La sencillez, el sello del Huracán Ramírez

Este 31 de octubre se cumplen 14 años del aniversario luctuoso del ídolo de la lucha libre mexicana. La fama nunca lo cambió

A la izquierda, Huracán Jr y, a la derecha, Huracán Ramírez (Fotos: Cortesía Huracán Jr., Rubén García)
A la izquierda, Huracán Jr y, a la derecha, Huracán Ramírez (Fotos: Cortesía Huracán Jr., Rubén García)

CIUDAD DE MÉXICO.

Huracán Ramírez, ídolo de la lucha libre mexicana, falleció el 31 de octubre de 2006, como a las 11:50 de la noche, a los 80 años. El tiempo ha pasado y su legado aún prevalece. Algunos de esos sellos que lo caracterizaron fueron su sencillez, su bondad, su compasión, el ímpetu por difundir el deporte en los jóvenes y niños, entre otros.

Él era de los más sencillos con la gente, con la afición, era muy bondadoso, ya ve que hay gente que tiene una discapacidad, mi tío nunca se negó, atendía a los jóvenes, más que nacimos en Tepito, imagínese de dónde venimos. Empezamos desde abajo, con mis tíos”, recuerda Huracán Jr, Rubén García, sobrino de la leyenda mexicana, en entrevista para Excélsior.

El mexicano, que llegó a ostentar el título mundial welter de la NWA, ayudó a diferentes personas en su lucha con el alcohol y el tabaco.

“Mi tío iba, los invitaba, daba sus sesiones y de todo para que los amigos de este medio, dejen de fumar, de tomar. Él ayudó a muchos amigos, unos del medio y también independientes y más acá en Tepito, que nos conocían mucho. Fomentamos la educación cívica-deportiva, no nada más de reacondicionamiento físico”, recuerda el hijo del gladiador Doctor Z.

La fama puede marear a diferentes personas, pero eso no sucedió con Huracán Ramírez, al contrario.

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“Fue muy estimado y muy sencillo. A pesar de que llegó a la fama, nunca cambió”, dijo.

En su tiempo de despedida, el quitarse la máscara ante su afición tenía un significado especial.

“En su campaña de despedida, a dónde se podía, a veces ya no luchaba, ya subía, le hacían un homenaje y se quitaba la máscara, ¿con qué fin? Para que la afición viera quién le había dado vida a ese equipo”, señaló.

Daniel García nació en la colonia Morelos, en el barrio de Tepito. Fue hermano de la Pantera roja, Rudy García y el Demonio García. El cuarto hermano, que debutó bajó el cobijo del Buitre Blanco, que antes de la lucha libre incursionó en el pugilismo.

Cuando se presentaba en la Arena México junto a El Santo o Blue Demon, eran llenos seguros en la catedral de la lucha libre.

Huracán Ramírez, portador de una de las tapas más emblemáticas del pancracio, resguardó su identidad, pero sin un cuidado especial. La puntualidad, otra de sus características.

“Cuando tenía fechas o eventos le gustaba manejar bien su agenda. Si él le daba una cita, él llegaba a tiempo, bien vestido, nunca descuidó su imagen. A donde llegaba, lo hacía de saco”, señaló.

LA ENSEÑANZA

Huracán Jr debutó con un equipo distinto en 1980, siete años después, a los 22 años, lo hizo con su uniforme que lo caracterizó. Recuerda que fue más apegado a su tío, quien lo fue forjando.

“Mi tío se dio cuenta que tenía la capacidad. Me estuvo checando, me enseñó, dándome consejos y todo. También me enseñó el Villano I, de los hijos de (Ray) Mendoza, luego también el otro tío. Somos de la dinastía. Así como me enseñó mi tío Daniel, fue el que más me afinó.

Luego que anduve en la campaña de despedida, nos tocó luchar con los Villanos, con Cuchillo, Kahoz, de aquella época de los independientes”.

LA GENTE NO QUERÍA QUE SE RETIRARA

La despedida de Daniel García duró casi dos años, en donde recibió el cariño de los aficionados, quienes le pedían que no se retirara, pero el luchador les explicó los motivos.

“La gente comentaba que no se vaya. Mi tío les comentaba que se iba en buenas condiciones físicas. Comentaba que, si pasaba más tiempo, la gente ya no tenía un evento bueno. Hay amigos que no se despiden, ya hasta que ya no pueden y la misma afición empieza a decirles “ya estás viejo, bájate”, y es una cosa que no se debe de hacer”, mencionó.

CONTRA ANTONIO INOKI FUE UNA LUCHA ESPECIAL

La lucha que sostuvo con Antonio Inoki en Japón fue una de las más especiales para Huracán Ramírez, de las que dejan huella.

Tras su retiro, Huracán fue comisionado de lucha libre en la Ciudad de México y también impartió acondicionamiento físico en una compañía en la capital del país.

“Mi tío fue muy inquieto, fomentando la educación deportiva. Siempre estaba al pendiente y más que viniendo de una tensión en la zona”, dijo.

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