Richard Bell, el payaso inglés que conquistó México e hizo reír a Porfirio Díaz

Durante la época porfiriana Ricardo Bell, un payaso inglés que llegó a México en el siglo XIX, se ganó el corazón del pueblo convirtiéndose en un artista inolvidable.

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Ricardo Bell / Porfirio Díaz

A lo largo de la historia de México, muchos artistas han traído alegría en tiempos difíciles. Uno de ellos fue Richard o Ricardo Bell, un payaso inglés que no solo logró hacer reír al público mexicano también logró sacarle una carcajada al mismísimo Porfirio Díaz.

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Pero ¿quién fue este curioso personaje que pasó de ser un desconocido en Europa a convertirse en el payaso favorito de todo un país?

De Europa a México: el comienzo de una vida de circo

Ricardo Bell nació en 1858 en Inglaterra, hijo de un productor de espectáculos y una mujer de origen irlandés. Desde los tres años ya estaba sobre el escenario, y con sus hermanos formaba parte de un número de acróbatas ecuestres, gracias a sus habilidades recorrieron ciudades importantes de Europa, Rusia y Estados Unidos, hasta que en 1869 llegaron por primera vez a México.

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Sin embargo, ya en ese entonces, el país vivía tiempos de inestabilidad y violencia. En una ocasión, los hermanos Bell fueron perseguidos por soldados y se escondieron en un pajar cuando fueron descubiertos, un joven comandante les perdonó la vida.

Ese militar era nada más y nada menos que Porfirio Díaz, quien años más tarde, ya como presidente, recordaría el encuentro con cariño cuando volvió a ver a Ricardo Bell, esta vez convertido en el payaso más famoso de México.

El circo de Orrín 

En 1883, Bell se unió al circo de Orrín, uno de los espectáculos más grandes y populares de la época. Su personaje, con nariz roja, peluca rizada y un traje multicolor, se volvió inolvidable para generaciones de niños y adultos.

Durante los primeros años del siglo XX, el circo era una institución en la Ciudad de México. Las funciones en la plaza de Villamil reunían a más de 2,500 personas cada noche, y el público se entregaba por completo a las ocurrencias de Bell.

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Incluso cuando la función salía de gira por todo el país, desde Ciudad Juárez hasta Mérida, su nombre era conocido en cada rincón de México.

Ricardo Bell no solo fue artista, también fue padre de familia. Se casó con Francisca Peyres, una española con quien tuvo nada menos que 22 hijos (13 sobrevivieron). Vivían en una gran casa en la calle de Madrid, cerca del centro de la Ciudad de México.

A pesar de sus responsabilidades como artista, Bell era un padre presente, los domingos, después de misa, se les podía ver paseando por la Alameda. “¡Ahí van los hijos de Bell!”, decían los transeúntes.

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El adiós a su México querido

A finales de 1909, Bell notó que algo había cambiado en el ambiente y su público ya no reía igual, pues la Revolución Mexicana estaba por comenzar.

Preocupado por su seguridad y la de su familia, decidió dejar el país que tanto amaba y se mudó a Nueva York. Soñaba con volver y montar un espectáculo aún más grande. Pero el destino tenía otros planes.

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En marzo de 1911, tras enfermarse por una ventisca, Ricardo Bell falleció a los 53 años, rodeado de su familia. Fue enterrado en Nueva York.

Cuando se supo la noticia de su muerte, México entero quedó en shock, y aunque su nombre se ha desvanecido para las nuevas generaciones, su historia prevalece como uno de los personajes que logró alegrar al México profiriano.

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*brc