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Erika, primera médica mexicana en Qatar; participó en la guía para tratar covid en México

Fue seleccionada por su preparación académica para trabajar en un hospital que pretende ser en el más importante de Medio Oriente; en su estancia, piensa convertirse en un puente entre dos culturas tan diferentes

CLAUDIA SOLERA | 27-11-2022
La doctora Erika Plata dice que desde que llegó a Doha, no han hecho más que tratarla muy bien. Foto: Especial

Erika Plata es la primera médica especialista mexicana en ser seleccionada para trabajar en un hospital de Qatar, que pretende convertirse en el más importante de la zona del Golfo de Medio Oriente, que incluye a países como Kuwait, Emiratos Árabes, Arabia Saudí, Bahréin, Kuwait, Omán (con sus dos ciudades más importantes, Dubái y Abu Dabi).

Estudió medicina interna en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y forma parte del comité científico que elaboró en la primera Guía Clínica para el tratamiento de la Covid-19 en México, realizado por la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad.

Cuando Erika Plata recibió esta invitación para pertenecer al Hospital de Qatar, afiliado al Cedars Sinai (una de las organizaciones académicas en salud más importantes del mundo, con sede en Los Ángeles, California, Estados Unidos), en un país de Medio Oriente, que ha estado estigmatizado por la represión hacia el género femenino, no dudó en aceptarlo, pues desde ese momento supo, que ya había un gran avance, porque entre miles de médicos hombres con otras nacionalidades de primer mundo, la habían elegido a ella siendo mujer y siendo latinoamericana.

“Como mujer, lo que me parece más importante reivindicar es que ‘las mujeres no europeas’ también tenemos mucho que aportar al mundo y podemos llegar a donde sea, incluyendo a países estigmatizados como éste. También me gustaría romper con el estigma que, a su vez, se tiene de México ante el mundo y fortalecer las cosas buenas de nuestro país”, dijo Erika Plata en entrevista con Excélsior.

Como doctora de las regiones más marginadas de nuestro país, está convencida de que puede aportar la enorme cantidad de experiencias que ha tenido previamente en México, en donde trabajó en ambientes con recursos súper limitados. Por ejemplo, en el servicio social, estuvo en un pueblito lejano del Estado de México, llamado Acambay.

Al realizar su servicio social de pregrado, cuando se graduó con mención honorífica en la Universidad Panamericana, debía atender a una clínica pública, en el que llevaba toda la operación administrativa y ver a diario ríos de pacientes y conformarse con un pobre salario de 500 pesos mensuales. Erika, de su propio bolsillo, llegó a atender a sus pacientes, porque también creyó que ser médico es llevar un poquito de justicia social a las poblaciones más olvidadas de nuestro país.

En un principio, cuando recibió la invitación del hospital en Qatar, por correo electrónico, a través de una empresa reclutadora, pensó que se trataba de un fraude o una broma, sin embargo, después volvió a recibir más correos y ahí supo que frente a ella estaba la oportunidad de cambiar su vida y un volver a comenzar, luego de estar en primera línea de atención en la pandemia.

Por ser la primera mexicana en entregar un título de medicina al gobierno Qatarí, se debió conformar un comité nuevo y especial para poder evaluarla.

A Erika Plata le tocó atender a pacientes covid en España, que fue el primer país en la Unión Europea en superar el millón de casos covid.

Ella, que había ido a estudiar la subespecialidad en Medicina Crítica y siendo investigadora en el Vall d’Hebron Barcelona Hospital Campus, admitió que ni los médicos más preparados en cuidados intensivos estaban listos para enfrentar la peor pandemia del siglo.

Fueron momentos de turnos dobles, de hasta 48 horas, pasando días sin pisar su casa.

“Después de la pandemia, me enfoqué en equilibrar todo en mi vida. Tratando de tener el mismo salario, pero también más tiempo para disfrutar con mi esposo, con mi familia, con mis amigos, viajar y para cuidarme. Desde esa experiencia, como médico y ser humano, trabajo para ser una persona lo más equilibrada posible, aunque claro, no siempre se puede”, contó.

Otra lección que comprendió durante la pandemia y mucho más siendo habitante europea, en ese momento, es que en tiempo de crisis fácilmente se puede caer en los extremismos.

“Desde pretender culpar al débil o al que es muy diferente a nosotros de todas nuestras desgracias. En mi opinión, deberíamos de tratar de ver las cosas desde un punto medio y con un poco más de empatía y de autocrítica”, concluyó.

Por eso, al tomar su decisión de mudarse a Qatar fue relativamente sencilla, porque además de ir a otro continente a sembrar su conocimiento sobre medicina, también contribuiría a combatir la estigmatización y los prejuicios, como los que ella misma ha enfrentado siendo mexicana.

Erika piensa en convertirse en un puente entre dos culturas tan diferentes. De México por ejemplo, le han preguntado si por la calle, los hombres andan con sombreros y si nuestra comida típica son los burritos.

“Pero cuando conocen a nuestro país se dan cuenta de que no es así. La gente piensa que en Europa es un mundo ideal y que los migrantes no sufren nada, cuando tampoco es una realidad o se imaginan que acá en Qatar todo es malo, muy malo. Mi objetivo es vivir las cosas por mí misma y no odiar sin conocer, ya que lo básico en esta vida es descubrir que las personas valemos por igual, sin importar nuestra nacionalidad”, aseguró.

Además, tiene la teoría de que una valiosa herramienta para lidiar con nuestra infinita ignorancia es tener experiencias nuevas cada día.

Lo mejor ha sido, que desde que Erika llegó a Doha, no han hecho más que tratarla muy bien.

“Para mí es importante convertirme en una persona cada vez más tolerante y con más criterio y pienso que eso se va adquiriendo con la mayor cantidad de experiencias posibles, visitando diferentes lugares, probando cosas distintas y conociendo a otras personas alrededor del mundo. Siempre al salir de nuestra zona de confort, logramos conocernos mejor”, dijo.

La fortaleza y confianza para explorar y abrir nuevos caminos sin dudarlo, Erika las adquirió de su mamá.  Fue su gran ejemplo y le forjó el carácter.

“Nos ayudó a salir adelante, siendo niños, después de la muerte de mi padre. Me enseñó a tener un orden, un hábito, a buscar siempre soluciones y a defenderme si alguien abusa y a reponerme muy rápido de las cosas.  Básicamente, me ayudó a sobrevivir cuando las cosas salen mal. Me enseñó a que los padres tienen que confiar mucho en las decisiones de sus hijos, porque llega un punto en el que nos convertimos en personas autónomas y sabemos lo que necesitamos para ser felices”, recordó.

Su tía también fue medular y un gran ejemplo para ella. Le enseñó a mostrar a México al mundo, porque es un país muy bonito y con gente genial.

“Me enseñó que la riqueza de los mexicanos prevalece, a pesar de los grandes baches que podamos tener, porque siempre existe algo valioso. Mi tía me guio para luchar desde abajo. Sin embargo, aprendí que la meritocracia no existe puramente, porque siempre necesitas buscar el apoyo en los demás”.

 

 

 

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