Autoviudas: Nydia Camargo desafió al poder y fue absuelta por el jurado

Una de las historias más emblemáticas fue la de Nydia Camargo Rubín, quien el 25 de marzo de 1924, a sus 29 años, mató a su pareja, Alberto Márquez Briones

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Imagen intervenida en tonos rojizos que muestra a Nydia Camargo escribiendo dentro de una celda; la mujer aparece sentada frente a una mesa con mantel blanco y una silla de madera curvada, en actitud reflexiva durante su proceso judicial en 1924 en la Ciudad de México

A principios del siglo XX, en un país donde la justicia parecía reservada para unos pocos, algunas mujeres decidieron tomar el destino en sus manos. No encontraron otra salida frente al abuso, la explotación y la violencia, que asesinar a su agresor. La prensa de la época las llamó con crudeza: las autoviudas.

Una de las historias más emblemáticas fue la de Nydia Camargo Rubín, quien el 25 de marzo de 1924, a sus 29 años, mató a su pareja, Alberto Márquez Briones, en la Ciudad de México. No fue un crimen pasional, ni un arrebato sin sentido. Fue, como muchos lo entendieron después, un acto desesperado de defensa frente al maltrato constante de quien decía amarla.

Márquez Briones no era un hombre cualquiera: diplomático chileno, integrante del grupo consular en México. Un personaje con influencias y poder, cuya vida terminó a manos de una mujer que, hasta entonces, había sido invisible.

El caso estalló en los diarios. El juicio, seguido de cerca por todo el país, dividió opiniones. Nydia enfrentó al sistema bajo la figura aún vigente del jurado ciudadano. Su defensa quedó en manos de Querido Moheno, un abogado que comenzaba a ganarse fama por defender a mujeres acusadas de matar a sus agresores. Moheno convenció al jurado de que Nydia no era una asesina, sino una víctima.

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Fotografía en blanco y negro de tres hombres sentados con vestimenta formal de los años 20; en el centro aparece Alberto Márquez Briones, diplomático chileno asesinado por Nydia Camargo. Imagen intervenida con caligrafía y marca de agua de Excélsior

Retrato de época de Alberto Márquez Briones (centro), diplomático chileno asesinado en 1924. Fotografía: Excélsior / Archivo histórico

Del otro lado, el fiscal Federico Sodi la describió como una mujer fría, calculadora. Pero la verdad tenía más matices.

"Este afamado abogado se dio a conocer gracias a la defensa que daba a estas mujeres, las autoviudas", cuenta Roberto Rodríguez Rebollo, coordinador del Centro de Documentación de Excélsior, periódico que tuvo acceso directo a Nydia durante el proceso. "Excélsior logró entrevistarla en varias ocasiones, y ella aprovechó cada oportunidad para contar su versión", recuerda Rodríguez.

El juicio fue un espectáculo mediático. La sala se llenaba de curiosos y la prensa narraba cada detalle. En septiembre de 1925, el jurado emitió su veredicto: Nydia fue absuelta. La justicia reconoció que había actuado en defensa propia.

Décadas después, la historia llegó al cine. En 1964, el director Julio Bracho Pérez Gavilán la adaptó en la película “He matado a un hombre”. El caso de Nydia Camargo no solo se convirtió en uno de los más vistos en la pantalla grande, también en uno de los más analizados por historiadores, periodistas y defensores de derechos humanos.

Hasta hoy, su nombre persiste entre las páginas de los archivos del diario Excélsior, que conserva dos expedientes con recortes, fotos y testimonios. No solo por el crimen que cometió, sino por haber sido juzgada también por su aspecto: Nydia fue duramente criticada por llevar el cabello corto, algo que en esa época también representaba una transgresión.

Por Raúl Flores Martínez

Realización: Saúl García | Cámara: Gerardo Juárez

Sección: Historias que dejaron de contarse

Editor: Julieta Alejandra | Diseño: Ricardo Aguiñaga

Centro de Documentación Excélsior: Roberto Rodríguez Rebollo, Beatriz Paola Reyes Sánchez, Juan Carlos Emmanuel Quiñones Caudillo

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