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Expresiones

Alejandro Zambra, crítica sin aliados

El autor chileno acaba de publicar No leer, una reunión de  artículos en los que hace un 'originalísimo' elogio de la lectura y donde aborda temas como las imposturas del mundo literario, la tiranía de las novedades o las listas de libros obligatorios

Virginia Bautista | 09-09-2018
Fotos: Cortesía Sergio H. Silva/ Hay Festival Querétaro

QUERÉTARO.

Alejandro Zambra prefiere la crítica literaria que explicita su arbitrariedad, que no trata de ser objetiva, que revela desde qué lugar habla y qué tipo de literatura prefiere. “De ese modo, logra ser más efectiva que escondiendo los prejuicios”.

El chileno nacido en 1975, considerado uno de los escritores latinoamericanos más talentosos, apuesta por una crítica honesta, en el sentido incluso de ponerse en duda a sí misma. “Me parece muy valioso el crítico que es capaz de no renunciar a la incertidumbre. Creo que una reseña tiene interés cuando te permite mirarte a ti mismo con un dispositivo antidogmático”.

En entrevista, el narrador que ayer conversó sobre el ensayo en el Hay Festival Querétaro, detalla a Excélsior esa etapa de su vida en la que escribió sobre literatura, a partir de 2002, y ejerció la crítica en diversos medios impresos según su concepción de este género.

No hago diferencia entre un buen crítico literario y un buen escritor. Incluso, disfruto especialmente cuando hay una escritura crítica atractiva. En general, la crítica centrada sólo en aprobar y desaprobar me parece un poco aburrida”.

El novelista, cuentista y ensayista, que vive en la Ciudad de México desde hace año y medio, publica el libro No leer (Anagrama), en el que reúne 67 crónicas y ensayos sobre literatura, confeccionados entre 2005 y 2017.

Explica que hizo crítica literaria a la manera antigua; es decir, semanalmente, sólo narrativa, siguiendo una pauta y sin elegir los libros. “Eso me costó muchísimo porque hay que tener una vocación de autoridad; no sólo condescender a hacerse cargo de ese lugar, sino querer ser una autoridad: aprobar, desaprobar, establecer tendencias”.

El autor de Bonsái (2006) confiesa que lo anterior le pareció cansado. “Es más difícil decir por qué un libro te gusta, que por qué no te gusta. Cuesta establecer qué te hace valorar una obra literaria. Uno se cansa de las novedades literarias, de hablar de libros que no te interesan mayormente. Preferí dejar cuenta del placer de leer, que testimonio del displacer”.

No obstante, Zambra está convencido de que el lector necesita de la crítica literaria y de que él como escritor se nutrió de este ejercicio. “Yo agradezco cuando encuentro una voz con la cual dialogar. Es un oficio difícil, pero no por eso le exigiría menos. Cuando fui crítico leí obras que de otro modo nunca hubiera leído; una literatura que me formó un prejuicio y otra que me desprejuició y abrió al horizonte del presente. Había leído poca prosa contemporánea. Me obligó a leer la obra completa de los autores”.

Zambra siente que en esencia no escribió No leer. “Es un libro de editor. Andrés Braithwaite lo inventó. Yo siempre quedaba inconforme con lo que publicaba en la prensa pero él lo leyó todo y seleccionó textos que merecían ser salvados de la hoguera. Es un libro que no tuve conciencia de estar escribiendo”.

Tras la experiencia de ejercer la crítica literaria, agrega, como lector se volvió más caprichoso. “Ahora no me demoro en dejar un libro si no me atrapa; me tomo la escritura sobre libros con otro ritmo, más parecido al de la creación. Y leo cosas que no son literatura, como el sicoanálisis; me nutro de todo tipo de estímulos”.

No leer, definido por los editores como “un originalísimo elogio a la lectura”, le permitió a quien obtuvo el Premio Príncipe Claus, en Holanda, conocer las reglas del periodismo.

Hay límites de tiempo y de espacio, debes entregar los textos rápido y de una extensión determinada. Se escribe de una forma distinta a la literatura. En el periodismo hay una cosa colectiva hermosa, pero es un mar de reglas. La escritura literaria es lo contrario. Me gustó regresar a la ausencia de límites”, destaca.

Además de reseñas, Zambra aborda temas como las imposturas del mundo literario, la tiranía de las novedades, las desconcertantes listas de lecturas obligatorias y “la insólita pero arraigada costumbre de hablar de libros sin haberlos leído”.

Añade que a final de cuentas le agrada esa ambigüedad del mundo literario latinoamericano. “Vivimos en un tiempo en que la gente lee poco. Y son todavía menos las personas que buscan, en la lectura, algo más que información”.

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