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Función

'Eso que llaman'... Raphael

Raphael 'El divo de Linares' demuestra en concierto que 'sigue siendo aquel' que conquistó a su público desde hace más de 50 años

Rodolfo Monroy / Fotos: Cortesía de Fernando Aceves | 14-04-2013

CIUDAD DE MÉXICO, 14 de abril.- Tiene 52 años de trayectoria artística, está a punto de cumplir 70 años de edad y Raphael sigue siendo aquel joven cuyo rostro expresa más que mil palabras. Cuyas manos no cesan de moverse, de ser llevadas a la cabeza, de tocarse la cara en señal de desesperación y de cerrar uno de sus puños para tocar con firmeza su pecho.

Raphael sigue siendo aquel que baila como si estuviéramos en plenos años 60 o el que mueve un pie con sigilo hacia el frente, para llevar el otro, que descansa atrás, de la misma manera.

El divio de Linares sigue siendo aquel que logra que las jovenzuelas, ahora mujeres maduras como él, desgarren sus gargantas al gritarle cuánto lo aman, que se levanten de sus asientos, recuerden los mejores pasos de baile de su juventud y que canten con tal sentimiento como si fueran ellas las que estuvieran sobre el escenario.

El tiempo en este más de medio siglo de voz y música pareció detenerse y crear una comunión que sólo él, Raphael, y sus fanáticos, lo saben. Casi tres horas de música, recuerdos y sentimientos a flor de piel inundaron anoche el Auditorio Nacional, en el primero de dos conciertos que ofreció el español en México.

El Auditorio tiene su primera 'gran noche'

El motivo, presentar su nuevo disco Mi gran noche, en la gira del mismo nombre y que el intérprete inicia en nuestro país, en el cual lleva seis años consecutivos presentándose.

Minutos después de las 20:00 horas, Raphael irrumpió en el escenario para interpretar temas como Si ha de ser así, Mi gran noche, Los amantes, Digan lo que digan, Poco a poco y Ella, por mencionar sólo algunos.

Al público parecía importarle poco cual tema sucedía a cual, pues disfrutaba cada interpretación del español como si fuera la mejor.

Pero Raphael marcaba la diferencia, como cuando presentó "las joyas de la corona, cariñosamente las llamo así porque son canciones históricas, como ésta: Hablemos del amor".

A ésta siguió Estuve enamorado, en la que Raphael movía a discreción su pelvis, como si los años no hubieran pasado, arrancando los gritos de euforia y aprobación de las asistentes.

Temas como Cuando tú no estás, Desde aquel día, Si no estuvieras tú o Maravilloso corazón parecían ser los mejores, pero el cantante sorprendía cada vez con su voz y luego de terminar cada uno de ellos, el público le agradecía aplaudiéndole de pie.

Teatralidad en la voz

Y El divo de Linares seguía, cada una de sus melodías estaba llena de teatralidad, de expresión y de movimiento cuando bajaba o subía de unas escaleras que estaban sobre el escenario.

Raphael proyectaba la voz, sostenía una nota, callaba de repente, expresaba dolor o sorpresa con el rostro y al final sonreía. Adoro, de Armando Manzanero, el tango Nostalgias, el cual cantó sentado,  Payaso o En carne viva, llevaron a la concurrencia a un éxtasis total, pero sin duda una de las ovaciones más prolongadas y entusiastas vino cuando cantó a capella Para volver a volver, y su voz se escuchaba en cada rincón del Auditorio.

El final se acercaba y el respetable no quería dejar ir  a su ídolo, aunque lo mejor, si es que aún pudiera haberlo para ellos, estaba por llegar: Escándalo, Ámame, Qué sabe nadie y Balada triste de trompeta.

No podía faltar Como yo te amo, en el que Raphael aseguraba, "Como yo te amo, México, tanto, tanto, tanto", en la que se llevó la mano a la boca en señal de juramento, y su clásico Yo soy aquel. El público del recinto, completamente de pie, aplaudía sin cesar, no lo quería dejar ir, pero él, bromista también, señaló con las manos que debía comer y dormir… y se fue.

Raphael abandonó el escenario y demostró que sigue siendo aquel que seduce a su público con su voz, sus movimientos corporales y esa sonrisa de oreja a oreja, como si se trata de un chaval.

cmd

 

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