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Revive en cielo mexicano; eclipse solar total sorprenderá tras casi 33 años

Excélsior ha documentado  8 fenómenos astronómicos desde su fundación, pero serán 5, con el del próximo lunes, a los que habrá dado cobertura ampliamente

Laura Toribio | 07-04-2024
El 12 de julio de 1991 el periódico de la vida nacional documentó la noche que duró 7 minutos, uno de los eclipses más largos de la historia. Comenzó en el pacífico, pasó por México y EU, continuó en Centroamérica y cubrió parte de Sudamérica. Foto: Archivo

Treinta y tres años después del último eclipse total de Sol, México vuelve de nuevo la cara al cielo.

En 1991 yo ya era un adulto, estuve en La Paz, Baja California, y fue simple y sencillamente espectacular, sobrecogedor en el momento en que la luna ocultó totalmente al Sol, fueron como siete minutos, se vieron las estrellas, y yo estaba ahí junto al mar y en un criadero de camarones, cuando ocurrió el eclipse, los camarones brincaron, salieron, echaron un brinco, fue una cosa muy extraña”, recordó el astrofísico de la UNAM, José Franco.

Pero el de 1991 no era su primer eclipse. Como estudiante de física, Franco atestiguó, desde el Istmo de Tehuantepec, el eclipse solar total que ocurrió el 7 de marzo de 1970.

Tomé notas, hice dibujos de lo que fui viendo, de los cambios en la temperatura, en las sombras que aparecen un poco antes y un poco después del eclipse y del viento que se desata en el momento que ocurre, y  pues fue una experiencia muy, muy importante junto con la del 91, y  espero que esta que viene sea una tercera experiencia maravillosa”, expresó el coordinador nacional de La Noche de Estrellas.

 

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La historia de los eclipses apreciados por Franco y millones de mexicanos se encuentra registrada  en las páginas de Excélsior. El eclipse de este 8 de abril será el quinto ampliamente documentado por este diario en los últimos 54 años: 1970, 1984; 1991 y 1994 junto con los de 1919, 1923 y 1940, desde su fundación, en 1917.

El 11 de septiembre 1923, a ocho columnas, Excélsior tituló su nota principal como El imponente eclipse de sol fue observado en toda su magnitud y belleza.

En la edición del día anterior, este diario destinó toda su primera plana al tema del eclipse. El artículo principal fue de  Edgar Lucien, director del Observatorio Mount Lowe, California, quien detalló que durante los tres minutos que aproximadamente el Sol se encontraría totalmente eclipsado, se desarrollarían una serie de observaciones rápidas y cuidadosamente preparadas, siendo las más completas conocidas hasta entonces por la ciencia astronómica.

 

 

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En las páginas del 11 de septiembre de hace 101 años, quedó asentado que los mexicanos obtuvieron un gran éxito en sus trabajos, tanto en el entonces Observatorio de Tacubaya como en el que instalaron en Yerbanís, en Durango.

Además de majestuosos, los eclipses solares despiertan gran interés entre la comunidad científica  porque su estudio ha derivado en importante información astronómica.

El eclipse de 1919, por ejemplo, permitió  probar de manera experimental una de las predicciones de la teoría general de la relatividad de Albert Einstein.

Un eclipse es un fenómeno astronómico, del que se puede obtener mucha información, pero también es un fenómeno cultural, es decir, es un fenómeno que tiene muchas implicaciones y significados en los grupos culturales y actualmente con todo el esfuerzo que se ha realizado en comunicar, qué es un eclipse y cuáles son las formas seguras para observarlo, me parece que el temor en la población que en ocasiones se expresaba, tanto así que se asociaba un eclipse con una serie de desastres, calamidades, pestes y enfermedades, han menguado considerablemente”, consideró Carlos Ortega Ibarra, divulgador de la Ciencia del IPN.

 

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El ejemplar de Excélsior de 8 de abril de 1940, que recogía lo ocurrido un día antes durante el eclipse que se vio de forma parcial en la Ciudad de México y anular en Chihuahua, por ejemplo, tituló una de sus notas en primera plana como: Es inexacto que el eclipse de ayer será causa de temblores.

En el texto se asentó  la voz  un experto quien señaló que no ocurriría nada anormal  ni se trastornaría el ritmo diario de la vida. La crónica del suceso, refiere: sin embargo, que no fallaron en público los comentarios supersticiosos.

