Piloto en retiro de la PGR, el legendario Santa de la Sierra Otomí del Edomex
En la Sierra Otomí del Edomex, la Navidad ha llegado con un domingo de anticipación desde hace 24 años y de la mano de ‘un enviado’ de Santa Claus.

En la Sierra Otomí del Estado de México, la Navidad ha llegado con un domingo de anticipación desde hace 24 años y de la mano de nada más ni menos que “un enviado” de Santa Claus.
Se trata del señor José de Jesús Gutiérrez, o Don Chuy, como prefiere que le llamen, quien cada año personifica a Papá Noel para entregar juguetes, víveres básicos y un mensaje de esperanza en la comunidad de San Pedro Arriba, municipio de Temoaya.
¿Se acuerdan a qué vengo? A que no pierdan la fe; si no llego temprano, llego tarde, pero llego”, dijo el piloto en retiro de la Procuraduría General de la República (PGR) al llegar al punto de encuentro, donde ya lo esperaban decenas de niños y pobladores.
El Santa de la Sierra Otomí, como algunos lo conocen, hizo su entrega número 24 este domingo a bordo de su trineo, un Valiant Acapulco rojo convertible, modelo 1964, que es seguido por dos camionetas tipo van que transportan los juguetes y a su equipo de ayudantes, a quienes llama duendes.
Antes lo hacía en helicóptero, pero eso complicaba las entregas, además de que ya no cuenta con la aeronave desde hace tres años.

En el trayecto de más de dos horas, desde la alcaldía Gustavo A. Madero de la Ciudad de México hasta la comunidad de San Pedro Arriba —pasando por Tlalnepantla, Atizapán de Zaragoza y el Centro Ceremonial Otomí—, el Santa hace paradas para saludar a curiosos y niños que le piden fotos.
Es una actividad que ya le cobra factura a su cuerpo, pero que asegura no dejará de hacer porque lo llena de alegría y los niños lo esperan. Tiene 62 años, es hipertenso y diabético.
Le afecta en un tenor de salud, pero también sabe que su gente lo espera y que, primero Dios, hasta que Dios le dé vida vamos a hacer lo posible para que esté bien”, dijo Stefany, o Fany, hija de Don Chuy y encargada de coordinar muchos aspectos de la caravana a la Sierra.
Acciones que cambian vidas y trascienden generaciones
Según Don Chuy, cada año hay retos nuevos para llegar a la Sierra, pero el compromiso siempre se cumple cabalmente. En esta ocasión, una de las camionetas —la que transportaba los juguetes— se descompuso, pero con la ayuda de su hijo Jesús, o Chuy Jr., la camioneta llegó a su destino.

Pese al retraso, decenas de niños, sus padres y pobladores ya estaban formados esperando al Santa de la Sierra Otomí. Lo recibieron con porras y aplausos.
Ya estaban preocupados (los pobladores), pero ahorita vamos a ser testigos del amor y la algarabía con la que nos recibe la gente que ha tenido muchas menos oportunidades que muchos de nosotros y que, por amor, nos esperan”, dijo el Santa metros antes de llegar al punto de encuentro.
Los ayudantes de Don Chuy, encabezados por sus hijos, Chuy Jr. y Fanny, forman en filas a las decenas de niños que, a distancia, observan meticulosamente los juguetes que van a escoger. Algunos de ellos rompen el protocolo y corren a la montaña de juguetes, pero los duendes les recuerdan que hay que esperar su turno: primero pasan los más pequeños y después los medianos y más grandes.
Muy agradecida porque cada año mis hijos esperan a Santa”, dijo Martina, una pobladora de San Pedro Arriba que llevó a sus hijos a conocer a Santa.
Otras madres, como Cintia, recuerdan a Santa desde su infancia.
Me acuerdo que venía a regalarnos juguetes, por eso esta vez traje a mis hijos”, comentó.

