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Discapacidad: el reto es la inclusión educativa; el ambiente escolar, donde más se les discrimina

Padres y madres de niños con capacidades diferentes relatan la odisea que es encontrar escuelas para sus hijos, y el constante “aquí no” que reciben del Sistema Educativo Nacional

Claudia Solera | 08-12-2019
Discapacidad: el reto es la inclusión educativa; el ambiente escolar, donde más se les discrimina
Aunque la mayoría de las escuelas y maestros del Sistema Educativo Nacional carece de una formación específica para la inclusión, diversos actores sociales han ido ganando batallas para que las personas con capacidades diferentes puedan ser integradas al aula.

CIUDAD DE MÉXICO.

 “Imagínate: ir escalando el Everest en chanclas”. Con esta frase, Bárbara Anderson, periodista y mamá de Lucca, niño de ocho años con parálisis cerebral, ejemplifica cómo ella y otros padres y madres con hijos con discapacidad, igual que Katia, Jaime, Luz, María... tienen que enfrentarse a las condiciones más adversas para exigir que sus pequeños accedan a derechos básicos y universales, como la educación.

Y si de encontrar un salón de clases se trata, entonces es como ir subiendo la pendiente más temeraria y gélida sin equipo, porque al hacerlo recibirán innumerables rechazos y múltiples portazos en la cara desde las instituciones educativas, pues en la escuela es, precisamente, donde más se discrimina a niñas, niños y adolescentes en México.

De todos los ámbitos, el educativo es el que más ha recibido quejas por discriminación en contra de menores. De 2012 a la fecha suman casi mil expedientes. ¿La causa? La mayoría de las veces es por discapacidad, de acuerdo con cifras del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

Lapidario “aquí no”

No importa la institución, el orden de las palabras, verbos o sujetos empleados, al final las madres y padres —entrevistados por Excélsior— que buscan una escuela para sus hijos, antes de encontrarla escucharán muchas veces el seco y gélido: “Aquí no”.

“Ésta no es la escuela que su hijo necesita… Han pasado tres años desde que escuché esa frase y la tengo tatuada en la memoria para que no se me olvide nunca. La traigo en el pensamiento para que nunca más se repita y que se convirtió en mi campaña. Es una especie de motor que me hace hablar, luchar y concientizar sobre la importancia y necesidad de la inclusión en la educación”, dijo Nadia N.

Esas palabras las oyó de la directora del colegio donde su hijo cursaba preescolar. Efectivamente, no era la escuela adecuada, porque sus profesores no estaban preparados ni contaban con los conocimientos, estrategias o herramientas didácticas para educar a niños con alguna discapacidad.

“La inclusión se vive en las aulas o no. Ahí es donde empieza, y el niño o la niña se sienten aceptados o rechazados; pero no sólo es cuestión de las escuelas, necesitan apoyo para poder lograrlo. Hoy en día, la mayoría de maestros carecen en las normales de una formación específica para la inclusión”, explicó Jennifer O’Donoghue, directora general de la organización Mexicanos Primero.

Algunos de los entrevistados han recorrido hasta seis o más instituciones, colegios privados, públicos, activos, tipo Montessori, van a todos aquellos que tienen la leyenda “inclusión”... pero en cuanto les explican la condición de sus hijos, la etiqueta de incluyente se desvanece de inmediato; porque la respuesta casualmente siempre es que la escuela no es apta o la falta de lugares disponibles, pues aseguran que los sitios reservados por aula para menores con alguna discapacidad están ocupados. Muchos padres, de plano, concluyen que esas frases hechas en realidad son evasivas o salidas fáciles por parte de las escuelas para negarles la inscripción.

Desde mayo de 2019, en el artículo tercero de la Constitución mexicana se estableció que todos los mexicanos tienen derecho a la educación. “Además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica”.

Sin embargo, añadir la palabra “inclusiva” al artículo tercero todavía no evita que miles de padres peregrinen entre una escuela y otra, a pesar de que sus hijos son también mexicanos.

