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La Reina de Platino, Isabel II de Inglaterra, capítulo 5: El viejo León y la Dama de Hierro

La relación de la Reina Isabel con sus primeros ministros no ha estado exenta de problemas, exabruptos y hasta morder los limites crisis constitucionales

Francisco Zea | 11-02-2022

En los 70 años que hasta ahora ha durado su reinado, Isabel II ha visto pasar a catorce primeros ministros de su país, catorce presidentes de Estados Unidos y seis papas.

La relación de la Reina Isabel con sus primeros ministros no ha estado exenta de problemas, exabruptos y hasta morder los limites de crisis constitucionales.

El día en que Eduardo VIII renunció al trono en favor de su hermano Jorge VI, Lilibeth tenía 10 años de edad, y su hermana Margarita ocho, quien al enterarse de la noticia le preguntó  “¿Eso quiere decir que serás la próxima reina?”, “Sí, algún día”, respondió Isabel. “Pobrecita”, le dijo Margarita.

 

 

Lilibeth no estaba destinada a gobernar a sus súbditos ni poco, ni mucho menos 70 años. Su educación estaba acorde a una princesa de la época, con nociones básicas de historia y de la heráldica familiar, y con más conocimientos sobre asuntos domésticos. A grado tal que cuando recibió la famosa caja del despacho, un maletín rojo o cuadro rojo fabricado por la firma Barrow Hepburn & Gale, que simboliza el sistema democrático británico, tardaba horas en comprender la naturaleza de las comunicaciones, lo que la llevó a pedir la asesoría de un tutor que primordialmente le enseñara los entresijos constitucionales de la monarquía parlamentaria.

De hecho, hay una anécdota que trasciende pero que no tiene comprobación, en la cual su padre el Rey Jorge VI le recomendó que cuando llegara su turno leyera el contenido de los comunicados de atrás para adelante para no caer en el juego de los miembros del gobierno que le querían esconder cosas. Quizá de ahí nace la desconfianza a sus primeros ministros que sumado a su ignorancia de los temas de estado y a la reticencia natural que tiene por la gente, hicieron que tuviera relaciones muy tirantes.

En su reinado han pasado 14 primeros ministros 12 hombres y dos mujeres, el primero Winston Churchill y el último Boris Johnson, a los que ha encargado formar gobierno, como lo mandata la ley británica.

Sin duda la relación más contrastante de la reina con un primer ministro fue con Churchill.

Churchill, el miembro más longevo que ha tenido el parlamento británico, fue elegido por primera vez a los 25 años de edad, el mismo número de años que tenía Isabel al momento de convertirse en reina, y ser ahora la más longeva en el trono de Inglaterra.

El otrora héroe de la segunda guerra que guió a Inglaterra en ¨”Sus horas más obscuras” y que los llevó “hasta la victoria” perdió las elecciones de forma inexplicable para él. Después de la conflagración, advirtió su derrota en la falta de sensibilidad de su partido sobre la clase trabajadora que los laboristas supieron capitalizar, pero en 1951 Churchill regresó y con la llegada de Isabel segunda al trono, se convirtió  en el primer ministro que trabajó con la reina y ella la última soberana a la que el serviría, cuando  ocultando sus propias horas más oscuras, debidas a sus problemas físicos que lo tenían postrado y con un problema neurológico. Churchill se enfrentaba entonces al desmoronamiento del Imperio británico y mandaba brutales represiones en las colonias que evidentemente causaron problemas a la reina en la ecuación internacional. Incluso la reina en varias ocasiones tuvo pláticas secretas para analizar cómo echar a Churchill de Downing Street.

Sin embargo, la relación entre la reina y su tutor fue la más cercana y de quien la propia reina ha dicho que ha sido su ministro favorito, a quien le escribió una carta de despedida y por quien se saltó los protocolos reales, cuando asistió la primera al funeral de estado, planeado durante siete años por el propio Churchill, y organizado en seis días por su gobierno, cuando de acuerdo con las normas debió ser la última en asistir.

Como una cuña llegó en su momento, la dama de hierro, una mujer ajena al protocolo monárquico pero con un pragmatismo digamos salvaje. La más duradera en Downing Street, gobernó de 1979 a 1990. Se tragaban pero no se llevaban fuera del horario laboral. Una relación correcta pero gélida. Los británicos esperaban la mejor mancuerna en el poder, más si se trataba de dos mujeres prácticamente de la misma edad. En sus memorias Margaret incapaz de la incorrección dijo que sus reuniones semanales eran muy profesionales a las que ella llegaba con 15 minutos de adelanto y la reina la dejaba esperando exactamente esos 15 minutos para marcar la diferencia de estatus y nivel

La reina no soportaba los modales de reina de Tatcher, habla mucho decía, y la Tatcher odiaba la contemplación “real” de Isabel. No son pocas las anécdotas en donde se ponen en boca de la reina frases lapidarias como: “Alguien le puede decir a esta señora que se siente” porque le gustaba ayudar en la barbacoa anual que se hace en Balmoral, el castillo escoces de los Windsor.

El momento que quizá de mayor tensión en  la relación entre ambas fue la crisis minera entre 1984 y 85 y el temor de la reina a la imposición de sanciones por parte de los opositores de la primera ministra al régimen racista de Sudáfrica y que estas sanciones fracturaran a la Commonwealth,  Sudáfrica abandonó la comunidad por un tiempo pero el final del apartheid y la buena relación que surgió entre la reina Isabel  y Nelson Mandela la integraron de nuevo.

En el último capítulo de esos once años de convivencia y cogobierno, la historia las reconcilió, la Reina también pragmática en ocasiones se tornó furiosa por la forma en que le arrebataron a Tatcher la magistratura, en manos de un miembro de su propio partido, Michael Haseltine, quien desafió su liderazgo en la Cámara y le ganó. Tan solo dos semanas después de esto le concedió la orden del mérito uno de los más grandes honores del Imperio, y cuando murió acudió a su funeral, distinción que solo había tenido con  Churchill.

La Reina de Platino, Isabel II de Inglaterra, capítulo 1: Por la gracia de Dios

La Reina de Platino, Isabel II de Inglaterra, capítulo 2: Una coronación por televisión

La Reina de Platino, Isabel II de Inglaterra, capítulo 3: Entre deberes y escándalos

La Reina de Platino, Isabel II de Inglaterra, capítulo 4: Annus horribilis

La Reina de Platino, Isabel II de Inglaterra, capítulo 6: El desafío de la monarquía

 

 

 

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