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El gobierno más humanista

Luis de la Barreda Solórzano

Luis de la Barreda Solórzano

“En el marco del Día Internacional de la Mujer me gustaría expresar —se congratuló Elizabeth García Vilchis, responsable de la sección ‘¿Quién es quién en las mentiras?’ en las conferencias mañaneras presidenciales— que es un honor pertenecer y colaborar con el gobierno más humanista y con perspectiva de género que ha tenido este país, México”. Las mujeres reunidas en Palacio Nacional aplaudieron.

Al leer esa declaración no pude dejar de recordar algunas de las acciones de este gobierno, “el más humanista y con perspectiva de género”, cuyo Presidente asegura que el feminismo, como los derechos humanos y el ecologismo, no es sino una coartada del neoliberalismo.

El Presidente de este gobierno impulsó la candidatura a gobernador del estado de Guerrero de Félix Salgado Macedonio, a quien no una, sino varias mujeres acusan de delitos de índole sexual, entre ellos uno de los más repugnantes y devastadores, la violación.

El Presidente propuso como embajador de México en Panamá a Pedro Salmerón, cuya designación fue rechazada por el gobierno panameño en virtud de que diversas jóvenes señalaron que Salmerón las ha acosado sexualmente.

El Presidente no sólo no condenó la vileza de las amenazas contra Norma Piña, ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sino que, por el contrario, no ha dejado de agredirla desde que ella asumió la presidencia del alto tribunal, y descalificó la exigencia de la Asociación Nacional de Magistrados y Jueces de que se investigue la autoría de ese delito.

El gobierno eliminó las estancias infantiles, espacios en los que centenares de miles de madres dejaban a sus pequeños hijos para salir a estudiar o trabajar con la seguridad de que allí se les cuidaría, se les alimentaría, se les impartiría educación inicial y se les brindaría la oportunidad de convivir con niñas y niños de su edad.

El gobierno canceló las escuelas de tiempo completo, en las que se proporcionaba a niños pobres comida balanceada y nutritiva, mientras sus padres y sus madres cumplían sus jornadas laborales.

El gobierno redujo los recursos de los albergues para mujeres víctimas de violencia familiar, que para muchas de ellas han sido la única oportunidad de escapar del infierno del maltrato machista.

El gobierno ha dejado a pacientes con cáncer, niños incluidos, sin los medicamentos que requieren para seguir luchando por su vida, y el Presidente no desautorizó a Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, cuando éste cometió la bajeza de atribuir las protestas de los padres de esos niños a una tentativa golpista.

El gobierno terminó con el Seguro Popular, que daba protección financiera a la población que carece de seguridad social a fin de permitir su acceso a los servicios de salud, incluyendo la atención a las enfermedades de alto costo.

El gobierno dio al traste con el logro del Cuadro Básico de Vacunación Infantil, que mereció a nuestro país el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud y que, habiendo alcanzado un porcentaje del 97%, ahora se ha desplomado.

El gobierno actuó, no sólo con negligencia extrema ante el coronavirus, sino que privó a los enfermos de la aplicación de Remdesivir —que tenía en bodegas, pero lo reservó a pacientes VIP—, lo que ocasionó alrededor de 700,000 muertes y la tasa más alta de decesos de personal médico en el mundo.

El gobierno persiguió penalmente, con acusaciones burdas, a 31 prestigiados científicos, y su Presidente no deja de atacar a las universidades, a los académicos, a los intelectuales, a la prensa crítica, a los organismos autónomos y a las organizaciones de la sociedad civil, y ha quitado apoyos a la cultura, el cine, las humanidades, las artes, la ciencia, la tecnología y la innovación tecnológica.

El gobierno capturó, chatarrizándola (la afortunada caracterización es de Carlos Marín), la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que dejó de ser un escudo de los gobernados contra los abusos de poder, y se propone descuartizar y capturar al Instituto Nacional Electoral que, por su autonomía y su profesionalismo, hizo realidad el sueño democrático de elecciones auténticas en México.

¿Ése es el gobierno más humanista y con perspectiva de género que ha tenido este país?

 

 

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