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Expresiones

Custodiar el enigma, tarea del traductor; Alberto Manguel presentará Don Quijote y sus fantasmas

El prestigiado escritor argentino ofreció ayer una charla magistral en el marco de la III Feria Internacional del Libro Universitario

Juan Carlos Talavera | 28-08-2019
“La misión (de la traducción) no es exponer a la luz esos misteriosos y engranajes (de la ficción), sino asumirlos como secretos”, Alberto Manguel.
“La misión (de la traducción) no es exponer a la luz esos misteriosos y engranajes (de la ficción), sino asumirlos como secretos”, Alberto Manguel.

CIUDAD DE MÉXICO.

La tarea de traducir todavía es denigrada y menospreciada, aunque desde hace dos siglos Goethe definió a los traductores como “ajetreadas Celestinas” que hacen alarde de insuperables encantos y de una belleza semioculta bajo un velo que provoca el irresistible deseo por ver el original, un oficio sin el que muchos libros no habrían visto la luz en otras lenguas y semejante al acto de escribir, dijo ayer Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948) durante la charla El lector secreto: elogio del traductor, en la Biblioteca Nacional de México.

En todo caso, dijo, la traslación es el acto más íntimo de la lectura en donde una versión bien lograda confía en la intuición creativa del lector y mantiene el misterio del original, mientras que las malas traducciones nacen como textos espurios que revelan todo, o casi todo de un texto”, comentó durante la III Feria Internacional del Libro Universitario (Filuni).

Acompañado del escritor Vicente Quirarte, Manguel, lector reflexivo y discípulo borgeano, recordó que las obras maestras son, en gran parte, misteriosas y, por tanto, no dan explicaciones de todo ni rinden cuentas de sus propósitos. Y “la razón por la cual seguimos leyéndolas es porque siempre dejan más por descubrir... con esa zona de sombra debe permanecer en las buenas traducciones”.

 

Imagen intermedia

 

Y aunque reconoció que un traductor que conoce el oficio sabe más sobre la obra que traduce que su propio autor, “su misión no es exponer a la luz esos misteriosos y engranajes (de la ficción), sino asumirlos como secretos, poniendo en otras palabras lo que parecen decir y conservando implícitamente lo que tienen de indecible. Mientras que las malas traducciones revelan todo y, por lo tanto, parecen espurias”.

Autor de Historia natural de la curiosidad y El viajero, la torre y la larva, Manguel reveló que desde “los estudios medievales —empezando por San Agustín— ya se esperaba del traductor un elemento que se llamaba caritas (en latín) y que ha sido traducido imperfectamente como “caridad”.

Pero caritas no significa indulgencia, descuido por cariño ni negligencia por amor, sino el cuidado de lo esencial, profundo entendimiento amoroso, consideración por el bienestar del otro, respeto por el sentido de sus palabras y severa atención a su voz. Y bajo ese entendido nuestros antepasados pedían ser traducidos”, puntualizó.

 

ACTO ÍNTIMO

 

Manguel comparó las medidas tomadas por el gobierno de Donald Trump con las del régimen nazi y aseguró que su endurecimiento en Texas, con el aislamiento de más de tres mil niños que han sido vejados y aislados, es un panorama similar a los campos de concentración.

Nosotros hablamos de los campos de concentración nazi y sabemos que nada se puede comparar a Hitler, pero un campo de concentración es un campo de concentración, y nosotros vamos a ser una generación o varias que son testigos de la detención y tortura de esos niños y no hacemos nada”, subrayó.

Luego continuó su alocución y aseveró que el soslayado arte de traducir es una metáfora de la lectura y una tarea coetánea al acto de leer, que perfecciona la tarea del lector, una actividad que busca transportar ideas de una lengua a otra y de un continente intelectual a otro.

Y aunque Alfonso Reyes aseguró que en el ámbito de la traducción es arriesgado hacer afirmaciones generales, Manguel advirtió que la traducción “es el nombre que usamos para designar el acto más íntimo de la lectura; toda lectura es traducción”.

Dijo que recientes estudios han revelado que la zona del cerebro que organiza la recepción de texto es la misma que nos permite discernir formas y distancias, el acto de leer es traducir las formas físicas del universo en representaciones imaginarias, desde un punto de vista fisiológico. “Así que leer es traducir materialmente la realidad del mundo en nuestra propia realidad. Nombrar algo es ya traducirlo”.

Por esa razón, dijo que todo texto rescatado de la página se vuelve una multitud de otros, transformados en los vocabularios del lector, redefinidos en otros contextos, experiencias y memorias, ordenados en otras estanterías, y se opuso a la idea del escritor solitario.

En el caso del traductor como en el escritor, todo texto tiene su origen en otros textos. Nadie escribe desde el vacío y escritores y traductores componen nuevas capas del mismo palimpsesto.

Una traducción necesita un original para existir, la Comedia de Dante no existiría sin la Eneida, el Quijote sin el Amadís de Gaula y Hamlet sin las crónicas de Saxo Grammaticus”, aunque es cierto que todo escritor mantiene fuerte ese sentimiento de ser un sólo eslabón en la cadena literaria.

Aunado a esto, aseguró que la visión del escritor que plasma un texto futuro es comparable a la lectura que hace el traductor del original antes de llevar a cabo el acto de traductor. “Ahí está todo, compuesto, coherente, singular, con sus faltas a veces perdonables y sus hallazgos a veces felices, esperando en cada caso cobrar vida material en las palabras de su artesano y sabiendo que también muy pocas veces alcanzará la condición de sombra del texto primordial, soñado o impreso”.

Y aunque concluyó que “una traducción nunca podrá ser la calca fiel del original”, recordó que Ezra Pound alabó la traducción de Arthur Golding de Las metamorfosis, de Ovidio, como una de las más logradas poéticas de la literatura inglesa.

A esto se puede sumar la traducción de Allan Poe hecha por Cortázar, que puede incluirse, sin disculpas, en la edición de las obras del gran Cronopio. Así que cuando Alfonso Reyes trasladó The Importance of Being Earnest como La importancia de ser severo... “no tradujo en el sentido medieval de traslatio o el arte de transportar algo de un lugar a otro, sino en el sentido de rebelatio, que propone San Jerónimo, como el acto de dar a conocer las palabras para un lector en otro idioma, sin sacrificar su misterio”.

 

 

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