al lado del bando maderista. Pronto se consolidó como figura del llamado triunvirato sonorense junto a Obregón y Calles, que se alzó con la victoria en el conflicto armado.

Tras haber ocupado diversos cargos en la Administración Pública, resultó elegido presidente interino de la República en mayo de 1920; su breve mandato concluyó en diciembre del mismo año, cediendo su lugar a Obregón, quien se consagró como primer mandatario constitucional.

Como presidente de transición fue pieza fundamental en el rendimiento del caudillo Francisco Villa. Gracias a su mediación, el líder militar depuso las armas luego de haber encabezado uno de los movimientos más intensos en el norte. Ya en 1924, se integró al gabinete de Obregón al hacerse cargo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, misma que abandonó en aras de sus aspiraciones presidenciales.

Abanderado por el Partido Nacional Cooperatista, se proclamó oficialmente a De la Huerta como candidato presidencial durante la convención del partido celebrada el 22 de octubre de 1923. Su nombre se perfiló con fuerza para hacer frente a la candidatura de Calles.

ÁNGEL FLORES

Nacido en Navolato, Sinaloa, el general Flores se enroló en las filas del maderismo desde 1910. Más tarde, formó sus propias tropas con las que combatió a Victoriano Huerta para después formar parte del movimiento constitucionalista de Venustiano Carranza.

Sus fuerzas militares unieron esfuerzos con la resistencia sinaloense contra los villistas. En 1920 llegó a ser gobernador de Sinaloa, desde donde alzó la mano para convertirse en contendiente en las elecciones. El general aceptó su postulación el 26 de septiembre de 1923 por medio de un discurso dirigido a sus simpatizantes.

Apoyado por diversos grupos políticos y sociales, la presencia de Flores representaba una opción más de oposición a las candidaturas de Calles y De la Huerta, con lo que buscaba dar la pelea en las urnas. Desde un inicio, recalcó su postura de trabajar con “todo lo bueno que haya traído la revolución”.

A pesar de que otros nombres se perfilaban como Roque Estrada, Raúl Madero, José Vasconcelos o Pascual Ortiz Rubio, con la postulación de Flores terminó de completarse la terna de los candidatos protagonistas en los vertiginosos meses siguientes.