Historiadores se dividen por declaraciones de Albares sobre el pasado México-España
Las palabras del canciller español sobre la colonización dividen opiniones en el ámbito académico

Varios historiadores han mostrado opiniones divididas sobre las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, quien este viernes afirmó que ha habido “dolor e injusticia hacia los pueblos originarios” de México, algo que forma parte de la “historia compartida” que no puede negarse ni olvidarse. Algunos especialistas calificaron las palabras como “correctas”, mientras que otros las consideraron un “despropósito”.
Como toda historia humana, tiene claroscuros. Ha habido dolor e injusticia hacia los pueblos originarios. Hubo injusticia, justo es reconocerlo y lamentarlo. Esa es parte de nuestra historia compartida, no podemos negarla ni olvidarla”, expresó Albares durante la inauguración de la muestra de arte de mujeres indígenas mexicanas La mitad del mundo. La mujer en el México.
Posturas encontradas en el ámbito académico
Para el historiador Xosé Manuel Núñez Seixás, Premio Nacional de Historia, estas declaraciones son “bastante correctas”. “Frente a tanto discurso que sigue reverdeciendo los laureles de la conquista, la colonización, la evangelización y presentando a los conquistadores españoles como héroes y a los misioneros como figuras incuestionables, está bien que se reconozca que fue un proceso en el que hubo muchas sombras”, señaló en entrevista con Europa Press.
No obstante, puntualizó que también sería deseable que México y otros países latinoamericanos reconocieran que “buena parte de esas injusticias y oprobios continuaron, e incluso se acentuaron en algunos casos, cuando pasaron a existir como Estados independientes”.
Por su parte, el catedrático emérito de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, José Luis Villacañas, consideró que las palabras de Albares representan “un buen paso” en la voluntad del Gobierno de España por superar diferencias derivadas de la carta que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, envió a la Corona hace unos años.
Sin embargo, advirtió que se trata de un gesto “insuficiente respecto de un trato diplomático adecuado a lo que verdaderamente son las realidades existenciales históricas entre España y México”, y opinó que tales manifestaciones deberían provenir no del Gobierno, sino del rey Felipe VI.
Críticas por una “visión unidireccional” de la historia
En contraste, el catedrático de Historia Medieval y novelista José Luis Corral acusó al ministro Albares de cometer “despropósitos históricos” con una “visión unidireccional de la historia”, influenciada por lo que calificó como “la leyenda negra”.
Está teniendo una visión unidireccional y, además, con un criterio presentista, que es el peor error que puede cometer un historiador o un político metido a historiador”, declaró Corral a Europa Press.
También recomendó al canciller español leer la historia que se escribe “no precisamente desde España, sino sobre todo desde América”, para darse cuenta de que esa visión única “es un error monumental”.
Voces mexicanas y la narrativa de la conquista
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, valoró como “muy importante” la declaración de Albares. “Es el primer paso”, sostuvo la mandataria, quien al igual que su antecesor, López Obrador, ha insistido en que España ofrezca una disculpa por lo que denomina “la invasión violenta”.
Sin embargo, el historiador mexicano Juan Miguel Zunzunegui calificó como “ridícula” la insistencia en que el rey Felipe VI pida perdón por la conquista. Afirmó que “no existe” la conquista: “México no existiría sin España y viceversa”, subrayó.
Espero y confío plenamente en que Felipe VI no se disculpe nunca. Si lo hiciera, sería una falta de respeto hacia México, porque sería como pedir perdón por el hecho de que México exista”, dijo.
Zunzunegui también criticó el discurso de Sheinbaum, al que acusó de buscar manipular ideológicamente a los ciudadanos. “Habla como si fueran tontos. Lleva siete años convirtiendo al pueblo mexicano en incapaz de reflexionar, de pensar, de ver la historia y comprender causa y efecto”, afirmó.
