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Cuando se quiere, se puede

Federico Döring

Federico Döring

 

 

Como ya es costumbre, la UNAM sigue siendo punta de lanza a nivel mundial y en medio de la pandemia por covid-19 no es la excepción.

Con una parálisis económica y social que ha afectado a a todos los sectores, incluido el de educación, esta semana se aplicó el examen de admisión para licenciatura, un ejercicio en el que participaron más de 82 mil aspirantes en distintas sedes del país.

Haciendo gala de una impecable organización y medios de sanitización, se aplicó el examen en diversas sedes, como el Estadio Olímpico, lo cual deja en claro algo: pese a las alertas y mensajes de la Organización Mundial de Salud sobre el pésimo manejo que el gobierno mexicano está haciendo de la pandemia, sí es posible hacer concentraciones manteniendo el distanciamiento social y con excelentes resultados.

Se organizaron, buscaron el cómo sí para darle una opción de futuro a los jóvenes que quieren continuar con su educación—la cual será de forma virtual— y con ello demostraron que, al menos en la Ciudad de México, sí se puede cuando se quiere, así como que también es muy fácil mentir.

Este ejercicio deja en claro algo: Claudia Sheinbaum y Morena les mintieron a los ciudadanos al asegurar que no se podían realizar las asambleas vecinales para definir los Comités de Ejecución y Vigilancia y determinar los proyectos en los que se ejercerá el presupuesto participativo para este año. Ocultos bajo el argumento de la pandemia, decidieron mandar al próximo año el ejercicio democrático y dejaron sin voz a los ciudadanos con la clara intención de darle un uso electoral a los recursos en 2021.

No me malinterpreten, sin lugar a dudas la salud de las personas es la prioridad en todo momento, sin embargo, el gobierno y su brazo armado de Morena en el Congreso aprovecharon la situación para diezmar uno de los principales ejercicios democráticos de la CDMX —uno que le da voz a los ciudadanos— para convertirlo en un arma de cara a los comicios del próximo año.

Prefirieron anular los espacios de voz ciudadana en vez de organizar un ejercicio bien planeado en el que se pudiera escuchar la voz de los capitalinos. Optaron por la salida fácil y usaron la pandemia como el pretexto ideal para silenciar a los ciudadanos, dejando en claro que, ante todo, la opinión de los capitalinos es y será su menor preocupación.

 

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