¿Quiénes son las monjas agustinas, las verdaderas creadoras del chile en nogada?
El chile en nogada nació en las cocinas del convento de Santa Mónica en Puebla gracias al ingenio de las monjas agustinas quienes crearon este platillo emblemático.

Si hay un platillo que sabe a historia, a tradición y a identidad mexicana, ese es el chile en nogada, un platillo muy recurrido desde inicios de agosto hasta la celebración de las fiestas patrias, y no es para menos, pues su decorado con los colores de la bandera y con un sabor que mezcla lo dulce con lo salado, se ha convertido en uno de los íconos de la gastronomía nacional.
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Si embargo, a pesar de su delicioso sabor y popularidad en estas fechas, pocos saben de quién es la receta original y fue nada menos que una creación culinaria de las monjas agustinas recoletas del Convento de Santa Mónica en Puebla, quienes mezclaron sus conocimientos novohispanos en la cocina para dar surgimiento a un manjar que prevalece hasta la actualidad.

Oración, tradición y cocina
Durante el Virreinato, los conventos no solo fueron centros religiosos, sino también guardianes del conocimiento, la cultura y, por supuesto, la cocina. En las cocinas conventuales se reunieron ingredientes del Viejo y Nuevo Mundo: el maíz y el trigo, el chocolate y el azúcar, el metate y la olla de barro.
Las monjas experimentaban, creaban y documentaban recetas que con el tiempo se volverían tradición.
Las monjas agustinas recoletas, en particular, dejaron una huella profunda en la gastronomía mexicana. Entre sus creaciones se encuentran las chalupas, los dulces típicos, las tortas de camarón, el mole poblano y, por supuesto, los chiles en nogada.
El verdadero origen del chile en nogada
Aunque una leyenda popular dice que las monjas inventaron los chiles en nogada para agasajar a Iturbide cuando entró triunfante a Puebla en 1821, la historia real es un poco distinta.
De acuerdo con arqueólogos, la receta ya existía desde el siglo XVIII, décadas antes de la Independencia, en ese entonces, el platillo era más bien un postre: un chile relleno de frutas dulces cubierto con salsa de nuez, preparado durante la temporada de cosecha de la nuez de Castilla, a finales de agosto.

Las monjas lo preparaban porque esa temporada coincide con la celebración de San Agustín, el 28 de agosto, lo que explicaría por qué las monjas agustinas del Convento de Santa Mónica lo preparaban justo en esas fechas, una receta dedicada a su santo patrono.
¿Quiénes eran las monjas agustinas recoletas?
Las Agustinas Recoletas surgieron en Europa en el siglo XVI, como una rama de la Orden de San Agustín que buscaba una vida más austera.
En México, esta orden se estableció con fuerza, y en 1688, el convento de Santa Mónica de Puebla se convirtió en el centro de su federación en la Nueva España, además, hubo casas en Guadalajara y Oaxaca, aunque fueron clausuradas con el paso de los años.
En el caso del Convento de Santa Mónica, fue uno de los principales centros femeninos de vida religiosa y cultural en la Nueva España.
Sus cocinas eran verdaderos laboratorios gastronómicos donde las monjas, muchas veces de familias criollas educadas, perfeccionaban técnicas culinarias y adaptaban recetas europeas con ingredientes locales.

Durante el siglo XIX, las leyes de Reforma y los cambios políticos llevaron a la exclaustración de muchas órdenes religiosas. En el caso del convento de Santa Mónica fue finalmente decomisado en 1934 y convertido en el Museo de Arte Religioso, pero la comunidad no desapareció.
En 1939, las monjas agustinas recoletas se reubicaron en la Ciudad de México y, con el tiempo, en otras partes del país e incluso en el extranjero, incluyendo Estados Unidos y Taiwán. Hoy, la orden sigue viva, con cerca de 300 monjas activas que continúan su labor espiritual.
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¿Qué otros platillos preparan las monjas agustinas recoletas?
Pero el chile en nogada solo es uno de las tantas recetas creadas por las monjas agustinas, y a su colección gastronómica se suman delicias como el mole poblano, rompope, atole, jamoncillos, pasteles, tarda de almendras e incluso buñielos.
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