Hoy Rubin Carter hubiera cumplido 80 años; un canto al Huracán

El púgil falleció hace tres años, pero su coraje sobre el ring y en la cárcel, a donde cayó injustamente, aún inspiran, como alguna vez a Bob Dylan 

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CIUDAD DE MÉXICO.

Dice la voz de Bob Dylan, en la canción Hurricane, que “si eres negro, mejor no salgas a la calle”. Lo sufrió Rubin Carter, aquel hombre de grandes músculos y demoledores puños, quien se acostumbró a vendarse las manos con papel de baño y enfrentar a decenas de reos que buscaron arrebatarle, aún más, las glorias a un boxeador transformado en convicto.

Carter, o mejor dicho el Huracán Carter, cumpliría hoy 80 años. Sin embargo, la mala vida en los reformatorios y la cárcel después, fueron minando al que muchos vaticinaban que sería un gran campeón. Un hombre que estuvo en el lugar y la hora equivocados.

La historia la canta Dylan:

Los disparos de una pistola estallan afuera en el bar room night/Entra Patty Valentine desde el pasillo superior/Ella ve al camarero en un mar de sangre y grita: ‘Oh, Dios mío, mataron a todos’/Aquí viene la historia del Huracán/El hombre y Las autoridades vinieron a culparlo por algo que él nunca hizo/A ponerlo en una celda de prisión,/aunque una vez él ha sido el campeón del mundo”.

Rubin tuvo una vida difícil antes de ser un pugilista de peso; forjó su  futuro a base de puñetazos. Pisó reformatorios, sufrió vejaciones y robó algunos comercios con algunos vagos del barrio. Pero matar, nunca. Tartamudo y negro, no había otra que sobresalir como lo hicieron muchos en los ghetos. En el reformatorio aprendió a pelear, antes de escaparse y refugiarse en la milicia. Se hizo paracaidista y luego boxeador profesional.

Cuatro de la madrugada y llevan adentro a Rubin/ Lo llevan al hospital y lo ponen arriba./El hombre herido mira hacia arriba por uno de sus ojos dañados y dice:/“¿Por qué lo has traído a él?, él no es el hombre./Sí, Aquí está la historia del Huracán/El hombre y las autoridades vinieron a culparlo por algo que él nunca hizo/Lo ponen en una celda de prisión,/ aunque por una vez él ha sido el campeón del mundo”.

Ser negro le trajo muchas tragedias y humillaciones. Como aquel 24 de diciembre de 1964, cuando el Huracán le dio una golpiza al entonces campeón medio Joey Giardello. El cinturón se lo dejaron a Giardello después de una deliberación de 35 minutos. El motivo: un negro no podía estar por encima de un blanco.

Toda la suerte de Rubin fue marcada por adelantado/La corte era un circo de cerdos, él nunca tuvo una chance/El juez hizo con los testigos de Rubin,/que él sea visto como un borracho de los suburbios ante la gente blanca que observaba a él como un vago revolucionario y ante la gente negra sólo como un tonto./Nadie dudó de que él jaló del gatillo/Y aunque no podrían encontrar el arma/La D.A. dijo que él fue el único que lo hizo/Y todo el jurado estuvo de acuerdo en eso”.

La tragedia se dio en 1966, en Nueva Jersey, cuando Carter bebía en un bar y uno de sus fans se ofrece llevarlo a su casa. Es en la madrugada que son interceptados por una patrulla y, minutos más tarde, acusados de asesinato en otro bar. Eran dos negros en un auto blanco. No hubo testigo alguno y menos arma alguna en las manos del Huracán. Aún así, en un juicio lleno de mentiras y prejuicios, Rubin Carter y John Artis fueron acusados de asesinato y condenados a tres cadenas perpetuas. Sólo permaneció encerrado 20 años.

Un hombre inocente viviendo un infierno/Esa es la historia del Huracán/Pero no estará todo terminado hasta que limpien su nombre/Y le devuelvan el tiempo perdido/Lo ponen en una celda de prisión, aunque una vez ha sido el campeón del mundo”.

Carter trató de permanecer en silencio en la orilla de su celda, aunque no faltaron los reos que buscaron probar su fuerza contra un hombre que sabía hacer daño con los puños. Sucedió luego el milagro de que varios personajes se fijaron en él y buscaron argumentos para sacar de la cárcel a un hombre inocente. Entonces el cantante Bob Dylan escribió aquella canción en los años 70...

El Huracán saldría libre en 1985, tendría tiempo para contar una y mil veces su historia. Convertirse en un luchador de los derechos humanos. Moriría libre a los 76 años, en abril de 2014, víctima de un cáncer de próstata. Hoy cumpliría 80 años. Bob Dylan le sigue cantando.

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