“Esto que les comparto no sólo me pasa a mí. Lo leo todos los días en el grupo de padres que tenemos a un hijo con autismo. Muchos todavía están buscando una escuela, preguntando en dónde pueden recibirlos. De hecho, a convocatoria de la organización Iluminemos de Azul, se está elaborando una lista de escuelas inclusivas”, narró Nadia N.

Como Luz, quien visitó cada una de las escuelas que presumían ser incluyentes, título que sólo se sostenía hasta que les explicaba sobre el autismo de su hijo.

“Siempre te terminan saliendo con un ‘ya no hay lugar’”, lamentó.

En otro caso, Juana y Jaime, papás de Citlali, niña mazahua con síndrome de Down, fueron noticia nacional en octubre pasado, porque su lucha llegó hasta la Suprema Corte, luego de tres años de litigio, cuando solicitaron un amparo para que su hija pudiera ser inscrita en la primaria pública de su comunidad, institución educativa que le ofrecía un espacio, pero solamente de oyente.

En esos tres años, además de pelear un derecho básico para su hija en tribunales, Juana tuvo que escuchar preguntas tan discriminatorias por parte de padres de familia que los increparon, preguntándoles si el síndrome de Down de Citlali era contagioso; o Jaime, amenazado de muerte porque sus vecinos creyeron que su finalidad era cerrar la escuela.

“Imagínate, en pleno siglo XXI diciéndole a los papás de Citlali que se la llevaran de la escuela porque los otros niños se iban a contagiar. Yo siempre he dicho, que ser la mamá de Alan, un niño de 13 años con síndrome de Down, fue haberme cambiado los ojos y puesto otros. A su lado aprendí a observar una realidad oculta, que antes no veía, a sentirla, pero también a sufrirla”, contó Katia D’Artigues a Excélsior, invitada permanente a la Asamblea del Conapred.

Sin garantías

Cuando logran que los niños sean inscritos en una escuela, los padres continúan escalando el Everest en chanclas, porque el haber conseguido un lugar para sus hijos no siempre termina en inclusión.

Cuando Alan inició el preescolar, Katia lo inscribió en una escuela Montessori incluyente.

Esta institución, que en un principio creyó que sería la mejor opción educativa, terminó considerándola como si hubiera aceptado pagar un derecho de piso para su hijo.

“Llegó un momento en el que, además de pagar la colegiatura, me condicionaron a que Alan asistiera a clases acompañado por una maestra sombra o monitor, cuando mi hijo no tiene una discapacidad severa motriz que lo obligue a tener una. Por supuesto, la tenía que pagar yo. Sin contar con que yo ya tenía contratado a  un asesor educativo que se encargaba de realizar las adaptaciones al programa tradicional de estudios”.

Las luchas siempre son triples y, como siempre repite Katia, “son como ir escalando el Everest en chanclas”, frase que adoptó de su socia y cómplice Bárbara Anderson.

La inclusión educativa para niños y niñas con discapacidad se convirtió en una bandera de vida para ellas, que abrazan desde su hogar y extienden para esta comunidad en la asociación civil y portal digital que crearon, llamado yotambién.mx

Los datos

  • El caso de Citlali, una niña mazahua de nueve años, se convirtió en emblemático debido a la gran discriminación que sufrió como mujer, indígena y discapacitada.
  • Ella vive en el Estado de México y pertenece a la etnia mazahua. Tiene  síndrome de Down. La escuela le negó el acceso y sólo la aceptaban como oyente. Los padres interpusieron un amparo para defender el derecho de la niña a la educación.
  • En 2017, Citlali ganó su primera batalla, al lograr un pupitre en la escuela primaria que le negó el acceso, por su condición.
  • El caso llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que instruyó su inclusión verdadera: es decir, que el Estado se adapte a Citlali y no al revés.

Plan oficial

La SEP recientemente propuso un proyecto de educación inclusiva que prevé más becas económicas, pero también capacitación para los docentes desde las normales, y ampliación del presupuesto para adecuar las instalaciones educativas.

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