Recalcó que “México no existiría sin España”, de la misma forma que “España no existiría sin México”. “Es una relación de ida y vuelta. Somos hermanos, somos el mismo pueblo. Tenemos la misma lengua, estamos forjados por la misma religión y por la misma filosofía. Nos unen tantas cosas que hablar de una gran conquista es absurdo”, insistió.
Finalmente, recordó que en el siglo XIX “nunca se hablaba en los libros de conquista”. “Ese relato de que los españoles llegaron, nos conquistaron, nos saquearon, nos sometieron y nos destruyeron surge después de la Revolución Mexicana. Es una narrativa cargada de ideología y llena de falsedades”, concluyó.
La polémica en torno a las declaraciones del ministro español José Manuel Albares se inscribe en un debate histórico, diplomático y político de larga data, especialmente en el marco de las tensiones surgidas desde 2019, cuando el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador envió una carta al rey Felipe VI y al Papa Francisco solicitando una disculpa por los agravios cometidos durante la conquista.
En cuanto a la posición oficial de España, cabe señalar que la Corona y el Gobierno han rechazado sistemáticamente emitir disculpas formales, argumentando que los acontecimientos deben comprenderse en su contexto histórico. No obstante, las declaraciones de Albares reflejan un giro discursivo más conciliador, que contrasta con la línea adoptada por administraciones anteriores.
Panorama actual de los pueblos originarios
De acuerdo con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) de México, actualmente existen 68 pueblos indígenas reconocidos oficialmente, que representan alrededor del 15.1% de la población nacional, lo que equivale a más de 17 millones de personas, según el Censo INEGI 2020. La marginación estructural, la discriminación y la violencia siguen siendo desafíos persistentes para estas comunidades.
Diversos estudios académicos, como los de Patrick Johansson Keraudren o Enrique Florescano, han documentado el impacto devastador de la conquista española sobre las poblaciones originarias: reducción drástica de la población indígena (de cerca de 25 millones a menos de 2 millones en menos de un siglo, según cifras del historiador Sherburne F. Cook), imposición religiosa y destrucción de estructuras sociopolíticas preexistentes.
El debate sobre la noción de “conquista”
Es importante señalar que la idea de que la “conquista” es una construcción reciente ha sido ampliamente refutada por especialistas. Aunque es cierto que el término ha sido reinterpretado desde distintas posturas ideológicas a lo largo del tiempo, la noción de conquista aparece ya en las crónicas del siglo XVI, como las de Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortés, donde se describe explícitamente la toma violenta de territorios, la sujeción de pueblos y la conversión forzada al cristianismo.
Sobre la llamada “leyenda negra”: el concepto ha sido utilizado históricamente para denunciar una visión exageradamente negativa del papel de España en América, especialmente promovida por rivales europeos como Inglaterra y los Países Bajos. No obstante, su uso hoy en día es polémico porque tiende a invisibilizar o minimizar el impacto real de las acciones coloniales en los territorios indígenas.
Dimensión diplomática y cultural del presente
La declaración de Albares coincide con un renovado esfuerzo de acercamiento cultural, como lo demuestra la exposición “La mitad del mundo. La mujer en el México indígena”, inaugurada en Madrid. Esta iniciativa forma parte del programa de cooperación cultural entre México y España, con miras a fomentar el diálogo en un marco de respeto mutuo.
Sin embargo, como apuntó el filósofo José Luis Villacañas, una respuesta oficial del rey sigue siendo esperada por ciertos sectores políticos mexicanos, especialmente por el actual gobierno federal.
La declaración del canciller Albares, si bien simbólica, reaviva un debate más amplio sobre la forma en que se construye la memoria histórica en el espacio público y sobre quién tiene la legitimidad para narrarla. Las posturas encontradas entre historiadores, políticos y figuras públicas reflejan tensiones no solo entre naciones, sino también dentro de las sociedades que aún lidian con las consecuencias de un pasado colonial complejo y no resuelto.
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