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Ametralladora, legendaria y mortífera; tres siglos y contando

La industria armamentista ha tenido varios hitos y uno de ellos fue la creación de las armas automáticas, que han sido estratégicas en conflictos bélicos

José Guadarrama | 18-05-2018
Ametralladora, legendaria y mortífera; tres siglos y contando
11 cámaras de disparo separadas tenía el dispositivo, que podía lanzar nueve municiones por minuto.

CIUDAD DE MÉXICO.

Las armas automáticas y semiautomáticas se han convertido en un dolor de cabeza en algunos países por su poder de fuego, sin embargo, no muchos recuerdan que fue un británico quien creó el dispositivo considerado el precursor de las ametralladoras que, a lo largo de la historia, han definido numerosas batallas.

Fue el 15 de mayo de 1718 cuando James Puckle patentó la primer arma de repetición, que disparaba una bala cada 6.6 segundos o nueve municiones por minuto.

Entre las primeras ametralladoras destacan las Gatling o las Maxim, pero la primera patente de un arma de repetición fue de la Puckle.

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REVOLUCIONARIA

Consistía en un solo cañón y un cilindro precargados con 11 cámaras de disparo separadas de una bala de mosquete y carga de pólvora en cada uno. Puckle pretendía municiones de mosquete regulares para usar contra los cristianos, mientras que para combatir a los musulmanes se usaría un cilindro diferente para disparar balas cúbicas especiales, que él percibió como extra letales.

En medio de escepticismo y aunque el proyecto no fue exitoso, entre los expertos se reconocía que se trataba de un gran avance si se comparaba con las armas de ese momento, mosquetes, de “espérame tantito”, que tenían que ser recargados con cada disparo y por lo que, por lo más rápido que se hiciera la recarga, se podía contar con uno o, a los más, dos disparos por minuto.

En las crónicas sobre su vida se relata que Puckle ideó una campaña publicitaria aprovechando divergencias religiosas.

¡Que no le digan, que no le cuenten! La campaña se basó en hacer notar que el aparatito dispara balas redondas, sin necesidad de recargar con cada tiro y a gran velocidad de repetición, para combatir a los protestantes, municiones cuadradas y altamente letales y dolorosas para disparar en contra de los enemigos católicos y  musulmanes y, de esta forma, demostrarles el avance de la modernidad.

De acuerdo con la bibliografía disponible, aunque lo anterior no es nada comparado con las entre 500 y 3 mil balas por minuto que puede disparar una arma en la actualidad, en su momento “fue toda una revolución”, con una eficiencia de disparos  de casi mil por ciento por arriba de los mosquetes.

Puckle buscó aprovechar el odio hacia el catolicismo y el miedo hacia las fuerzas otomanas en Inglaterra, aunque a su invento lo nombró “Arma de defensa de Puckle”, en busca de lograr un concepto menos agresivo.

James Puckle, consideró que el diseño de su letal arma permitiría suministrar armamento moderno para la defensa de barcos; sin embargo, la producción no fue masiva y fue un maestro general de la artillería quien adquirió algunas de estas máquinas mortales que usó en una expedición en islas de El Caribe.

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LA MECÁNICA

Entre los intentos previos por alcanzar la aspiración de contar con armas de fuego de repetición, destaca la alineación de varios cilindros cargados y disparándolos en forma seguida. El arma de Puckle podría cargarse rápidamente una y otra vez utilizando cilindros precargados.

Sin embargo, de la misma forma que con otros intentos de fuego continuo y rápido, las armas de fuego en realidad no eran adecuadas para convertirse en ametralladoras hasta que se inventó una munición auto-contenida de caja metálica.

De esta forma, aunque en su momento la Puckle fue considerada como una revolución, en realidad no se le reconoce como el inicio de la evolución hacia las armas automáticas. Por lo que quedó como curiosidad de museo.

Al final de cuentas su invento logró un lugar de museo y, a saber, se cuenta con tres ejemplares que están en Copenhague y la Torre de Londres.

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