Dermatitis atópica, una enfermedad crónica que impacta la piel, la mente y el corazón
La dermatitis atópica no se cura, pero un diagnóstico temprano cambia el pronóstico.

La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que no tiene cura, pero cuyo diagnóstico temprano puede cambiar el pronóstico de vida de los pacientes.
Aunque a menudo se confunde con alergias o problemas menores de la piel, especialistas advierten que sus consecuencias trascienden lo físico y afectan también la salud mental y el corazón
Estrés, comezón y círculo vicioso
El estrés es uno de los principales detonantes de los brotes. La liberación de cortisol y adrenalina debilita las defensas naturales de la piel, provoca resequedad, altera la regeneración cutánea y aumenta la liberación de histamina, sustancia que intensifica la comezón.
“Imagina la sensación de un piquete de mosquito que no deja dormir. Ahora multiplícalo por cien, todas las noches. Ese es el impacto real en la vida de un paciente con dermatitis atópica”, explicó el doctor Jorge Alberto Barragán, líder médico de Inflamación e Inmunología en Pfizer, México
Te podría interesar leer: La dermatitis atópica puede llegar a inflamar el cerebro y causar depresión
Un problema de salud mental
Más allá de las lesiones visibles en rostro, cuello o manos, la enfermedad impacta de manera directa en la salud psicológica. La comezón constante impide el descanso y limita el rendimiento diario.
Datos recientes muestran que:
- Las personas con dermatitis atópica tienen 4 veces más probabilidad de desarrollar ansiedad.
- Presentan 6 veces más riesgo de depresión.
- 44% han tenido ideación suicida y 36% reportaron intentos suicidas.

La importancia del diagnóstico temprano
Identificar la enfermedad en etapas iniciales permite evitar complicaciones mayores. El especialista lo comparó con apagar una fogata antes de que se convierta en incendio: en fases tempranas, la educación del paciente, el control de factores detonantes y el inicio de tratamiento modifican radicalmente el curso de la enfermedad.
“El pronóstico cambia por completo cuando se diagnostica temprano. Aunque no se cura, puede controlarse al grado de que algunos pacientes solo necesiten medidas generales a largo plazo”, destacó el experto.
Más allá de la piel: riesgo cardiovascular
Los especialistas insisten en considerar la dermatitis atópica como una enfermedad sistémica. Además del impacto psicológico, los pacientes tienen mayor riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares, lo que subraya la necesidad de un enfoque integral en el manejo.

Tratamientos innovadores y esperanza
El tratamiento se divide en medidas generales —hidratación constante, uso de emolientes, ropa de algodón, higiene en el hogar y control del estrés— y fármacos tópicos o sistémicos.
En los últimos años, la innovación médica ha permitido identificar proteínas inflamatorias clave que funcionan como “blancos terapéuticos”.
Gracias a ello, los pacientes que antes mejoraban un 30–50% ahora pueden alcanzar más del 90% de control de los síntomas.
Un llamado social
La estigmatización sigue siendo uno de los grandes retos. Muchas personas asocian las lesiones cutáneas con falta de higiene o con contagio, lo cual es falso. La dermatitis atópica no es contagiosa y requiere empatía, apoyo familiar y redes sociales de comprensión.
“Ponerse en la piel del paciente es entender que una lesión visible puede cargar con prejuicios injustos. La sociedad también debe formar parte de la solución”, subrayó el especialista.
bgpa
EL EDITOR RECOMIENDA



