Muere Fernando Botero, una mirada lúdica y crítica

El pintor y escultor colombiano, famoso por sus figuras robustas y quien trabajó hasta el final de sus días, falleció en su casa de Mónaco a los 91 años debido a una neumonía.

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Fernando Botero

Autor de una obra lúdica que “sacaba una sonrisa”, pero a la vez ofrecía una “crítica sutil” de las sociedades violentas, el pintor, escultor y dibujante colombiano Fernando Botero (1932-2023) murió ayer a los 91 años en su casa de Mónaco.

Mi papá falleció esta mañana (viernes) a las 9:00 a.m. Llevaba cinco días bastante delicado de salud, porque había desarrollado una neumonía”, informó su hija Lina Botero en la red social X.

Llevaba varios años con un parkinson rígido... Llegó un momento en que se le estaba dificultando muchísimo respirar. Afortunadamente murió tranquilamente”, declaró a Blu Radio de Colombia.

Señaló que “siguió pintando hasta el final; ya no al óleo, porque le costaba mucho trabajo estar de pie, pero trabajaba la acuarela”, agregó. El sábado pasado trabajó por última vez en su taller de Mónaco, añadió.

Considerado unos de los artistas actuales más conocidos y mejor cotizados, museos de todo el mundo, instituciones de cultura y creadores lamentaron el fallecimiento del creador de un universo donde cohabitan los toros, los bodegones, los personajes voluminosos y la violencia que enfrenta su país natal.

En marzo de 2022, su escultura Hombre a caballo se vendió en una subasta de arte latinoamericano de Christie’s en Nueva York por 4.3 millones de dólares, alcanzando un precio récord para el artista colombiano.

Durante su carrera llegó a hacer más de 3 mil pinturas y 300 esculturas, una muestra de su capacidad de creación. La mera idea de abandonar los pinceles “me aterra más que la muerte”, solía decir Botero.

El presidente colombiano Gustavo Petro escribió en su cuenta de X: “Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz. De la paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono”.

Y Daniel Quintero, alcalde de Medellín, ciudad natal de Botero, decretó siete días de luto y anunció que le rendirá un homenaje desde Plaza Botero y demás sitios “donde su legado permanecerá por siempre”.

La promotora cultural Miriam Kaiser comenta en entrevista que Botero “es un artista clave del arte latinoamericano y, yo diría, del arte universal. Tiene su signo muy definido, tanto en pintura como en escultura. Tuvo ese tino de mandar sus esculturas a las ciudades más importantes del mundo. Él fue uno de los pioneros en poner el arte cerca

del público”.

La directora de los museos mexicanos más importantes destaca que “su escultura era lúdica, te sacaba una sonrisa; tiene un toque de gracia, de alegría. Pero también, aunque de una manera sutil, fue un crítico de la realidad. Su arte, aparentemente amable, atrás tenía un toque

de crítica”.

Para el doctor Daniel Montero, investigador colombiano de Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la fama internacional de Fernando Botero es indudable. “Tiene momentos muy acertados, sobre todo en su producción pictórica, más que en la escultórica. Las pinturas que retrataban la violencia, no sólo en Colombia, sino en otras partes del mundo, son significativas; así como las que hacen referencia a la historia del arte”.

Quien estudió Arte en la Universidad de Los Andes en Colombia considera que, “más allá de un asunto netamente formal, Botero pudo mostrar en sus pinturas la violencia de una manera muy particular, sutil y contextual: la relación de la muerte y la religión en Colombia.

Estas obras fueron muy problemáticas. El artista trató de cancelar, de alguna manera, tal vez pensando en el mercado del arte, su punto de vista crítico. No se conoce esto a nivel popular. Es un creador más interesante de lo que mucha gente piensa. Hizo mucho por la gestión del arte en Colombia”, destaca.

El historiador del arte y curador Juan Coronel Rivera afirma tajante que Botero fue un fenómeno comercial. “Su popularidad llevó a muchos museos y curadores del mundo a considerarlo como un artista a tomar en cuenta. Pero, en mi opinión, con él empieza la veneración al mal gusto del público. Se posiciona una línea identificable, una marca plástica, que se relaciona con una suma importante de dinero; pero que no es un producto visual importante. Tener un Botero en tu casa, es como tener un Ferrari en tu garaje”.

El también escritor y fotógrafo indica que el colombiano “representa una marca de consumo, donde no hay una reflexión crítica y mucho menos filosófica. Es un producto mercantil y no cultural. Representa la trivialización de la cultura. Sus obras son un objeto de cambio, una divisa. Y no un producto cultural reflexivo”.

Polémico, famoso y muy querido por el público latinoamericano, Fernando Botero tenía un especial cariño por México, asegura Teresa Vicencio, quien era directora del INBA en 2012, cuando Botero festejó sus 80 años de vida con una retrospectiva en el Palacio de Bellas Artes, que reunió

177 piezas.

La pertinencia de la exposición es que era la mirada de Lina, un homenaje de una hija a un padre. Él estaba muy contento. Le daba mucho peso a exponer en México, a pesar de que ya había conquistado toda Europa. Me impresionó el respeto y la gratitud que sentía por estar en el máximo recinto cultural mexicano”, evoca. (Con información de AFP)

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