Bradley Cooper, maestro en múltiples áreas; compite por el Oscar en tres categorías
Bradley Cooper comparte cómo fue meterse desde hace seis años en la piel de Leonard Bernstein, por lo que fue nominado al Oscar

Aunque no haya ganado ninguna de las dos nominaciones por Nace una estrella, es evidente que aquella atención del Oscar dio a luz otro estilo de estrella con Bradley Cooper. Y lo demuestra al haber retomado el rol de director de cine, al mismo tiempo que volvió a ser nominado en otras categorías como protagonista (Mejor Actor), escritor (Mejor Guion Original) y productor de Maestro (Mejor Película), teniendo tres nuevas posibilidades de ganar el primer Oscar de su carrera.
¿Se puede comparar Nace una estrella con Maestro por la historia de amor de dos estrellas de la música, aunque sean géneros musicales diferentes?
Me parece fascinante el punto en común de la música entre Nace una estrella y Maestro, pero honestamente no fue algo para nada consciente. Yo ni siquiera sabía que iba a volver a dirigir otra película sobre estrellas famosas de música. Este proyecto apareció por mi pasión por la dirección de una orquesta. Y es cierto que el origen de las dos películas es la música, antes que nada. Primero fue la idea del sonido de una guitarra y después mi obsesión por conducir. Esa pepita de oro fue la primera chispa que prendió la llama: la música, pero no fue para nada intencional. Obviamente están alineados, pero el punto más en común me parece que se basa en la historia de una relación de pareja.
A pesar de la fama de Leonard Bernstein como director de orquesta, ¿te das cuenta que hay quienes no lo conocen tanto como a Lady Gaga en Nace una estrella?
En realidad yo tampoco sabía demasiado sobre Leonard Bernstein, pero en mi niñez, tenía una absoluta obsesión jugando a dirigir orquestas. Era una extraña obsesión donde pasé horas fingiendo que era un conductor de orquesta. Era un sueño imposible. Y al darme cuenta que podía escribir y dirigir una película con el tema, le llamé personalmente a Steven Spielberg porque él tenía los derechos. Así empezó todo. Recién después, tratando de pensar en la historia que podía contar, se me ocurrió que la base estaba en estas dos maravillosas personas, Leonard y Felicia Bernstein, por la relación entre ellos como el poder nuclear para hacer algo especial. Y así como en Nace una estrella tenía miedo de no arruinar la voz de Lady Gaga, cantando con ella, en este caso tampoco quise arruinar la música de Leonard Bernstein. Y pensé que si lográbamos filmar una película, podía tener el elemento musical, pero lo importante fue el momento en que Carey Mulligan aceptó protagonizarla conmigo.
Tampoco es ningún pecado comparar Maestro con la película Tar, en la que Cate Blanchett también había sido nominada al Oscar por el rol de una directora homosexual de orquesta. La gran diferencia es que esta vez, Cooper interpreta la verdadera historia del famoso director de orquesta sinfónica Leonard Bernstein, desde el matrimonio hetero (tan bien representada por Carey Mulligan), hasta las ocultas aventuras con amantes gay, en una historia de amor complicada por la fama y la época.

