Café Tacvba regresa a la CDMX

La banda se presentó en un Auditorio Nacional totalmente lleno acompañada de una sinfónica

thumb
grupo café Tacvba en concierto

María bonita recibió a Rubén, Meme, Quique y Joselo, los cuatro parados bajo varios faroles del Auditorio Nacional. La vuelta de Café Tacvba a casa, como presagió aquel épico anuncio del Vive Latino 2005, fue, anoche, una realidad.

Trópico de Cáncer los aligeró, unió e hizo parte de la celebración conducida por la buena vibra de Rubén, que se hiciera llamar Gallo Gas y Rita Cantalagua.

Irónico que, en día caótico por el parón de microbuseros, la rola de El Metro puso tan de ánimos la noche. “Qué chingón, una rolita del pasado. Hace rato que no la tocábamos”, dijo. No sólo el subterráneo naranja salvó a los capitalinos por la mañana, también les hizo la noche. Y ya que estaban en la onda nostálgica, El ciclón se presentó, inclemente y dando y dando vueltas.

Rubén usó un sombrero de palma similar, pero no el mismo escogido en la presentación de Un segundo Unplugged. Joselo dejó atrás la comodidad del cabello corto y lo dejó crecer; Quique y Meme, idénticos a como los tiene cualquier fan en su memoria.

Hay mucha tradición en el Auditorio Nacional, comodidad para fans chiquitos y no tan chavalones, sólo que escuchar Bar Tacuba, ver bailar a Rubén y escucharlo sobre los viejos tiempos donde les gustaba el pisto, dio sed y muchas ganas de estar libre de butacas.

Esa es la influencia del Café Tacvba sonando a bar y regalando tantos racimos de lindas florecitas. Las flores fue bastante contundente con esa vibra y Chica banda concluyó con la parte de mucha percusión.

Banda oaxaqueña para hacer una versión más regional de Muerte chiquita y Olita de altamar, el momento para rendir tributo a la madre naturaleza, los infaltables respetos de la banda al ahorro y cuidado del agua.

Pasó Quique a la voz para las primeras voces de Futuro, y rápido se sintió como una rola relativamente nueva (de 2017) es igual de poderosa que de antaaño. El que diga que el Café vive del pasado qué equivocado está. Así terminó la intervención regional.

Entró una gigantesca orquesta filarmónica para adornar el tercer acto inaugurado con El aparato. Lo bueno fue escuchar de nuevo, en la selva de concreto, el famoso grito de guacamaya de Rarotonga. Sin duda, ese es el legado de un grupo de satelucos que se declaró punk por medio de nuestras raíces y no de California o Londres.

Ahí radica su valor perpétuo, en el llevar a un organillero para retratar el foclor de la melancolía de Mediodía, tres doritos más tarde, Franklin y Nicté echando todo el pulmón para que los tacvbos se rifaran El Outsider. Iban de lo musical al arrabal de La chilanga banda y despecho de El puñal y el corazón.

Hasta el cierre de esta edición, la banda todavá tenía rolas como Eres, El baile y el salón, y Ojalá que llueva café, entre otras.

*En el siguiente enlace encontrarás las noticias de Última Hora

thumb
Visita nuestra Última hora