El hombre en calma; Tom Flores, ya en Canton

El legendario coach de los Raiders, hijo de migrantes mexicanos, se convirtió en el segundo latino en el salón de la fama

Fotos: AP / Fotoarte: Horacio Sierra
Fotos: AP / Fotoarte: Horacio Sierra

 

CIUDAD DE MÉXICO. Cuando el ala defensiva John Matuszak sacó su magnum calibre .44 y, fanfarroneando, amagó a algunos de sus compañeros de los Raiders, todo mundo pensó que el arma no estaba cargada. De pronto, le apuntó a una señal de alto que había en la calle, jaló del gatillo y la hizo pedazos. Entonces se escuchó la tenue voz de Tom Flores: “OK, Tooz, guarda el arma, ya vámonos”. 

Quienes fueron contemporáneos de Flores, ya sea en su faceta de jugador, coach asistente o entrenador en jefe, coinciden en que su calma para hablar era su sello. “Dejaba a todos ser como eran y buscaba hacer grupo de esa forma”, señaló Matt Millen, linebacker de los Raiders de 1980 a 1988 para Sports Illustated. “No era algo fácil, pues teníamos personalidades muy fuertes; éramos un grupo rebelde”.

Pero vaya que el hijo de migrantes mexicanos logró manejar a tales Raiders, tanto que los llevó, primero en Oakland y luego en Los Ángeles, a ganar los Super Bowls de las campañas 1980 y 1983.

Pocos lo han llegado a ver enfadado o fuera de sí, salvo por su familia, que vio crecer su cólera en la víspera del Super Bowl LIII, en Atlanta, cuando le informaban que, una vez más, había quedado al margen del Salón de la Fama del Futbol Americano. Flores estaba tan molesto que quiso viajar al día siguiente de vuelta a su hogar en Indian Wells, California, a pesar de que eso significaba perderse el juego grande entre Rams y Patriotas.

 

En su segunda temporada como head coach, ganó el Super Bowl.

Tom se coronó con los Raiders de Oakland y de Los Ángeles.

 

Tuvo que esperar dos años para entrar a Canton, lo que ocurrió el pasado domingo 8 de agosto. El octogenario llegó en silla de ruedas, pero él mismo logró incorporarse para dar el anhelado discurso.

La razón por la cual soy el segundo de la noche es que tengo 84 años y debo irme a la cama antes de las 9:00, ¿dónde está mi almohada?”, bromeó. Con dificultad, pero se las arregló para ordenar sus hojas, “estoy hecho a la antigua, no me gusta usar el prompter”, comentó.

La remembranza alcanzó los años en los que sus padres migraron a California, estableciéndose en el pequeño pueblo de Sanger; ambos trabajaban en el campo y trataban de que sus dos hijos se mantuvieran relativamente alejados del trabajo duro y se enfocaran en el estudio, instándoles, entre otras cosas, a no hablar español... sólo inglés.

De joven jugué todos los deportes posibles, porque a mí me encantaba la escuela y necesitaba de las becas”, contó. “Hice todas las cosas que pude en la secundaria: estuve en la banda, donde tocaba el trombón, en la orquesta y en el coro... mi voz era bastante buena”.

Se recibió como profesor, pero buscó hacerse un camino en los emparrillados. “Mi mamá lloró cuando le dije que iba a jugar futbol americano profesionalmente, en lugar de convertirme en maestro, pero seguí mi pasión”, relató en Canton. Luego de un breve paso con los Spoilers de Bakersfield, de la Pacific Coast Professional Football League, lo intentó en Canadá, con Calgary, y después en EU, con Washington. Al ver que nada fructificaba decidió darle gusto a su madre. Mas entonces recibió una llamada de un equipo de la naciente American Football League (AFL). “¡La mayoría de los jugadores no tenían ni idea de dónde estaba Oakland!”, recordó.

Flores fue uno de los 11 quarterbacks que reportaron en Santa Cruz, California, para la campaña inaugural de los Raiders, en 1960. Los sueldos no eran altos entonces y Tom se las tuvo que idear para llevar más dinero a casa; dos gemelos y una nena le esperaban, bajo la tutela de Bárbara. “Salí con ella por cinco años... eso me tomó convencerla de que yo era el indicado... hoy llevamos 60 años de casados”, rememoró.

Mientras se labraba un camino con los Raiders, vendió fuegos artificiales, obtuvo su licencia como vendedor de bienes raíces y colaboró como periodista en el Oakland Tribune cuando una tuberculosis le marginó de la temporada de 1962. “Iba a los partidos en casa y escribía lo que veía, y lo publicaban. No me pagaban, porque estaba incapacitado, pero me daban crédito en una tienda, así que pude tener una buena celebración de Navidad y comprar juguetes para los niños”.

Flores fue cambiado a Buffalo en 1967 y terminó su carrera con Kansas City en 1970; como  quarterback suplente ganó el Super Bowl IV.

Dos años después encontró trabajo como coach de receptores de los Raiders y en enero de 1977 ganó su segundo anillo de SB (el XI) como parte del staff de John Madden. Más tarde, el dueño del equipo, Al Davis, se fijó en él para suceder al legendario head coach; así, Flores se convirtió en el primer entrenador en jefe latino de la NFL. “Jamás imaginé que me habían contratado por mi origen étnico, sino por lo que podía hacer en el campo, como jugador y como entrenador, aún lo creo así”, dijo a Los Angeles Times.

Apenas en su segunda campaña al frente, Oakland ganó el SB XV (27-10 a Filadelfia) y Flores se unió a Mike Ditka como los únicos en la historia en ganar Super Bowls como jugador, coach asistente y head coach. Tres años después repitió, pero con el equipo en Los Ángeles: derrotó a Washington por 38-9 en el SB XVIII, en enero de 1984; ése es el último título del juego grande de esta franquicia que desde 2020 reside en Las Vegas. “Tienes que estar listo para actuar y debes ser capaz de ganar, de lo contrario, estarás desempleado, sea cual sea tu color”, dijo al Dallas Morning News.

Tom fue reemplazado por Mike Shanahan tras la temporada de 1987.

Dos años después se hizo cargo de Seattle como presidente y gerente general, el primer latino en la historia con tales puestos en la NFL; pasó a ser head coach del equipo de 1992 a 1994; su récord fue de 14-34 y lo dejó con un total de 97-87 en toda su carrera en campaña regular. Para algunos analistas, el gris pasaje con los Halcones Marinos demoró su entrada a Canton, pues ésta se dio en su tercera ronda, para lo que requiere estar fuera de la liga por al menos 25 años. Hoy es el segundo hispano en el Salón de la Fama, luego de Tom Fears.

El orgulloso hijo de migrantes se dio tiempo, durante su inducción, de contar lo que le dijo uno de sus asistentes, también latino, cuando expiraba el reloj en aquel SB XV.

—Nada mal para un par de recolectores de uvas, ¿o no, Tom?

—Cierto —le respondió calmadamente y mirando hacia el techo del Superdome— nada mal para un par de recolectores de uvas.

 

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