Día por la liberación de Abdullah Öcalan, líder del pueblo kurdo; 10 de octubre

Desde 1999, el líder del pueblo kurdo Abdullah Öcalan está recluido en la prisión de alta seguridad tipo F de la isla de Imrali, mar de Mármara, en calidad de preso político del Estado turco

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Abdullah Öcalan fue expulsado de Siria y en 1999, viajando hacia Sudáfrica, fue capturado en Kenia.

CIUDAD DE MÉXICO.

Desde 1999, el líder del pueblo kurdo Abdullah Öcalan está recluido en la prisión de alta seguridad tipo F de la isla de Imrali, mar de Mármara, en cali­dad de preso político del Estado turco. Todas las vías de comunicación, inclu­yendo cartas, faxes o lla­madas telefónicas le han sido prohibidos indefini­damente y sin excepción; hace años que muy pocas personas que no sean sus carcelarios pueden verlo.

Expulsado de Siria en 1998 por las presiones del gobierno turco, Öcalan vivió un periplo por Eu­ropa en busca de asilo polí­tico. En 1999 viajando hacia Sudáfrica, donde Nelson Mandela lo recibiría, fue secuestrado en Kenia, en un operativo conjunto de los servicios de inteligen­cia turcos (MIT), estadu­nidenses (CIA) e israelíes (Mossad).

Topógrafo de profe­sión, el delito de Öcalan fue fundar en 1978, junto con su mujer, Kesire Yildi­rim, y sus seguidores Haki Karer, Kemal Pir y Mazlum Dogan, el Partido de los Trabajadores del Kurdis­tán (PKK), para reivindicar los derechos de los kurdos, respetando la religión mu­sulmana y sus arraigadas tradiciones.

Su batalla incluía la libe­ración de las once provin­cias turcas del sudeste de Anatolia, y de la población kurda, un total de entre 25 y 35 millones de perso­nas repartidas en Turquía, Irán, Irak, Siria y en algunas ex repúblicas soviéticas.

El PKK inició la lucha armada en agosto de 1984 por la independencia de la población kurda que vive en Turquía; desde enton­ces mantiene una guerra no declarada entre los re­volucionarios y el gobierno turco, en la que han muerto más de 40 mil personas y miles han sido desplazadas así como desaparecidas.

En una declaración emitida por la copresiden­cia del Congreso de Socie­dades Democráticas del Kurdistán en Europa en 2020, se pidió que el 10 de octubre fuera declara­do Día de Acción Mundial por la Liberación de Öca­lan. El documento afirmó: “La conspiración inter­nacional cumple 21 años (actualmente 23) mientras Turquía sigue atacando todas las partes del Kur­distán. El aislamiento im­plementado contra Öcalan se ejecuta contra todo el pueblo kurdo. Turquía está llevando a cabo operacio­nes psicológicas y arma­das en Oriente Medio (...) Es hora de poner la paz, la estabilidad y la libertad como una alternativa al fascismo”.

El 21 de marzo de 2013, desde su reclusión, Öcalan hizo un “llamado históri­co” para el cese al fuego del PKK y la retirada de los combatientes del territorio turco.

El mensaje fue leído por políticos del partido kur­do de Paz y Democracia. “Nuestro objetivo es una democratización en el te­rritorio de toda Turquía”, dijo Öcalan; sin embargo, el PKK está incluido en la lista de organizaciones terroris­tas de Turquía, la Unión Eu­ropea y Estados Unidos.

El Kurdistán es una nación que se resiste a desaparecer. No es un país, no es un Estado, no es re­conocido por el concierto internacional; su líder vive silenciado; no obstante, su fuerza radica en el mito creado por sus seguidores.

En 2016, Öcalan se reunió con su hermano y le aseguró que no se ren­diría. Sus últimas palabras conocidas son: “Si el Esta­do (turco) está listo, puede enviar a dos personas a la isla y podemos empezar las negociaciones (de paz). Es­tamos preparados para eso. Por otra parte, cualquiera puede hacer lo que quiera. No tengo miedo del Estado. Ellos me pueden ejecutar aquí, pero nunca tomarán posesión de mi voluntad”.

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