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Hope y la desgarradora historia de los niños brujos

Un pequeño de dos años fue encontrado con desnutrición. Fue abandonado acusado de hechicería. Un año después la vida le sonríe

Redacción | 07-02-2017
La vida le cambió radicalmente a Hope desde que Anja lo encontró abandonado en las calles de Nigeria (Fotos tomada de Facebook Anja Ringgren Lovén)
La vida le cambió radicalmente a Hope desde que Anja lo encontró abandonado en las calles de Nigeria (Fotos tomada de Facebook Anja Ringgren Lovén)

CIUDAD DE MÉXICO.

Las arraigadas creencias en distintas partes de África, sobre todo en los países localizados al sur del desierto del Sahara, tiene a un gran número de niños abandonados en las calles, a la intemperie y desolados, catalogados como brujos, señalados, incluso por sus propios padres, por atraer las desgracias de familias y pueblos enteros. Ese fue el caso del pequeño Hope.

Con poco cabello, la piel pegada a los huesos y el abdomen inflamado por la severa desnutrición, un pequeño de dos años fue hallado en las calles de Nigeria, solo y a su suerte, por la activista y trabajadora social Anja Ringgren Lovén, fundadora de la organización African Children’s Aid Education and Development Foundation (ACAEDF).

El encuentro fue fotografiado y viralizado. En esa imagen se observa la escena en la que la mujer danesa se pone en cuclillas para darle de beber al menor, quien totalmente desnudo toma agua de la botella que le ofrece la mano tatuada de la rubia mujer.

La foto dio la vuelta al mundo y dejó en manifiesto una vez más la triste realidad que se vive en esa parte del globo terráqueo. Su rostro era el reflejo del presente de los niños africanos.

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No hay edad para señalarlos como brujos. La gran parte de los niños que, se dice, cuentan con poderes sobrenaturales y atraen desgracias, tienen entre dos y 18 años de edad. Son llamados Enfants Sorciers (Niños Brujos, en francés).

Son víctimas de exorcismos y humillaciones, maltratos y abandono por parte de sus familias, las que buscan deshacerse de ellos para ahuyentar las enfermedades, la muerte y la miseria que han llegado a sus vidas debido a la presencia de estos infantes, considerados nocivos, malos o peligrosos.

Según cifras de la organización Children International, la mitad de la población de África la componen niños, los cuales hasta un 20 por ciento presentan algún tipo de discapacidad, como desarrollo físico retrasado, producto de la desnutrición. La megaloencefalia (cabeza grande), los vientres inflamados, tuberculosis, autismo, síndrome de down, albinismo, epilepsia, entre otros padecimientos y enfermedades, producen rasgos y características en los niños que los hacen ser acusados como niños brujos por los pastores o líderes de las iglesias independientes que basan la ‘cura’ a este problema en exorcismos, limpias y dolorosos rituales de sanación.

En caso no encontrar solución al supuesto estado sobrenatural, éste es abandonado a su suerte. Para sobrevivir se dedican a pedir limosna o hacer pequeños trabajos en los centros de comercio, en el mejor de los casos; el tráfico de drogas, la prostitución o la delincuencia suelen ser otras alternativas que suelen tomar.

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La familia natural de ‘Hope’, nombre con el que Anja Ringgren bautizó al pequeño por la traducción de la palabra en inglés (esperanza), no tenía recursos para pagar el exorcismo del niño y la solución más fácil fue desentenderse de él y apartarlo de ellos.

La activista, al conocer la situación, decidió hacerse responsable de él, lo adoptó y llevó a vivir con ella después de vagar solo durante ocho meses, alimentándose de las sobras que la gente le daba o lo que encontraba en la basura. Desparasitación, transfusiones de sangre y más atenciones fueron necesarias para poder rehabilitar al pequeño.

Un niño no puede sobrevivir mucho tiempo solo en las calles. Así que se preparé de inmediato una misión de rescate. Al llegar al lugar lo encontramos desnudo, extremadamente delgado y enfermo. Quedé impactada, lo primero que hice fue darle agua y algo de comer”, dijo Anja tras la ayuda brindada a Hope.

La titular de la ONG, al subir la foto, pidió donaciones para poder cubrir la rehabilitación del menor. En tan sólo unas horas había recaudado alrededor de un millón de dólares, con lo cual pagó los gastos para ayudar a ‘Hope’ y además comenzó con la creación de un centro de ayuda para otros niños en similar situación.

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Los casos de los Enfants Sorciers existen también en otros países como la República Democrática del Congo, Benín, Liberia, Sudáfrica, Camerún y Angola, principalmente.

Nigeria es un mercado atractivo para los iniciadores de sectas o iglesias que lucran con las creencias de los nativos; los involucran en sus prácticas y convencen de profesar sus doctrinas para después ofrecer soluciones ficticias y cobrar por ellas una importante cantidad de dinero, en las cuales, regularmente, los niños son quienes acaban siendo los más afectados.

Distintos tipos de organizaciones se han encargado de encontrar a más niños considerados brujos para cobijarlos, apartarlos de las calles, darles la manutención y los cuidados necesarios, sin embargo, los esfuerzos y los recursos no son suficientes.

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En marzo del año pasado, dos meses después de encontrarlo solo en las calles de Nigeria, Anja subió a su perfil de Facebook una serie de fotografías en las que mostró la notable mejoría del pequeño.

Miles de niños son acusados de ser hechiceros y hemos visto cómo los torturan. La condición de Hope es estable ahora. Come y responde al medicamento que recibe. Hoy en día tiene energía para sentarse y nos sonríe, es un pequeño muy fuerte”, mencionó.

Ahora, habiendo transcurrido un año de su encuentro con Anja, ‘Hope’ vive una realidad muy distinta. De ser tachado como un Niño Brujo, pasó a iniciar su vida como estudiante, al entrar a la escuela hace unos días.

El 30 de enero de 2016 fui en una misión de rescate con David Emmanuel Umem, Nsidibe Orok y nuestro equipo nigeriano. Una misión que se volvió viral, y hoy hace un año exactamente, el mundo conoció al pequeño niño llamado Hope (esperanza en inglés). Esta semana empieza a ir a la escuela”, escribió Anja en una publicación de Facebook donde se muestra al niño totalmente recuperado, con brillo en los ojos y sonrisa radiante.

Quedó atrás el único pedazo de tela que Anja usó para tapar a ‘Hope’, ahora sustituido por un uniforme de escuela, con el que completó ya su primera semana de clases, un futuro complicado para un millar de infantes africanos que son apartados de sus hogares, por la ignorancia, las creencias y su condición física.

fdr

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