El fin de 2025 marca el tablero económico del 2026
El cierre de 2025 anticipa un 2026 retador para la economía mexicana, que exige liderazgo empresarial, inversión y certidumbre para fortalecer la integración norteamericana.

El cierre del 2025 llega en un momento decisivo para el sector productivo. Las señales de noviembre muestran un entorno que demanda liderazgo empresarial, claridad estratégica y una lectura objetiva de los riesgos y oportunidades que definirán el arranque del próximo año. La percepción empresarial se mantuvo en zona de desconfianza moderada y confirmó la fragilidad acumulada desde marzo. Esta tendencia importa porque la inversión siempre responde primero al ánimo del productor y del inversionista.
En los mercados internos se observó una recuperación ligera en la venta de automóviles que apunta a un cierre más activo, aunque sin el dinamismo del primer trimestre. Sin embargo, las exportaciones automotrices registraron una caída acumulada cercana a 1.6 por ciento en los primeros once meses del año. Este comportamiento refleja la pérdida de impulso en la demanda externa, los ajustes de inventarios y las presiones logísticas que han frenado embarques. La señal es relevante para una industria que funciona como ancla del sector manufacturero y que requiere condiciones estables para sostener su ritmo de inversión.
La confianza del consumidor también se debilitó. El indicador acumula once meses de retrocesos y refleja preocupación sobre el ingreso futuro. El repunte inflacionario de noviembre completa un cuadro que debe atenderse con cuidado para evitar presiones en los primeros meses del 2026.
En materia laboral, ya en diciembre, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, integrada por la representación de los trabajadores, del sector empresarial y del gobierno, definió el incremento de trece por ciento al salario mínimo. El ajuste incorpora un componente de recuperación de 17 pesos y otro de fijación de 6.5 %.
Paralelamente, las revisiones contractuales promedio crecieron 6.5 por ciento en todo el 2025, lo que implica un avance real en el poder adquisitivo. El reto para miles de empresas es sostener estas mejoras mediante productividad e innovación que mantengan a las pequeñas y medianas unidades dentro del núcleo económico.
Un anuncio muy relevante para la iniciativa privada fue la imposición de nuevos aranceles a importaciones provenientes de países sin tratado comercial, con énfasis en China. Este giro implica un mensaje de reposicionamiento en vísperas de la revisión del T-MEC. Las empresas deberán revisar sus cadenas de suministro, anticipar ajustes de costos y evaluar alternativas dentro de Norteamérica. La medida abre la puerta para fortalecer la producción nacional en sectores sensibles como autopartes, acero y electrodomésticos. El empresariado tendrá un papel central para evitar distorsiones que debiliten la competitividad, con la conciencia de que en el marco geopolítico resulta imprescindible consolidar el bloque norteamericano.
En los próximos días la atención se dirigirá a la decisión del Banco de México del dieciocho de diciembre. La tasa interbancaria se ubica tras el último recorte de noviembre en 7.25 % y funciona como señal clave para el costo del crédito y la planeación financiera.
La reducción aplicada por la Reserva Federal permitiría preservar el diferencial que sostiene el atractivo de las inversiones en pesos. Sin embargo, la inflación subyacente en 4.32 por ciento exige cautela. La decisión deberá guardar equilibrio y evitar expectativas que eleven los precios.
Si las condiciones se mantienen tensas, una alternativa al ajuste sería trasladarlo a las siguientes decisiones de política monetaria del 2026. En cualquier caso se precisa prudencia para definir y anunciar la decisión, de manera que no se generen expectativas de subidas importantes en los precios.
Otro punto relevante es el diferendo del agua con Estados Unidos, vinculado al Tratado de 1944. La sequía en el norte generó un déficit superior a mil millones de metros cúbicos y provocó presiones diplomáticas acompañadas de la amenaza de aranceles. El episodio evidencia que las tensiones climáticas y las obligaciones internacionales pueden convertirse en detonadores de discusiones comerciales que requieren una gestión técnica e institucional de alto nivel.
El entorno internacional añade incertidumbre. Venezuela atraviesa una fase crítica con implicaciones regionales que pueden afectar cadenas energéticas y equilibrios geopolíticos. Al mismo tiempo, la guerra entre Rusia y Ucrania transita entre llamados a negociación con posibles acuerdos de paz y episodios de intensificación militar que dañan infraestructura estratégica. Las implicaciones de ambos escenarios impactarán de manera significativa en el orden mundial. Nosotros hacemos nuestra la divisa de la paz es posible, tiene que ser posible.
México entra al 2026 con desafíos que exigen determinación y visión. El país necesita fortalecer la certidumbre jurídica, ordenar sus prioridades regulatorias y acelerar la capacidad institucional para atraer nueva inversión. La economía formal, motor del desarrollo y del empleo, requiere señales claras de estabilidad y reglas consistentes. La coordinación entre gobierno y sector privado será indispensable para instalar un ciclo de crecimiento basado en inversión, innovación y una integración norteamericana más profunda.
El 2026 puede iniciar con mayor solidez si se reconoce que la competitividad del país depende de decisiones que fortalezcan el Estado de Derecho, impulsen la inversión productiva y afiancen a México como socio confiable en la región.
El empresariado debe transformar la incertidumbre en oportunidad y recuperar dinamismo. Un cierre de año que exige liderazgo.
EL EDITOR RECOMIENDA



