Habitación con vista a la Serie Mundial 2025; playball desde la cama

El Toronto Marriott City convierte sus cuartos de hotel en exclusivos palcos.

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Vista al campo de estadio de Blue Jays desde una habitación del Toronto Marriott City Centre.

El beisbol tiene una cualidad que ningún otro deporte posee. Ningún parque es igual a otro. Las distancias varían, las esquinas esconden historias distintas y el aire cambia el vuelo de la pelota. En Toronto, ese aire se mezcla con el murmullo del downtown y con el reflejo azul del techo retráctil del Rogers Centre. En una esquina del estadio, donde antes solo había butacas, se levanta un hotel con vista al diamante. Desde esas habitaciones, el beisbol no se mira, se habita.

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El Toronto Marriott City Centre es una rareza arquitectónica y una joya de temporada alta. Cuenta con 55 habitaciones que miran al campo, algunas tan cerca del jardín central que se pueden distinguir los gestos de los jardineros. Las suites Skybox son las más codiciadas porque permiten ver los juegos desde la cama, con el rugido del estadio filtrado por los ventanales. Durante la Serie Mundial 2025, conseguir una de ellas se volvió un pequeño milagro.

UNA FIEBRE AZUL QUE AGOTÓ EL ÚLTIMO BLOQUE DE HABITACIONES EN MINUTOS

Cuando los Blue Jays sellaron su boleto al Clásico de Octubre, el hotel liberó su último bloque de habitaciones con vista. Se agotaron en minutos. El precio inicial fue de 3, 999 por noche, una cifra que parece absurda si se compara con los 310 que costarán las mismas habitaciones un mes después. Pero en Toronto nada es absurdo cuando en estos momentos se vive una fiebre por su novena de beisbol. En la Serie de Campeonato, el precio había sido de 2,999. Ahora, con los Dodgers en la ciudad, cada ventana es un palco de lujo.

Las tarifas más bajas del hotel, sin vista, rondan los 1,754 por una habitación con cama queen. La versión con cama king y ventanales hacia el campo se eleva hasta 8,759. Dentro del estadio, los precios también se dispararon. Un asiento en el nivel 500 se revende en 392, mientras que los del TD Lounge, detrás del montículo, superan los 7,390. La aritmética de la pasión se impone sobre la lógica.

TORONTO MARRIOTT CITY CENTRE, UNA EXTENSIÓN DE LA CASA DE LOS BLUE JAYS

El hotel se ha convertido en una extensión del estadio. En los pasillos se escuchan relatos de fanáticos que viajan desde Vancouver o Nueva Escocia para vivir la Serie Mundial sin salir del edificio. Algunos reservan las habitaciones con meses de anticipación, otros esperan una cancelación de último minuto. Hay huéspedes que no siguen el beisbol pero pagan por la experiencia estética, por ver el diamante iluminado mientras el resto de la ciudad duerme.

Durante los encuentros, el sonido se filtra. Se distingue el golpe del bate, los aplausos, la voz del anunciador. El hotel no vende boletos, vende la ilusión de estar en medio del juego sin perder la comodidad del aire acondicionado y el servicio a la habitación. Desde las ventanas, se puede apreciar  a aficionados levantar vasos de vino mientras en el campo los jugadores se ajustan el guante.

En cada Serie Mundial, los parques buscan una forma de destacar. En Toronto, la diferencia está en mirar el juego desde una habitación. Una frontera invisible separa el descanso del delirio. Adentro, la calma del hotel. Afuera, el ruido de un país que vuelve a soñar con un título que no celebra desde 1993.

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*mcam