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Nacional

Tuvo Maquío meteórica y brillante carrera política

Hace 25 años murió Manuel J. Clouthier, candidato presidencial del PAN en 1988, en un accidente automovilístico; el sinaloense ayudó a concretar el inicio real de la transición de México hacia la democracia

Gerardo Galarza / Fotos: Archivo Excélsior | 01-10-2014
Manuel de Jesús Clouthier revisa El Periódico de la Vida Nacional, durante la huelga de hambre que protagonizó al pie de El Ángel de la Independencia en diciembre de 1988.
Manuel de Jesús Clouthier revisa El Periódico de la Vida Nacional, durante la huelga de hambre que protagonizó al pie de El Ángel de la Independencia en diciembre de 1988.

CIUDAD DE MÉXICO, 1 de octubre.- El 16 de noviembre de 1984, en la plaza pública de Mérida, Yucatán, el sinaloense Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, llamado El Maquío por propios y extraños, anunció su incorporación al Partido Acción Nacional (PAN) en un mitin, sorpresa para los de entonces y para muchos de los de ahora, de Carlos Castillo Peraza, candidato panista a la alcaldía de aquella ciudad.

AYUNO PANISTA

Fotos: Manuel de Jesús Clouthier revisa El Periódico de la Vida Nacional, durante la huelga de hambre que protagonizó al pie de El Ángel de la Independencia en diciembre de 1988. Al fondo se alcanza a observar a Felipe Calderón Hinojosa quien, junto con otros líderes panistas, acompañó a El Maquío en su lucha por la democracia.

Rosario Ibarra de Piedra, Manuel J. Clouthier y Cuauhtémoc Cárdenas, candidatos opositores al PRI, exigen respeto al voto.

El 25 de agosto de 1988, don Luis H. Álvarez acompaña a El Maquío en las protestas del candidato panista por el fraude electoral.

Su afiliación partidista había ocurrido un mes antes, sin reflector alguno, como la de cualquier otro ciudadano, en Culiacán, Sinaloa.

De esa fecha al domingo 1º de octubre de 1989, día de hace 25 años en que él murió junto con su correligionario Javier Calvo Manrique en un accidente en la carretera Culiacán-Mazatlán, Manuel J. Clouthier desarrolló una de las carreras más brillantes y meteóricas de cualquier político mexicano.

En cinco años, el exlíder empresarial ayudó al mayor crecimiento del PAN en su historia y también a concretar el inicio real de la transición de México hacia la democracia.

Su lugar está en el PAN, ingeniero”, le dijo Castillo Peraza a Clouthier en 1980, según le contó el político yucateco al reportero Pascal Beltrán del Río. “No creo que a través de la vía política se resuelvan los problemas de México”, contestó el sinaloense, quien en ese tiempo todavía confiaba en el presidente José López Portillo.

El 1º de septiembre de 1982 Clouthier, en ese momento presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), ocupaba uno de los asientos del segundo piso del primer Palacio Legislativo de San Lázaro, en la fila en la que se encontraban los líderes de la iniciativa privada, escuchando el sexto y último Informe de Gobierno de López Portillo, en los momentos en los que el país sufría quizá la mayor crisis económica de la historia.

Fue el discurso presidencial aquel de las lágrimas, del “¡ya nos saquearon; no nos volverán a saquear!”, el de la estatización de la banca mexicana.

Mientras todos los asistentes, excepto los diputados del PAN y PDM, aplaudían de pie y vitoreaban a López Portillo, Clouthier y otros líderes empresariales (algunos abandonaron el salón) permanecieron sentados y en silencio. Ese día —y luego en un desplegado— mostró su rechazo a la estatización bancaria, principalmente porque creía que no debía ser decisión de un solo hombre, y aceptó que tal vez lo que podría justificarse era el control de cambios.

Hasta ese entonces Clouthier, ingeniero agrónomo, empresario agrícola, exjugador de futbol americano en el ITESM, dirigente de agrupaciones sociales y líder local, regional y nacional de empresarios, no había participado en política, aun cuando a finales de los años 70 algunos de sus amigos y compañeros lo impulsaron para que participara como candidato del PRI a la alcaldía de Culiacán.

