Retrato hablado: Svetlana Alexiévich, despojada del egocentrismo
En su escritura “nunca aparece con su yo”, recuerda Philippe Ollé-Laprune. “La base de su trabajo es la grabadora, el testimonio”, rememora Alejandro Toledo. Ambos se refieren a Svetlana Alexiévich, bielorrusa que recién ganó el Nobel de Literatura y a quien conocieron en México en 2003

CIUDAD DE MÉXICO
La bielorrusa Svetlana Alexiévich (1948), quien el jueves pasado se hizo merecedora del Premio Nobel de Literatura 2015, caminó por las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México la última semana de marzo de 2003 y se quedó impresionada por la fuerza con la que
coexisten en ese espacio la historia prehispánica, la colonial y la moderna.
El escritor y editor francés Philippe Ollé-Laprune narra cómo acompañó a la escritora, periodista y ensayista nacida en Ucrania durante los cinco días que visitó el país, a donde llegó el 26 de marzo de 2003, invitada a impartir una conferencia, como parte del ciclo “Cartas del destierro”, que Casa Refugio Citlaltépetl, que él dirige, organizó en el Palacio de Bellas Artes en el marco del Festival del Centro Histórico.
“Realmente le impresionó que pudiera verse la arquitectura prehispánica debajo de la colonial y el peso que tenían ambas. Fueron unos días muy gratos. Paseamos, cenamos en dos ocasiones. Y luego fuimos a Puebla para inaugurar otra Casa Refugio, que posteriormente cerró. Estaba muy contenta de pasear fuera de la ciudad”, comenta.
“La recuerdo como una mujer bastante tímida, pero, una vez que dio entrevistas a los medios de comunicación, lucía muy concentrada y hablaba de su trabajo con mucha pasión”, señala.
Durante su estancia en México, Alexiévich estuvo acompañada además de los escritores Álvaro Mutis, Wole Soyinka (Premio Nobel de Literatura en 1986), José Manuel Prieto, quien apoyó con la traducción del ruso, Mario Bellatín y Pedro Ángel Palou.
“Forma parte de esos autores que han estado en Casas Refugio los últimos años. En ese entonces vivía en la Casa Refugio en Pontedera (Italia) y después fue huésped de la Ciudad Refugio de Gotemburgo, de 2006 a 2008. Para nosotros es muy importante que se sepa que la red puede acoger a autores de primera línea a nivel mundial”, añade Ollé-Laprune.
“Es una gran escritora. Trabaja las entrevistas literariamente de una manera única. Nunca peca de egocentrismo, nunca aparece con su yo. Ella deja la palabra a los demás y con eso construye relatos de no ficción muy fuertes, densas.
“Me encanta la habilidad con la que arma los pedazos a partir de las voces de los demás y los convierte en historias apasionantes. Es mucho más que una cronista. Sabe tejer las entrevistas y darles amplitud literaria, arma sus rompecabezas con un trabajo muy fino”, agrega.
Y es que, además de su método de escritura, en el que ha llegado a entrevistar a decenas de personas para realizar un solo libro, lo que ha llamado la atención de esta escritora de 67 años son los temas que aborda: el drama de la población de la otrora URSS, las mujeres que lucharon en la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Afganistán, los sufrimientos de las víctimas de la catástrofe nuclear de Chernóbil y los suicidios de quienes no habían podido sobrevivir al fin de la idea socialista, entre otros.
Lo que la Academia Sueca que le otorgó el Nobel de Literatura destaca como “sus escritos polifónicos, un cuidadoso collage de voces humanas, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”.
Abierta y sencilla
La mujer número 14 en recibir el Nobel de Literatura, el máximo galardón de las letras en el mundo, profesora de historia y de lengua alemanas, quien estudió periodismo en la Universidad de Minsk, concedió varias entrevistas a los periodistas mexicanos en aquel 2003, entre ellos a Alejandro Toledo, quien la recuerda como “muy abierta y sencilla”.
“La charla fue muy fluida. Es una mujer muy abierta, muy sencilla. Hay quien la describiría como ‘la Elena Poniatowska de la literatura rusa’, porque la base de su trabajo es la grabadora, el testimonio.
“Estaba llena de historias muy terribles. Por ejemplo, me contó sobre la protagonista de su libro La guerra no tiene rostro de mujer (1985) —basado en historias de mujeres que pelearon contra alemanes nazis—, que tenía una especie de alergia a las carnicerías, porque tuvo que sacar a gente del fuego y le quedó un trauma relacionado con el color rojo de la carne. Incluso, cada vez que tocaba una tela roja se cubría de una alergia”, narra.
A Toledo también le contó otro suceso que la conmocionó: cuando la guerra de Afganistán, ella veía en la televisión una imagen muy positiva de los rusos ayudando a la población afgana a plantar árboles, pero cuando viajó allá se encontró con un verdadero horror.
“Me dijo que fue a un hospital que tenía capacidad para 200 personas y había 600, y que llevaba unos muñecos de peluche. Y un niño le jaló uno con los dientes. Ella se espantó de que hubiera usado sus dientes y la mamá le explicó que lo hacía porque no tenía ni brazos ni piernas y le gritó ‘¡Eso se lo hicieron ustedes los rusos!’”, detalla.
El investigador y escritor aclara que Alexiévich “no es que sea aficionada al horror, sino que lo que ocurría a su alrededor la llevó a buscar esos testimonios. Me dijo que siempre quiso ir más allá del periodismo”.
La autora de títulos como Últimos testigos, Los chicos del cinc, Hechizados por la muerte, Voces de Chernóbil y Tiempo de segunda mano declaró en México hace 12 años que no describe la guerra como tal, con el dato cierto exacto, “sino que busco el sentimiento humano”. Y confesó que no ama la calle, “pero resulta que la realidad siempre me saca a la calle”.
Para ella, “es indispensable dar lecturas novedosas de acontecimientos que afectan a grandes grupos sociales”.
Con escasos libros traducidos al español, ahora el sello Debate anuncia que este año, a raíz del Nobel, publicarán Voces de Chernóbil. Crónica del futuro y La guerra no tiene rostro de mujer, que ha vendido más de dos millones de ejemplares.
Y, apuntó la editorial en un comunicado, que durante el primer semestre de 2016 lanzarán Los chicos de cinc, con ese título, y en 2017 está prevista la publicación de Los últimos testigos.
Los libros de la maestra de la no ficción y la prosa bélica han sido publicados en 19 países. También ha escrito tres obras de teatro y guiones para 21 películas documentales. Y prepara ahora una nueva novela que se aleja de su ciclo rojo, de su homo sovieticus, y abordará el amor.
Con información de EFE y AP
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