La fresa mexicana que no existe; buscan eliminar dependencia
Las fresas sembradas en México dependen de patentes extranjeras. El Tec de Monterrey busca crear variedades propias a través de clonación

En los campos mexicanos se cultivan millones de fresas cada año, pero ninguna es mexicana. Todas vienen de Estados Unidos. Son variedades patentadas que se importan, se siembran y se venden aquí. México produce, pero no decide.
Eso empezó a cambiar desde un laboratorio compacto ubicado en Querétaro, donde científicos del Tecnológico de Monterrey clonan fresas con tecnología propia. No a través de semillas, sino por micropropagación: una técnica que permite multiplicar plantas a partir de una célula vegetal.
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UN PAÍS SIN FRUTA
Año tras año, México se mantiene entre los principales exportadores de fresa del mundo, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), pero en todo ese volumen no hay una sola variedad nacional.
Todas las fresas que se producen –las que se comen en casa, las que se venden como postre en restaurantes, las que se ponen en los licuados— descienden de genéticas extranjeras, patentadas en California o Florida. Eso significa algo más que pagar regalías: significa que México no tiene el control, ni de las semillas, ni del sabor, ni del futuro.
Es increíble”, dice el doctor Ashutosh Sharma, director del Departamento de Bioingeniería del Tecnológico de Monterrey, campus Querétaro.

Con tantos centros de investigación, ¿cómo puede ser que aún no tengamos una sola variedad de fresa mexicana? Esto no es sólo un problema agrícola. Es un problema de soberanía tecnológica”.
Originario de India, Sharma es doctor en Bioingeniería y actual director del Departamento de Bioingeniería del Tecnológico de Monterrey, campus Querétaro.
Llegó a México hace más de una década con la convicción de aplicar la ciencia no sólo en artículos académicos, sino en soluciones concretas para el país que lo adoptó.
Habla con pasión, a veces con provocación, y siempre con un objetivo claro: cerrar la brecha entre la ciencia y el campo. Ha liderado investigaciones en clonación vegetal, biomoléculas para la salud y revalorización de residuos agroindustriales.
Lo que le entusiasma, dice, es que la tecnología llegue a quien la necesita.
CREAR CIENCIA
A Sharma no le interesa clonar para copiar, sino para crear.
Desde un pequeño laboratorio ubicado dentro del campus, su equipo ha logrado multiplicar plantas sin tierra ni semillas. Lo hacen con micropropagación, una técnica biotecnológica que clona plantas a partir de tejidos microscópicos.
Cada célula, tratada bajo luz artificial y nutrientes precisos, se convierte en una réplica genéticamente idéntica, libre de virus, lista para sembrar.
Empezaron con 20 mil clones. Hoy llevan más de medio millón de plantas producidas, muchas de ellas sembradas en parcelas de prueba en Dolores Hidalgo, Guanajuato.
El objetivo no es únicamente replicar. Es desarrollar, desde México, variedades propias que resistan mejor los suelos, las plagas, los climas del país.

EN UN REMOLQUE
Cuando les dijeron que para avanzar necesitaban 5 millones de pesos para construir un centro nuevo, el equipo del Tec propuso otra cosa.
Compraron un remolque de obra. Lo reacondicionaron con luz artificial, sistemas de cultivo in vitro, paneles solares y su propio sistema de agua. Lo convirtieron en el primer laboratorio móvil de micropropagación del país —y probablemente del mundo—.
Pasamos de 5 millones, a poco más de dos”, afirma Sharma, tocando una de las paredes blancas del tráiler.
Desde ahí, se pueden clonar hasta 100 mil plantas al año.
Queremos que los jóvenes del campo vean esto y piensen: yo también puedo. No necesitas un laboratorio gigantesco, necesitas ideas”, sostiene.

TECNOLOGÍA AJENA
Lo que pasa con la fresa, pasa con casi todo. Gran parte del campo mexicano depende de tecnología, semillas y maquinaria desarrolladas en el extranjero. Desde los fertilizantes hasta los sistemas de riego, pasando por las propias variedades genéticas, buena parte de los insumos provienen de fuera.
Según Sharma, del 70% a 80% de los insumos agrícolas en México son importados: semillas, fertilizantes, maquinaria, riego.
Cuando una plaga ataca una variedad extranjera o el clima cambia, los agricultores quedan indefensos.
Tenemos talento e infraestructura. Lo que no hemos construido es una cultura de innovación agropecuaria”, señala Sharma.
El laboratorio de Querétaro no trabaja sólo con fresas, también clona zarzamora, agave y paulownia (kiri). Plantas endémicas. Algunas con propiedades medicinales.
Muchos de estos cultivos podrían usarse para fabricar fármacos”, explica Sharma, “pero nadie los reproduce de forma segura y masiva. Se pierden por falta de tecnología”.
Clonar plantas es una forma de recuperar control sobre lo que se siembra. Significaría crear alternativas mexicanas.

¿CÓMO SE CLONA UNA PLANTA?
La técnica se llama micropropagación y consiste en clonar plantas a partir de un pequeño fragmento de tejido vegetal:
- Se extrae el meristemo, una parte microscópica de la planta donde se generan nuevas células.
- El tejido se cultiva in vitro, en un frasco o bandeja bajo condiciones controladas de luz, temperatura, humedad y nutrientes.
- En lugar de tierra o semilla, se usan medios nutritivos líquidos o gelatinosos.
- Cada muestra da origen a miles de clones genéticamente idénticos, libres de virus y patógenos.
- La ventaja es doble: las plantas resultantes son más sanas, eficientes y resistentes, y pueden cultivarse todo el año con menos agua y espacio.
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*mcam
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