El balón de Pelé y Fontaine
Una empresa sueca ganó el concurso para confeccionar la pelota con la que hicieron historia dos futbolistas irrepetibles

El bullicio en los apacibles talleres de la Sydsvenska Läder & Remfabriken iba en aumento. La noticia de que participarían en el concurso de la FIFA para manufacturar el balón del Mundial los tenía en pie. A pico y pala se pusieron a trabajar.
Alguien llevó el último balón, ocupado en Suiza, en el 54, llamado Swiss World Champion, y pasaron noctámbulos analizando su forma. Entendieron que los 18 paneles de cuero tenían que aumentarse. Eso ayudaba al contacto de los jugadores a la hora de tirar. Entonces propusieron un balón de 24 paneles rectangulares con costuras en zigzag y un llamativo color amarillo para que el ojo humano lo distinguiera, pues, además, sería televisada por primera vez el Mundial a 63 países.
Ganaron el concurso entre 102 contendientes y bautizaron a la pelota como Top Star. Jamás pensaron en la Sydsvenska Läder & Remfabriken que su balón pasaría a la historia.
Para celebrar, brindaron en los talleres y de inmediato se pusieron a trabajar, pues tenían que entregar 480 balones a la FIFA en tres meses; a cada selección se le darían 30. Aunado, la empresa sueca decidió hacer 20 más para la fase final con un diseño en color blanco.
Con ese esférico, Just Fontaine hizo el récord que continúa hasta ahora de 13 goles en una Copa del Mundo. El primer día le anotó tres a Paraguay; para el segundo partido, dos a Yugoslavia y en el tercero uno más a Escocia. Casi siempre a trazos largos desde la defensa y ganando por velocidad entre los centrales. Las definiciones de Fontaine eran similares. Disparos fuertes a ras de césped para que los arqueros no vieran la bola.
Fontaine nació en Marruecos, cuando aún era colonia francesa. Jugó para el Club Marrakech, el Nice y el Stade de Reims. Se retiró a los 28 años. Todavía tenía agallas, pero un dolor insoportable en la rodilla que no le permitía seguir.
Se recuerdan sus goles con el balón amarillo Top Star y con el blanco en fase final, cuando le clavó un par a Irlanda del Norte y uno en la semifinal ante Brasil, el mismo día que Pelé le marcó tres goles a Francia.
Suecia 58 fue el Mundial en el que Pelé cantó su historia. A los 17 años fue convocado, ya que el técnico Vicente Feola fue orillado por la presión de la gente. En el Santos de Brasil un chico maravillaba desde 1956 y su presencia en la selección era un asunto patriótico.
Pelé no jugó en los dos primeros partidos. Feola no lo veía necesario, pero lo ocupó para el tercero, ante la URSS. El despegue de Edson Arantes vino en los cuartos de final, cuando le marcó a Gales.
Entonces el niño levantaba la mano para que los focos lo siguieran y su gran actuación se predispuso en semifinales, cuando le anotó tres goles a los galos. Ya el mundo se impactó con su precocidad. Anotó dos goles con el balón blanco Top Star en la final contra Suecia, uno de ellos con una técnica inconmensurable al elevar el esférico ante un defensa y conectarlo antes de que cayera al piso.
Esa vez, durante la celebración en la cancha, el masajista de Brasil, Mário Américo, le quitó por la espalda el balón al árbitro Maurice Guigue y se fue corriendo al vestidor.
Esa pelota permanece actualmente en la Federación Brasileña de Futbol como recuerdo del primer campeonato que consiguió el combinado brasileño.
La empresa Sydsvenska Läder & Remfabriken desapareció a los 10 años de haber ganado el concurso para la FIFA, que pagó apenas lo indispensable por el trabajo.
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