Don Chuy no solamente ha cambiado las vidas de las personas de la Sierra, también ha causado un impacto en sus ayudantes. Gabriel, por ejemplo, conoció a Chuy hace ocho años porque él trabajaba como conductor de transporte escolar en su secundaria. Fue ahí donde surgió la invitación para conocer la Sierra Otomí y ser partícipe de estos eventos.
Desde la primera vez que me invitó, la verdad es que sentí que esto era parte de lo que necesitaba para vivir y sentirme vivo”, dijo el joven.
Además de juguetes, Santa y sus duendes también entregan crema para la piel, ya que es necesaria para ese tipo de clima frío. Antes llevaban ropa, pero esta fue la primera ocasión que no lo hicieron, debido a que el gobierno municipal le pidió a Don Chuy entregársela primero para “sanitizarla”. Ellos la repartirían después, supuestamente.
Los mandé a la chingada”, dijo Don Chuy.
Habrá Santa en la Sierra por al menos otras tres generaciones
Tanto los hijos de Don Chuy como él saben que cada subida a la Sierra será más difícil que la anterior y que, en algún momento, él ya no podrá encabezar estas misiones.
Pero eso no es algo de lo que los pobladores deban estar preocupados, ya que tanto el hijo mayor, Chuy Jr., de 32 años, como su nieto, “Gabito”, ya se comprometieron a seguir el legado y personificar al Santa de la Sierra Otomí cuando sea necesario.
Mi hijo Gabriel, el chiquillo que anda por ahí, ya anda montándose el traje; entonces, el legado va para largo”, dijo el hijo mayor del Santa.
Él ya trascendió y aquí estaremos hasta que la vida nos lo permita”, dijo Fanny, de 24 años, quien asegura que su papá no parará de encabezar sus misiones a la Sierra por “terco”.

El hombre detrás del traje de Santa
Don Chuy es todo un personaje. Cuando no le tocan sus misiones a la Sierra como Santa, se la pasa montando su moto Harley-Davidson o en otras actividades que un señor rudo de su tipo llevaría a cabo.
Sirvió 18 años como piloto de la ahora extinta PGR, donde asegura que nació su amor por el altruismo.
Corrí la prepa y empecé a trabajar en las escuelas de mecánica como lava panzas (...). Posteriormente entré a la carrera de ingeniería aeronáutica y surgió más mi sueño de volar. De ahí empecé a hacer prácticas en la PGR, la extinta, y la verdad me enamoré del trabajo altruista de pilotos que luchaban por la salud del pueblo mexicano, que fumigaban plantíos para erradicar la droga, y dije: ‘no, hombre, yo nací para esto’”, explicó en entrevista para Excélsior.
Aunque se retiró hace 12 años, recuerda: “Me comprometí de corazón y de alma para que el mundo sepa que necesitamos repartir amor y, como conclusión, somos más los buenos que los malos en este mundo”.
Jamás aproveché mi posición para enriquecerme y me siento muy orgulloso de haber trabajado en pro de esa institución, porque de alguna manera me encendió la luz del camino para emprender esta situación de Santa Claus. Sentí que yo le debía mucho al universo y a la vida por lo que me había facilitado para cumplir mi sueño (de ser piloto)”, remarcó.
Curiosamente, este Santa asegura que “aborrece” la Navidad porque perdió a su padre a los 16 años y estas fechas, lejos de acercarlo a las personas, lo alejaban, ya que no veía en ellas la sinceridad que decían tener.
Pero el trabajo altruista que aprendió en la PGR lo llevó a entrar en contacto con la Sierra Otomí, “un lugar muy necesitado”, donde también encontró la compasión que nunca antes había experimentado, ni siquiera cuando falleció su padre.
Mi niña tuvo cáncer a los 12 años, cáncer de ovario; para mí fue un golpe bien fuerte y, si alguien me levantó, fue la Sierra (...). Si quieren llamarlo casualidad, milagro o lo que sea, yo estoy muy agradecido porque hoy en día mi niña es completamente sana, un resultado de ser bueno”, señaló.
Hay mucha falta de amor en el mundo y, aunque yo no tenga todo el amor para todos, soy un hombre muy feliz y bendecido por el universo, y mi idea es tratar de regresar un poquito de eso al resto de la gente”, concluyó.
*mvg*
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