Anthony Passeron: el Sida, una verdad dolorosa
El escritor francés narra en Los hijos dormidos cómo afectó esta enfermedad a su familia y la vuelve a poner en el centro de la discusión

QUERÉTARO.– Negación, vergüenza, silencio y mentiras. Todo esto enfrentaban en los años 80 del siglo pasado un enfermo de sida y su familia en la Francia rural, además de la agonía, cuando el virus aún se desconocía.
El escritor francés Anthony Passeron (1983) decidió indagar, 40 años después de que su tío Désiré muriera de sida, sobre el silencio familiar que rodea a su muerte y sobre la epidemia.
De esta forma dio vida a Los hijos dormidos (Libros del Asteroide), un volumen a caballo entre la crónica, las memorias y la novela en el que el autor entrelaza dos relatos: la irrupción del virus en su familia y la lucha contra el patógeno en los hospitales franceses y norteamericanos.
Mis padres y mis tíos sí se enfrentaron a la enfermedad; pero no a los rumores y a la vergüenza. Y yo, que era niño en ese tiempo, no vi la enfermedad, pero siento una responsabilidad de contar la historia”, explica en entrevista con Excélsior.
El profesor de Humanidades e Historia aclara que, más que de mentiras, él hablaría de eufemismo. “Para mi abuela, decir la verdad era demasiado violento. Por eso se negó una parte de la verdad. Y a nivel colectivo la palabra más importante es negación, porque los gobiernos miraron para otro lugar, ya que la gente afectada era de segunda zona, homosexuales y drogadictos”.
Quien ganó con este libro el Prix Wepler-Fondation La Post y el Prix Première Plume dividió el título en dos partes: en la primera narra la historia del tío Désiré, y en la segunda la de la prima Emilie, su hija, quien también resultó seropositiva.
El autor pasa de una mirada sociológica a una más afectiva. “En la primera parte cuento una historia que no viví. Y en la segunda parte narro algo en que sí participé, por lo que hay una implicación emocional grande. Soy más crítico en la primera parte que en la segunda, que es la más dolorosa para mi familia”.
Passeron destaca que, en Francia, “los actores que enfrentaron más cerca la epidemia no fueron ni el gobierno ni los médicos, sino los activistas”.
Y que, de hecho, actualmente, “el gobierno se ha desentendido del sida, a pesar de que este virus sigue contaminando a unas cinco mil personas cada año en Francia. La novela vuelve a poner en el centro está lucha que no ha terminado”.
Concluye que, en la crisis del sida, los niños seropositivos son los más olvidados. “Quise escribir una novela sobre los invisibles y tuve que incluir la historia de mi prima, porque los niños son aún más invisibles”.
Dice que piensa seguir por el camino de la no ficción con historias relacionadas con su familia y el medio rural francés.
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