Molière como ejemplo; binomio, literatura y poder

CIUDAD DE MÉXICO. Sin libertad no hay creación. Esto demostró el dramaturgo, actor y poeta francés Molière (1622-1673), quien tuvo “una gran capacidad para abrirse libertades en una Europa en guerra, durante la consolidación del poder absoluto y cuando la libertad de conciencia estaba en transición”, afirma tajante el jurista Diego Valadés (1945).

El padre de la comédie française, autor de farsas, comedias, tragicomedias y comédie-ballets, “tuvo la inteligencia de captar el interés de Luis XIV y advirtió cómo el rey estaba construyendo ese poder absoluto.

También intuyó que quienes ofrecían una mayor resistencia a esa concentración del poder eran los nobles y el clero; y a esa nobleza hipócrita y acomodaticia dirigió sus dardos. Eso le resultó funcional al rey”, explica el abogado en entrevista con Excélsior.

Hoy podemos ver a Molière como un protagonista en el proceso de secularización del poder y eso es lo que representa el artista en todo momento. El intelectual es quien va abriendo los nuevos espacios, va generando las nuevas corrientes de pensamiento que nutren los procesos creativos y orientan a los procesos de gobierno”.

El investigador emérito de Jurídicas de la UNAM aborda la obra del escritor galo y su relación con el poder, en el marco del 400 aniversario de su nacimiento, en las Lecturas estatutarias de la Academia Mexicana de la Lengua, cuyo video se transmitirá hoy, a las 13:00 horas, por las redes sociales del organismo al que pertenece.

Me ha interesado la literatura como una fuente de información y de análisis para conocer los procesos del poder. Nadie se desenvuelve con tanta libertad para conocer las decisiones y las maquinaciones de los hombres en el poder como quienes pueden hacerlo de manera libre, básicamente los escritores.

Las relaciones entre el poder y los intelectuales varían según el régimen de gobierno; son de alguna forma un elemento testigo que nos permite identificar cuál es la tolerancia que prevalece en una situación determinada”.

El político sinaloense asegura que “si bien había muchas limitaciones para las libertades en los periodos de absolutismo, en el caso de Molière pudo abrirse un espacio para decir lo que le interesaba. Ocupó dos escenarios, uno ante la burguesía del siglo XVII en Francia, y otro en la corte real y los palacios de la nobleza.

Era un crítico que hacía ver en un espejo a sus propios espectadores y procuraba y promovía la risa a costillas de su público. Y con eso les mandaba un mensaje de temperancia y moderación. Enviaba un mensaje de ética pública e interpretaba y canalizaba la crítica que existía en la sociedad”, indica.

Valadés admite que le interesan escritores como Molière, Dante o Cervantes. “Los intelectuales han sido los aliados tradicionales para la consolidación de los sistemas democráticos o de avanzada social.

Y, por el contrario, cuando los gobernantes adoptan una actitud de hostilidad o acoso con relación a los intelectuales, que tienen habitualmente una posición crítica, lo que se genera son deformaciones en el ejercicio del poder e incomunicación”,

Si bien Molière nunca criticó al monarca, aclara, “sí pudo hacer ese alarde de libertad porque lo apoyó el más poderoso de todos; pero no perdió su libertad frente a él. El rey apadrinó a su hijo mayor, pero no hubo subordinación intelectual. Nos dejó muchas lecciones”, dice.

Destaca que el hecho de que haya espacios de libertad no implica que existan políticas de apoyo o no apoyo a los creadores o comunicadores; éstas dependen del funcionamiento del Estado.

En México tenemos un espacio de libertad garantizado por la Constitución; pero hay un déficit de gobernabilidad, porque los protagonistas de las libertades son limitados no por el poder político, sino por el fáctico”, concluye.

MUESTRAN EL ARTE DE INDONESIA

La exposición Revolusi! Indonesia Independent, que se exhibe en el Museo Rijks de Amsterdam, presenta más de 200 piezas artísticas que ofrecen una perspectiva internacional sobre la lucha por la independencia de Indonesia del Imperio colonial holandés durante el periodo 1945-1949. Entre las piezas en exhibición hay desde recuerdos de propiedad privada hasta pinturas prestadas por coleccionistas de arte.