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Nacional

Alejandra Frausto no es una funcionaria de escritorio: Carmen Beatriz

Dos décadas en el ramo le bastaron a la funcionaria para perfilarse hacia  la principal dependencia cultural 

Luis C. Sánchez | 26-08-2018
Ilustración: Erick Zepeda
Ilustración: Erick Zepeda

CIUDAD DE MÉXICO.

No es una funcionaria de escritorio”, dice Carmen Beatriz López Portillo sobre Alejandra Frausto, la “egresada” de la Facultad de Derecho de la UNAM que eligió la promoción cultural por sobre los juzgados. Autodenominada como una persona “institucional” a la que no importan los colores partidistas, Frausto camina con muy pocos tropiezos hacia la oficina principal de la Secretaría de Cultura, desde donde despachará a partir del 1º de diciembre como parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. 

Quienes la conocen coinciden que dos de los grandes valores de quien fuera colaboradora cercana del exgobernador priista de Guerrero, Ángel Aguirre, son la lealtad y la capacidad de escuchar, cualidades que este año la llevarán a cumplir 20 años en la administración pública y que, proyectados, son la consumación de dos fructíferas décadas que la iniciaron en la cultura desde abajo, como ayudante de la Dirección de Difusión Cultural de la Universidad del Claustro de Sor Juana, que en el año de 1998, encabezaba su amiga, también abogada, Lucía Rafael.

 Lucía se fue a hacer una maestría a Francia, Alejandra trabajaba aquí con ella y se había desempeñado muy bien. Lucía me dijo: ‘Creo que Alejandra sería capaz de continuar con este proyecto’, y yo acepté su recomendación”, recuerda López Portillo, rectora del Claustro. Ese lugar y las amistades que ahí forjó se convirtieron en el fundamento de una carrera rápida y ascendente que ahora colocarán a Frausto al frente de la principal institución administradora de la cultura. 

El Claustro sería para Alejandra la posibilidad de entrar en contacto con todo lo que ahora es: ahí tuvo una aproximación más cercana con los textiles tradicionales que ahora le encanta vestir y que compra en la primera oportunidad; de poner en marcha proyectos que buscaban vincular la cultura con la comunidad, idea que hoy parece delinear su proyecto para la materia en todo el país; de sentirse parte de una élite de mujeres interesadas en la cultura con las que sigue reuniéndose para comer, tomar una copa de vino o intercambiar noticias; conocer a personajes fundamentales para su ascenso político, como Rafael Tovar y de Teresa, pero sobre todo vincularse con López Obrador hasta llegar a convertirse en una integrante más de su gabinete.

En sólo dos años, de 1995 a 1997, Frausto se vinculó con lo que había estudiado al ocupar la Subdirección de Atención a Población Vulnerable de la Contraloría Interna de la PGR. En 1998, su perfil cambio cuando Lucía Rafael le dejó su puesto. Después de una serie de actividades asociadas a la cultura con el artista Ariel Guzik, regresaría al Claustro, donde se quedó hasta 2006. Fue por esos años cuando López Obrador apareció también, mientras era jefe de Gobierno de la Ciudad de México. López Portillo rememora: “El licenciado López Obrador inauguró nuestra primera sede en 2003, la de Regina, él vino e inauguró, hicimos un súper evento. Alejandra lo conoció y después participó en actividades con él al final de su gobierno, participó y después se sumó con él”.

 

GLAMUR CULTURAL

Alejandra Frausto sigue apareciendo glamorosa en algunas imágenes de archivo de la revista Quién. Su inclinación por las sociales es innegable: su boda con el cineasta Michael Rowe se realizó a todo lujo en Los Cabos, mientras se desempeñaba como directora de Culturas Populares del Conaculta, durante la administración de Tovar y de Teresa. Ahí estuvieron, en las primeras filas, sus amigas Guadalupe Loaeza (“¡Todos los invitados acabamos borrachos!”, escribiría la periodista en su cuenta de Twitter) y, por supuesto, la escritora Laura Esquivel, otra morenista a quien Frausto ya ha  colocado como su subsecretaría de Diversidad Cultural.

A Ángel Aguirre, dice, no lo conocía, pero él fue quien le habló para ofrecerle la dirección del Instituto Guerrerense de la Cultura, quizás el cargo que más le manchó, sobre todo por su relación con los medios de comunicación. Severos, registraron que Frausto sigue sin aparecer en el Registro Nacional de Profesionistas, a pesar de que en su currículo registra que egresó de la UNAM; también afirmaron que los proyectos que tanto presumió, como la creación de orquestas infantiles y juveniles, ya existían en el estado y que, incluso, alardeaba de haber sido creadora del Circuito de Festivales de la Ciudad de México cuando coordinó esa iniciativa de 2004 a 2006.

Con todo, la lealtad y el agradecimiento de Frausto son reconocidos. Ella misma lo demostró cuando organizó a su amiga Laura Esquivel una gran presentación de su novela El diario de Tita en el Museo Nacional de Culturas Populares, siendo la responsable de esa dirección, o cuando intentó prolongar su multicitado proyecto Cine Sillita a nivel federal, después de impulsarlo en el estado de Guerrero.

A Tovar y de Teresa también habría de serle fiel (circula la versión de que éste habría sido quien le rentó un departamento en la ciudad a su regreso de Guerrero), diseñando el programa México en armonía, que se convirtió en estandarte del dos veces presidente de Conaculta al inicio de su administración, aunque, al final la iniciativa terminaría por ser olvidada.

Es una mujer leal, una mujer coherente, a mí me consta”, insiste su amiga López Portillo.

De verdad que es capaz de sacrificar un puesto si no coincide con lo que ella cree, con lo que siente, con lo que piensa, es una mujer coherente, capaz, leal, yo creo que tiene el carácter y la convicción y valora los valores, su cualidad más importante es la coherencia y su lealtad”, concluye.

 

cva

 

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