Su ingreso al PAN importó en lo interno y en lo externo. Adentro, fue acusado de ser cabeza del “neopanismo”; afuera fue calificado como el jefe de “los bárbaros del norte” (expresión acuñada por el dirigente obrero priista Fidel Velázquez).

En 1986, tres “bárbaros del norte” fueron candidatos del PAN a las gubernaturas de Chihuahua, Francisco Barrio; de Durango, Rodolfo Elizondo, y de Sinaloa, Manuel J. Clouthier. En los tres casos se denunció fraude electoral, aunque evidentemente el más escandaloso fue el ocurrido en Chihuahua. Otro más, Ernesto Ruffo, se iba a convertir, en 1989, en el primer mexicano que llegó a una gubernatura, la de Baja California sin ser candidato del PRI, sino de un partido de oposición.

POLÍTICA
En 1987, un grupo de panistas convenció a Clouthier de ser candidato presidencial del PAN.

Durante la Semana Santa de 1987, en su yate frente a las costas de Mazatlán, un grupo de panistas y de sus amigos convencieron a Maquío para que participara en la contienda interna panista por la candidatura presidencial, la cual obtuvo el 22 de noviembre siguiente, teniendo como opositor a Salvador Rosas Magallón.

La de 1988 fue la elección presidencial más impugnada de la historia política de México. El ganador oficial fue Carlos Salinas de Gortari, de acuerdo con las cifras de la entonces Comisión Federal Electoral, encabezada por Manuel Bartlett Díaz, secretario de Gobernación, luego de que “el sistema se cayó”.

Los candidatos opositores Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel J. Clouthier, Rosario Ibarra de Piedra y los líderes de sus respectivos partidos encabezaron una protesta en la Secretaría de Gobernación con la exigencia del respeto al voto. Con diferentes estrategias, los tres mantuvieron su inconformidad contra la toma de posesión de Salinas de Gortari como Presidente de la República. Clouthier encabezó una huelga de hambre al pie de El Ángel de la Independencia. Luego se integró a diversas actividades partidistas, entre otras la de coordinar un “gabinete alternativo” para vigilar al gobierno de la República y también a las negociaciones de su partido con Salinas de Gortari en pro de una reforma político-electoral.

La mañana del 1º de octubre de 1989, a un mes de la toma de posesión de Ruffo, Manuel J. Clouthier salió de su casa con su correligionario Javier Calvo Manrique, en el automóvil de éste, rumbo a Mazatlán, para asistir a un mitin de apoyo a Humberto Rice, quien era candidato a alcalde de aquel puerto. A la altura del kilómetro 158 de esa carretera el auto Rambler chocó contra un camión torton, cargado de fruta, luego de “un trompo”, de acuerdo con los informes oficiales. Los dos ocupantes del coche murieron instantáneamente y el chofer del camión esperó y se entregó a la entonces Policía Federal de Caminos.

Al sepelio de El Maquío asistieron los líderes nacional del PAN y del PRD, acompañados por Cuauhtémoc Cárdenas; el secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, en representación del presidente Salinas de Gortari, quien había viajado a Estados Unidos, legisladores federales y locales de todos los partidos y una multitud que abarrotó los ocho kilómetros de camino entre la catedral de Culiacán y el panteón Jardines del Humaya.

Ya sin él, en la sala de su casa, los hijos de El Maquío contaron al reportero que la convicción democrática de su padre también se las aplicaba a ellos, que la decisión de a dónde ir a comer los domingos se tomaba mediante votación, y que quizás la única vez que no respetó totalmente los resultados de una votación casera fue aquel día cuando, en la playa El Tambor, perdió la elección familiar sobre si debía aceptar la candidatura presidencial del PAN. De diez votos, obtuvo cuatro en favor y seis en contra.

Esa vez, Leticia, la mayor de sus hijos, recordó que les enseñó que “la democracia no era una abstracción o algo del cielo. Siempre fue practicada en casa”.

También decía: “Mira mi amigo, la democracia no es quítate tú para ponerme yo”.

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