¿Quién fue Manuela Medina La Capitana, la heroína que mencionó Claudia Sheinbaum?

Manuela Medina, conocida como 'La Capitana', fue una mujer indígena que luchó junto a Morelos en siete batallas y murió en la pobreza tras la Independencia

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Manuela Molina, heroína de la Independencia de México

En los relatos de la Independencia de México, los nombres de hombres como Miguel Hidalgo, José María Morelos o Vicente Guerrero suelen ocupar el centro; sin embargo, entre las filas insurgentes también hubo mujeres que cargaron armas, planearon estrategias y defendieron ideales de libertad hasta sus últimas consecuencias.

Una de ellas fue Manuela Medina, conocida como “La Capitana”, una mujer indígena que se ganó su grado militar en el campo de batalla y que hoy comienza a ser recordada como símbolo de resistencia.

Una vida marcada por la desigualdad

Manuela Medina nació en 1780 en Taxco, Guerrero, en el seno de una familia indígena. Poco se sabe de su infancia, pero se tiene registro de que creció en un entorno marcado por la pobreza y la discriminación.

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La falta de oportunidades y la rigidez del sistema colonial le dieron de cerca las razones que más tarde la moverían a unirse a la lucha.

Al igual que muchas mujeres de su época, fue testigo de cómo las decisiones políticas y militares se tejían en un mundo dominado por varones, pero eso no impidió que encontrara la forma de abrirse paso.

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Su condición indígena fue determinante: no solo la colocaba en una situación social de marginación, también le dio una perspectiva distinta sobre la independencia.

Para ella, la lucha no era únicamente por romper los vínculos con España, sino también por dignificar a los pueblos que habían sido históricamente relegados.

El encuentro con la causa insurgente

En 1810, tras el levantamiento encabezado por Miguel Hidalgo, las noticias de la insurrección se esparcieron rápidamente por la región. Medina se unió a las filas insurgentes convencida de que la libertad no debía ser privilegio de unos cuantos.

Sus habilidades de liderazgo y su determinación la hicieron destacar. Con el tiempo, fue reconocida por la Suprema Junta de Zitácuaro, que le otorgó el rango de capitana.

El nombramiento no era un gesto simbólico: implicaba mando militar real. Medina encabezó a grupos de combatientes, organizó ofensivas y participó activamente en la planeación de batallas.

Su figura rompía los moldes de género y de casta que definían a la sociedad novohispana, demostrando que las mujeres y los indígenas podían asumir puestos de responsabilidad.

La Capitana en el campo de batalla

La trayectoria militar de Manuela Medina se extendió por varias acciones decisivas. En abril de 1813 acompañó a José María Morelos en la toma del puerto de Acapulco, un punto clave para el comercio novohispano.

Meses más tarde, participó en la rendición del Castillo de San Diego, donde se consolidó la presencia insurgente en la región.

En cada uno, Medina luchó al frente, espada y fusil en mano, ganándose el respeto de sus tropas y el apodo de La Capitana.

Su entrega era tal que rechazó varias veces las ofertas de indulto de los virreyes. Mientras algunos insurgentes negociaban su rendición para salvar la vida, ella mantuvo su postura: no se trataba de sobrevivir, sino de asegurar que la independencia se alcanzara sin concesiones. Esa firmeza la convirtió en una de las voces más radicales y coherentes del movimiento.

Heridas y últimos años

La guerra, sin embargo, cobró un alto precio. Medina fue herida en combate por tropas realistas y las secuelas de esas lesiones la acompañaron hasta el final de sus días.

Incapacitada para volver al frente, pasó sus últimos años en Texcoco, Estado de México, en condiciones de precariedad. Murió el 2 de marzo de 1822, poco después de consumada la independencia.

Lejos de los reconocimientos y sin fortuna personal, su vida cerró de manera silenciosa, como la de muchos combatientes que entregaron todo a una causa que no siempre devolvió justicia a quienes la sostuvieron.

Un legado recuperado

Durante décadas, Manuela Medina fue una figura marginal en los relatos históricos. Su nombre aparecía en manuales escolares de manera secundaria, sin la dimensión heroica que se le daba a otras mujeres insurgentes como Josefa Ortiz de Domínguez o Leona Vicario. Sin embargo, su papel resulta único: fue la única mujer reconocida con grado militar y mando efectivo en la guerra.

En su primer Grito de Independencia como presidenta, Claudia Sheinbaum alzó la voz en favor del reconocimiento de figuras históricas que habían quedado al margen de la memoria oficial.

Entre sus arengas se escuchó: “¡Viva Manuela Medina, ‘La Capitana’!”, una expresión que resonó como símbolo de reivindicación para mujeres indígenas que lucharon en la Guerra de Independencia.

Sheinbaum también hizo énfasis en destacar a la mujer indígena como parte fundamental de la historia nacional. Al reconocerla públicamente, dijo que Manuela Medina —a quien en otras fuentes se le identifica como Manuela Molina— fue una indígena originaria de Taxco que sin tener oportunidad de estudiar, caminó grandes distancias para unirse a la causa insurgente, hasta ganar el grado de capitana y comandar tropas.

bgpa