¿Cómo se explica la historia de amor entre un hombre y una mujer cuando el hombre, en este caso, es gay?
La gran razón que me llevó a filmar la película es justamente esa relación, porque investigando sobre ellos me di cuenta que realmente los dos representan el verdadero amor de sus vidas, en una forma para nada ortodoxa del modo en que nosotros pensamos sobre el matrimonio. Era una relación complicada, pero honesta.
TE RECOMENDAMOS: Así fue la primera ceremonia de los premios Oscar; ¡invitados compraban su entrada!
¿Cómo lograron la transformación física de la juventud o la vejez de Bernstein?
Kazu Hiro es el maquillador, con quien ya veníamos trabajado juntos durante años, con tonelada de pruebas, mucho antes de empezar con el rodaje. Incluso durante la filmación seguimos trabajando para refinar el look de Maestro. La gente cree que uno se sienta a dormir en la sala de maquillaje, pero fueron mañanas muy activas, cinco horas de trabajo para los dos, tratando de pensar como mejorar al día siguiente. No descansamos nunca, porque quería verme como un ser humano.
¿El mayor desafío de todo el rodaje, después del maquillaje?
Supongo que fue conocer esta persona más allá de las imágenes que yo tenía, porque siempre traté de humanizarlos, investigando lo más que pude, para después poder contar quiénes eran ellos. Ése fue el proceso, tratar de buscar la verdad, para poder contarla.
¿Y qué te sorprendió más en esa investigación?
Honestamente, todo. Todo fue un descubrimiento. Y lo que en realidad me sorprendió más fueron las frustraciones de su vida. Hasta yo me sentí frustrado con él, al momento de escribir el guion, porque abarcaba demasiado al mismo tiempo, sin poderle poner una etiqueta de nada. Al mismo tiempo, era consistente en quién era él. Me forzó a pensar en el cine de una forma diferente, a pensar en el ritmo de una forma diferente, a pensar en la forma de contar una historia en forma diferente. Me forzó a expandirme artísticamente, para contar su historia.
¿Con tres nominaciones al Oscar en categorías tan diferentes, nunca dudaste en poder dar un 100% por estar ocupado en tantos trabajos al mismo tiempo?
Es una buena pregunta porque fue algo absolutamente terrible. Seis años atrás, al principio parecía tremendo, pero después fue volviéndose todo mucho más fácil. En cierto momento sentí que estaba retrocediendo cinco pasos y llegué a pensar que no iba a poder con todo. Pero yo también trabajé muy duro a lo largo de estos años. Tuve la suerte de contar con seis años de preparación. Incluso antes de estrenar Nace una estrella ya había empezado a trabajar en la voz de Leonard Bernstein, cinco días a la semana, durante cuatro años y medio. Y con el guion, por suerte Carey (Mulligan) es muy flexible porque hubo días en que escribía escenas nuevas, el mismo día, para explorar algo diferente.
Y el día del rodaje, teniendo todo en mi cabeza, yo también me sentía mucho más cómodo en el estudio con la total libertad para dirigir y actuar.
¿Qué tan difícil resultó dirigir y actuar al mismo tiempo las escenas donde se muestra que el maestro Bernstein es gay?
El primer día de rodaje filmamos la escena donde un viejo Bernstein le enseña a conducir la orquesta al joven Willard, fue un día de pánico porque era la primera vez que iba a estar frente al equipo de filmación para dirigir. Y le pedí a uno de mis mejores amigos, Gabe Fazio, que lo conozco desde que estudiamos juntos, lo aproveché como un ancla. Él interpretó al asistente del maestro llegando en un Jaguar, mostrando que somos gay, sabiendo que el factor ‘gay’ estaba ahí. Supe que con él, yo iba a estar bien y por suerte aceptó el rol.

Al principio, Cooper pensó que no podría abarcar distintos aspectos en la película.
Y al momento de dirigir la orquesta sinfónica, ¿cómo lograste que los músicos te entendieran como a un verdadero director?
La Orquesta Sinfónica de Londres se lleva el crédito en ese sentido, por la habilidad de haberse ajustado a mí. Es una buena pregunta porque fue una parte muy difícil del rodaje donde traté de canalizar a Bernstein, sin tratar de imitarlo, tratando de aprender a conducir una orquesta con la libertad de su físico, moviéndose al compás de la melodía. Fue sólo una interpretación, pero la orquesta sabía lo que tenía que hacer, porque lo habían ensayado antes. Yo sabía que si me equivocaba, ellos igual iban a poder seguir tocando igual, claro.
¿Ninguno de los músicos se rio por algún error que pudiste haber tenido?
La escena de la catedral donde tuve que conducir me dio pánico, porque aunque la gente decía que estaba bien equivocarme, yo pensaba todo lo contrario, porque si algo salía mal podía arruinar toda la película. Cualquiera podía decir que no era un buen conductor de orquesta. Y tenía en frente a la verdadera Orquesta Sinfónica de Londres, tocando durante seis minutos y 23 segundos. Tuve que aprender a conducir la orquesta con un video del verdadero maestro conduciendo una orquesta en los años 70.
Pero, ¿no te equivocaste en ningún momento?
El primer día me equivoqué, me la pasaba dirigiendo detrás del tiempo correcto. Me olvidaba cuando había cambiado el tiempo. Yo no podía creer que estaba arruinando el mejor momento, frente a la mejor orquesta del mundo, una de las tres mejores orquestas del planeta. Fue horrible. Era una catedral de verdad, toda vacía para nosotros. Y volví a llamar a todos, recé una plegaria delante de todos, rezándole a Bernstein, agradeciéndole sin pedirle nada. Y esa es la escena que está en la versión final.
Para terminar, ¿qué lecciones de Nace una estrella pudiste aplicar como director de cine en Maestro?
Aprendí muchísimo con Nace una estrella, pero también con el rodaje de El callejón de las almas perdidas con Guillermo Del Toro y con Paul Thomas Anderson en Licorice Pizza porque me permitió pasar tres semanas con él, mirando los lentes y las pruebas de cámara, tragando todo lo que pudiera. La forma en que él usa grúa tecno, la usé en Maestro. En Nace... y todos los proyectos en que trabajé, me empapé de todo lo que pude, para tratar de evolucionar como director. Claro que con Nace... fue mucho más que cualquiera, porque ahí sentí que esto es exactamente lo que quiero hacer. La gran lección que aprendí con Nace... es darme cuenta que finalmente encontré mi centro como artista.
cva
EL EDITOR RECOMIENDA



