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Latinas enfrentan pobreza menstrual; tabúes, un desafío

Los países de Latinoamérica que más impuestos aplican a los suministros para la menstruación son Uruguay, con 22%, y Chile, que impone 19 por ciento.

Verónica Mondragón | 08-03-2023
Ilustración de una madre y su hija con los ojos cerrados y con rosas a los lados.
En América Latina persisten tabúes en torno a la menstruación. Ilustración: Horacio Sierra.

Paloma, una joven brasileña de 19 años, lamentó las dificultades para acceder a los productos menstruales.

Una de las cosas más duras de la menstruación, y aquí no hablo sólo por mí, sino en su conjunto, es el tema del acceso, debería haber más toallas sanitarias en lugares públicos”, dijo.

En América Latina persisten tabúes en torno a la menstruación.

Sólo nueve de 31 países de la región consideran como productos de primera necesidad los de higiene menstrual, con lo que reportan un menor IVA, señala el estudio Impuestos Sexistas en América Latina, de la Fundación Friedrich Ebert.

La pobreza del periodo describe la lucha que enfrentan mujeres y niñas de bajos ingresos al intentar adquirir productos.

El término también se refiere al aumento de la vulnerabilidad económica que enfrentan mujeres y niñas debido a la carga financiera planteada por los suministros para la menstruación.

Estos incluyen no sólo toallas sanitarias y tampones, sino también gastos relacionados, como analgésicos y ropa interior, según lo define el Fondo de Población de las Naciones Unidas.

Chile tasó estos productos con 19% de IVA, mientras que Uruguay lo fijó en 22%, los más altos de la región, recopiló la organización Plan Internacional.

El estigma que rodea a la menstruación se deriva de la desigualdad de género y la agrava. Expone a las niñas a discriminación, en gran parte basada en mitos y en una educación deficiente, y con el tiempo estas ideas erróneas pueden erosionar gravemente la confianza de las niñas y limitar sus oportunidades en la vida”, lamentó la organización fundada en España.

En ocasiones, persiste la idea de que la menstruación es una limitante, las niñas y jóvenes son excluidas de actividades cotidianas, o bien, faltan a la escuela.

La cultura del silencio en torno a la menstruación también significa que los productos menstruales de calidad no suelen ser prioritarios como gasto doméstico, lo que obliga a las niñas a utilizar alternativas poco higiénicas y potencialmente arriesgadas para su salud”, aseguró.

Para Paloma todavía existe falta de información que impide desenvolverse con normalidad en cada fase del ciclo menstrual.

Dicen que no podemos comer ciertos tipos de alimentos, que no podemos montar en bicicleta y que no podemos hacer ejercicio. Siendo que varios estudios demuestran que, cuanto más se practica el ejercicio físico, mejor es para el ciclo”, aseguró.

 

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*mcam

 

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