Con el ánimo deshecho; el futbol fracasó

Ignacio Basaguren recuerda que tras perder la oportunidad de la medalla de oro, ya nada le importó a la selección

El portero Javier Gato Vargas declaró en 2018 que esa selección olímpica perdió a propósito / Foto: Mexsport
El portero Javier Gato Vargas declaró en 2018 que esa selección olímpica perdió a propósito / Foto: Mexsport

CIUDAD DE MÉXICO.

La derrota contra Japón en 1968 ha perseguido a Ignacio Basaguren a sol y sombra durante 53 años. Su primer recuerdo es del Kunishige Kamamoto bajando el balón con el pecho tras un pase de 30 metros, “un gol bobo, que era atajable, pero Javier Gato Vargas no lo detuvo”. Luego se mezclaron otros sentimientos, el primero, el que saltó como un resorte, fue el del enojo con sus compañeros.

Japón nos estaba marcando de forma personal, le dije a Manolete Hernández y Vicente Pereda, ‘váyanse al área, jalen sus marcas, abran la cancha para que Luis Regueiro y yo podamos entrar a campo abierto’... nadie me hizo caso, estábamos derrotados desde el día que perdimos con Bulgaria en semifinales porque todos creían que ganaríamos la medalla de oro”.

Parece que llegaron destrozados de ánimo al juego con Japón.

Totalmente, el desánimo fue tal que ya no importó nada al perder en semifinales, a tal grado que de regreso de Guadalajara a Ciudad de México bajaron del tren a la una de la mañana a Fernando Bustos y Arévalo borrachos porque estaban molestando a una señorita en su camerino.

Pero esa selección llevó hasta sicólogo, ¿cierto?

Uno de apellido Galván que no tenía ni idea y se la pasaron burlandose de él, para mayor dato era mi compañero de cuarto, me despertaba y lo veía parado de cabeza contra el muro de tan desesperado por no poder con el grupo. Programaba todo minuto a minuto y nada salía bien.

¿Eran un equipo de figuras y por eso existía la presión?

Nadie nos conocía, en ese momento los famosos eran Albino Morales, Vicente Pereda, Luis Regueiro y Fernando Bustos. Simplemente, había una selección mayor y la olímpica, quizá eso no se entendió, las figuras eran los que habían ido al Mundial de Inglaterra 1966, Aarón Padilla, Enrique Borja, Gustavo Halcón Peña, pero no nosotros.

¿Por qué Javier Gato Vargas dijo que se dejaron ganar ante Japón?

Por idiota, su historia se cae por todos lados. Puede que él haya tirado el partido, hay que ver el gol que le anota Kamamoto. Si él, y Pereda, que falló el penal, regalaron el partido, allá ellos, lo pagaron después. Pereda se peleó con la vida y a Vargas nunca más lo tomaron en cuenta para nada. Los demás que fuimos inocentes, nos jugabamos nuestro futuro en el futbol, ¿un imbécil como Vargas cómo puede decir que fuimos solidarios en vendernos? No es cierto, yo no iba a poner en juego mi carrera, debuté en diciembre de 1967, es decir, no tenía ni un año de futbolista, no había para mí un motivo de echar todo a la basura. 

Sin embargo, las fallas en el ataque y los goles que se recibieron causan mucha extrañeza ¿no cree?

Manolote Hernández falló en el área chica y su respuesta en el vestidor fue ‘si Pelé falla, con más razón yo’, había unos como él, inocente y otros que sí tenían dolo ya, el de saber que el futbol es un negocio, sobre todo los de experiencia. Todos fallamos ese día ante Japón, nunca estuvimos cómodos. Yo sí tenía ganas de ganar pero aquella vez fue un fracaso.

¿Es verdad que la afición los sitió en el vestuario y no los dejaban salir?

Salímos uno a uno por una puerta protegida, no pasó a mayores, pero dentro de la cancha el reclamo fue histórico, no se veía el campo de tanto cojín que aventaron.

P: ¿Era aquella una buena selección?

Pues al Mundial de 1970 llegamos pocos: Manuel Alejandrez, Héctor Pulido, Mario Pichojos Pérez y yo.

Con todo lo que cuenta, ¿disfrutó lo juegos?

No, estábamos hartos, habíamos hecho un esfuerzo tan grande y tan inútil, porque lo único que importaba era la medalla de oro. Nos concentraron tres meses en el Centro de Capacitación, yo recién casado, imagínate, fue mucho el sacrificio. Por eso en el partido contra Japón salgo furioso con mis compañeros, más que con Nacho Trelles.

¿Ni un recuerdo bueno le queda?

No. Lo mejor para un atleta es la Villa Olímpica y nosotros llegamos tarde a ella sólo para segregarnos, no tuvimos contacto con ningún otro atleta mexicano. Ahí jugué ping pong con algunos extranjeros, no más, no conocí a mujeres atletas. Otra actividad era el intercambio de pines, no conseguí nada porque nos tenían checados todo el tiempo, no vi al Tibio Muñoz ni al Sargento Pedraza ganar sus competencias, no vi nada.

AMU

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