Entonces las comunidades científicas, particularmente las comunidades dedicadas a la astronomía, buscaron promover una actitud moderna hacia los eclipses, es decir, que la gente ya no tuviera temor. Y recuerdo que en los medios de comunicación, en la prensa se empezaban a publicar este tipo de notas, primero, invitando a la gente a no temerle y a observar, a tener la experiencia de observar un eclipse y poder observarlo de forma cada vez más segura para evitar dañar la vista”, comentó Ortega.

Para 1970, la información del eclipse del 7 de marzo de ese año aparece en la edición de Excélsior del siguiente día bajo el título a 8 columnas de Terror animal mientras la ciencia buscaba respuestas. En una de las notas se relata cómo los animales del jardín zoológico en Nueva York “buscaban refugio despavoridos por la repentina oscuridad”.

El enviado de este diario a Miahuatlán, Oaxaca, donde el eclipse de ese año tuvo una duración máxima, contó cómo “había  algo extraño como un gesto de angustia en esos miles de personas que vieron cómo de pronto el día se convirtió en noche”.

El reportero asignado a cubrir el fenómeno en la capital del país describió que el segundo eclipse del siglo en México rompió el ritmo habitual de la metrópoli, cuando millones salieron a “escudriñar un cielo plumbago que en plena mañana oscureció”.

 

 

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En las fotografías publicadas por Excélsior se aprecian los tumultos mirando al cielo, así como una secuencia del eclipse que fueron impresas a lo largo los 3.27 minutos que duró el fenómeno.

En otra foto, tomada en Miahuatlán y que fue trasladada a la capital en un avión del Banco de México, se observa el momento culminante del eclipse solar.

En la edición de ese día quedó registrado que el próximo eclipse de una magnitud similar volvería a apreciarse hasta julio de 1991.

Pero unos años antes, el 30 de mayo de 1984, en Jalisco pudo apreciarse un eclipse con una ocultación del disco solar de 99.4%. La nota quedó eclipsada no sólo porque el fenómeno se pudo apreciar apenas en siete estados, sino porque el titular de ese día fue acaparado por el asesinato de Manuel Buendía.

En 1991, Excélsior cabeceó la nota  del eclipse del 11 de julio de ese año como Era el principio de una noche de siete minutos… En su portada publicó las fotos de Los Gigantes de Tula, un Pegaso frente a Bellas Artes y una de las pirámides de Teotihuacan bajo el halo del Sol, durante el eclipse total.

En interiores apareció una fotografía del entonces presidente Carlos Salinas, en compañía del rector de la UNAM, José Sarukhán, y el regente Manuel Camacho Solís, quien estuvo en el laboratorio de energía solar del Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM.

En 1991 yo tenía 17 años y me encontraba en mi casa en el sur de la Ciudad de México y fue una experiencia impresionante, porque fue algo equivalente a la noche en el día, recuerdo claramente el canto de los pájaros y cómo estos volvían hacia sus nidos. Me impresionó que durante ese momento de oscuridad, las personas que estaban a mi alrededor expresaban distintas emociones, la gente se sentía sorprendida, y las personas mayores expresaban ciertos temores. Era tal, que recuerdo que a los más pequeños se les impidió salir al patio de la casa”, narró Carlos Ortega, especialista del IPN.

Una de las notas de Excélsior, del 12 de julio de 1991, confirma que hubo expectación, nerviosismo y hasta rezos en “los siete minutos de la noche, el encendido de las estrellas, el languidecimiento de flores y el sobrecogimiento de los animales”; que Chapultepec y Teotihuacan fueron lugares muy concurridos durante el eclipse y cómo la gente se preguntaba si estaría viva para ver el eclipse que ocurriría 33 años después.

El día llegó y Ortega, así como José Franco, están vivos para atestiguar el fenómeno que se podrá contemplar en su totalidad desde ciudades como Mazatlán, Durango y Torreón y en 75%, en la CDMX. 

Pasarán otros 28 años para tener nuevamente la oportunidad de ver un eclipse similar.

Un eclipse total de Sol es el evento más sobrecogedor que nos ofrece la naturaleza, el hecho de que el Sol desaparezca, se oscurezca y podamos ver las estrellas durante unos minutos, es un rompimiento con el orden lógico del día y eso nos impresiona a nosotros, a los animales, nos confunde, pues sufrieron esa confusión en el pasado. Es un evento que se vive pocas veces en nuestra vida, rara vez tenemos la oportunidad de disfrutarlos y yo creo que es muy importante hacerlo”, concluyó José Franco.

 

 

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clm

 

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