Don Olegario

Hablar de Olegario Vázquez Raña es, entre muchas otras cosas, describir a un mexicano insignia del deporte olímpico, representante del sector privado y de un apasionado del desarrollo integral de México; tetraolímpico participante en el equipo nacional de tiro en diversas modalidades, asistiendo exitosamente a los Juegos Olímpicos de Tokio, en 1964; en México 1968, en Múnich 1972 y en Montreal 1976, campeón nacional de nuestro país en 19 ocasiones consecutivamente y asistente a 5 campeonatos mundiales de tiro y al mismo número de juegos deportivos Panamericanos y Centroamericanos y del Caribe.

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Coleccionó récords nacionales e internacionales, destacando el obtenido en el campeonato de tiro de las Américas, en donde obtuvo el récord mundial de rifle de aire con 392 puntos, marca que superó por un punto en los Juegos Panamericanos de México, en 1975, año en el que, además de recibir diversos reconocimientos, fue electo como el primer Premio Nacional de Deporte, máximo galardón que otorga el gobierno de la República, y nombrado en el año 2000 como uno de los deportistas mexicanos más importantes del siglo XX.

Dirigente nacional, continental y mundial del deporte de tiro, electo por aclamación como miembro del Comité Olímpico Internacional (COI) en 1995 en la 104 sesión en Budapest, Hungría, entre muchas otras responsabilidades que lo han llevado a ser un asiduo representante del deporte en incontables ocasiones.

Don Olegario es y ha sido un hombre con más proyectos que recuerdos, y así se manifiesta en su permanente búsqueda por generar condiciones de universalidad del olimpismo al servicio de la sociedad. A punto de cumplir 127 años el Movimiento Olímpico Internacional, se hacen más vigentes que nunca los postulados del barón Pierre de Coubertin, padre del olimpismo moderno, que dentro de éstos destacó la necesaria vinculación del deporte con la educación, motivo por el cual la capacidad de adaptación del Movimiento Olímpico ha generado como ente colectivo inteligente la capacidad de resiliencia en torno a dos guerras mundiales, presiones políticas y económicas, así como lo concerniente al mundo pandémico por covid-19, que estamos experimentando globalmente y que suscitó la postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020+1.

En este entendido, conocer y reconocer la trayectoria y la capacidad de reinventarse permanentemente de los actores que han hecho de su vida y del movimiento olímpico una sola ecuación, nos ayuda a entender la defensa histórica de la Carta Olímpica, que es la normativa en la que descansan los sueños y realidades del olimpismo internacional para poder estar encima de intereses políticos, económicos, raciales o religiosos.

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La Agenda 2020+5, presentada por el presidente del COI, doctor Thomas Bach, e implementada en el Movimiento Olímpico Mexicano por Carlos Padilla Becerra, refiere la necesidad de materializar mecanismos de apertura a la sociedad, entendiendo que el deporte y la cultura física son derechos humanos que deberán de mejorar la calidad de vida, incluida la salud física y emocional de los participantes y, sobre todo, de las niñas, niños y adolescentes. Don Olegario, en cuatro palabras sería: “Es y deja ser”.