A cinco años, justicia para Cristell
Por primera vez, los tribunales dan su veredicto sobre el Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas de 2020: sí hubo inconsistencias que afectaron a doctores que buscaban acceder a una especialidad

Tuvieron que pasar cinco años para que los tribunales dieran su veredicto y resolvieran la demanda de la doctora Cristell Presenda de los Santos. La Secretaría de Salud, encabezada por Jorge Alcocer, falsificó los resultados del Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM), la única vía para acceder a una especialidad médica en México. Manipularon su calificación, convirtiéndola en reprobatoria, para negarle el lugar en pediatría que había ganado con esfuerzo.
La historia comenzó el 9 de noviembre de 2020. Después de un año de sacrificios y noches en vela, había llegado el momento para Cristell de demostrar su conocimiento en el ENARM. Originaria de Tabasco, fue asignada a la sede de Villahermosa, donde respondió una a una las 450 preguntas que la separarían de su sueño de convertirse en pediatra. Confiaba en sus años de estudio y en la transparencia del sistema que regía su futuro.
Veintiún días después, el 28 de noviembre, los resultados fueron publicados. Cristell revisó su puntaje: 64.888 puntos. Era suficiente. Podía acceder a la especialidad que tanto deseaba. Sin embargo, media hora después, al buscar su folio en la lista de seleccionados, la realidad la golpeó con una frialdad inexplicable: su nombre no estaba.
Publicaron los resultados de los puntajes mínimos y los máximos y yo dije: ‘Ah, okey, me alcanza’. Treinta minutos después de que publican los folios, yo no aparezco. Fue un shock, un golpe muy fuerte para mí, lloré horas y horas”, contó Cristell en entrevista con Excélsior.
La confusión pronto se convirtió en angustia. Sus padres, Teresa y Elieser, y su familia, pasaron la noche entera buscando documentos, haciendo llamadas, enviando correos a la Comisión Interinstitucional para la Formación de Recursos Humanos para la Salud (CIFRHS), responsable del ENARM. Nadie respondía. Eran tiempos de encierro y de covid. Nadie daba una explicación. La incertidumbre se transformó en desesperación cuando lograron una cita en la Ciudad de México y, en lugar de una revisión de su caso, Cristell fue recibida con amenazas: si seguía insistiendo, sería vetada de por vida para volver a presentar el examen de residencias médicas y condenada a ser siempre médico general.
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Ella no fue la única aspirante a una residencia médica que sufrió amenazas y que, a pesar de alcanzar un puntaje aprobatorio, no recibió una plaza para continuar con su formación. En 2019, al menos 200 médicos generales de diferentes estados —Ciudad de México, Jalisco, Yucatán, Michoacán, Sinaloa, Chihuahua— alcanzaron el puntaje mínimo en el ENARM para ingresar a alguna de las 27 especialidades disponibles y, sin más explicación que “un error en el sistema”, quedaron fuera de la lista de seleccionados.
Los aspirantes recibieron las mismas amenazas que Cristell: “ser vetados” en futuras ediciones del ENARM si insistían en preguntar. Ante la inconformidad, estos jóvenes crearon el Movimiento Médico Nacional y lograron reunir alrededor de 20 mil firmas en un mes a través de la plataforma Change.org.
El golpe fue brutal para Cristell. Un documento falsificado, con su firma adulterada y un puntaje modificado a la baja —57.556— fue la “prueba” en su contra. A pesar de que su calificación original la acreditaba para la especialidad de pediatría, se le negó el acceso sin derecho a una explicación. Su sueño, por el que había trabajado incansablemente, le fue arrebatado de la manera más cruel.
Entonces, lo que hicieron fue amedrentarla. Hasta se burlaron, prácticamente de ella, diciéndole: ‘Ah, sólo faltó que también le informaras al Presidente’. Fue muy duro. Ellos, arbitrariamente, dijeron: ‘estás vetada’”, reprochó la madre de Cristell, Teresa de los Santos.
La injusticia se volvió intolerable. No sólo se le negó su plaza, sino que, por insistir en aclarar los resultados, fue castigada con un veto de por vida para concursar por una especialidad. Acompañada de su familia, Cristell inició una batalla legal contra la Secretaría de Salud y la CIFRHS. Pasaron cinco años de desgaste emocional, noches en vela y endeudamiento extremo para sostener el proceso judicial. Su madre recuerda con dolor los días de llanto y la frustración de ver a su hija atrapada en una pesadilla creada por la corrupción y la negligencia.
Mire, dinero no teníamos. Estábamos sin trabajo por covid. Mi hija ganaba poco como médica general. Entonces, no tenía dónde obtener los recursos y tuvimos que pedir préstamos, acudir al banco. Todavía estamos endeudados por eso”, aseguró Teresa.
Su deuda ascendió a 800 mil pesos, pero Cristell no se rindió. Cada obstáculo la fortaleció. La lucha de su familia, el apoyo de la comunidad médica y su convicción inquebrantable la llevaron a la victoria. Cinco años después, los tribunales finalmente le dieron la razón. Se evidenciaron las inconsistencias en el proceso de selección, al punto de que no se pudo determinar qué institución resguardaba los exámenes. Ni la Secretaría de Salud ni la Secretaría de la Defensa Nacional pudieron presentar el original de su examen.
Es verdaderamente inaceptable que las autoridades de Salud hayan sido capaces de presentar un documento —sobre su resultado— con una firma falsa, ante un juzgado federal, para omitir que Cristell sí tenía una calificación aprobatoria”, afirmó su abogado, Rodolfo Martínez, socio de la firma Trusan & Roma.
Las renuncias de dos altos funcionarios de la CIFRHS fueron una pequeña muestra de la magnitud del fraude. Javier Mancilla Ramírez, entonces secretario técnico de la CIFRHS, quien vetó de por vida a Cristell para volver a presentar el ENARM, y Juan Salvador Porras, quien era director de Procesos Normativos en Salud y presentó un oficio con un resultado alterado y reprobatorio en su contra, lo cual se demostró con el dictamen del perito oficial del Juzgado Séptimo de Distrito en Materia Administrativa en la Ciudad de México.
Sin embargo, la victoria más grande para Cristell será cuando la Secretaría de Salud acate lo ordenado por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa en la Ciudad de México: la revocación de su veto de por vida y la asignación de la plaza que siempre mereció. Aún se espera que se cumpla con esta resolución.
Hoy, con la mirada fija en el futuro, Cristell sigue firme en su sueño: ser pediatra. Sabe que su lucha y su anhelo de justicia pueden vencer incluso a las estructuras más corruptas. Su historia no sólo representa una victoria personal, sino un llamado a la transparencia en el sistema de salud y educación en México. Porque los sueños no deberían ser ni truncados ni robados.
Por nada del mundo debería ocurrirle esto a un estudiante de medicina. Uno tiene todo el entusiasmo, todas las ganas y el deseo de ser un profesional de la salud para poder ayudar a las personas. A mí me truncaron cinco años. Hace un año ya debería estar graduada como pediatra”, lamentó Cristell.
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