Preocupación en Chernóbil: hasta cuatro años para restaurar el refugio nuclear
Un ataque ruso perpetrado en febrero perforó la cubierta del sistema de confinamiento, lo que llevó al OIEA a emitir una advertencia formal sobre la pérdida de funciones clave de seguridad.

La restauración completa del refugio radiológico interno de la central nuclear de Chernóbil podría tardar “entre tres y cuatro años”. Así lo reconoció el director de la planta tras una reciente visita a las instalaciones, en un contexto de creciente inquietud internacional por los daños sufridos en el complejo a raíz de la guerra en Ucrania.
Un ataque ruso perpetrado en febrero perforó la cubierta del sistema de confinamiento, lo que llevó al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) a emitir una advertencia formal sobre la pérdida de funciones clave de seguridad.
El incidente se remonta al 14 de febrero de 2025, cuando un ataque con drones —atribuido por Kiev a las fuerzas rusas— impactó directamente contra el Nuevo Confinamiento Seguro (NSC), la gigantesca estructura de acero de mil 500 millones de euros diseñada para aislar durante un siglo los restos del reactor 4, destruido en el accidente de 1986. El proyectil perforó la cubierta exterior del arco y provocó un incendio en el revestimiento, agravando la fragilidad de una instalación ya sometida a condiciones extremas.
Aunque se colocó una pantalla protectora temporal sobre el principal agujero, los daños son más extensos. Según los técnicos, aún quedan unos 300 orificios menores, abiertos durante las labores de extinción del incendio, que deben sellarse para recuperar la hermeticidad del refugio. Sin esa capacidad de confinamiento total, aumenta el riesgo de liberación de partículas radiactivas al exterior.
Tras una inspección realizada en diciembre de 2025, el director del OIEA, Rafael Grossi, alertó de que el refugio ha perdido sus “funciones de seguridad principales”. El director de la central, Serhii Tarakanov, fue más explícito: la estructura interior —el viejo sarcófago levantado de forma apresurada tras el desastre soviético— es ahora extremadamente vulnerable. Un nuevo impacto cercano, incluso sin alcanzar directamente la instalación, podría generar un “mini-terremoto” capaz de provocar su colapso y la dispersión de polvo radiactivo.
El plan de restauración se enfrenta a enormes desafíos técnicos y logísticos, agravados por la radiación y por el conflicto armado aún activo. Las autoridades ucranianas estiman que devolver al NSC su funcionalidad completa requerirá entre tres y cuatro años de trabajo. El Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo ya coordina la búsqueda de fondos para una primera fase de reparaciones prevista para 2026, con un coste inicial que superaría los 100 millones de euros.
Entre las prioridades figuran no solo el sellado definitivo de la cubierta, sino también la modernización del sistema automático de monitoreo y la reactivación de los controles de corrosión y humedad, esenciales para evitar la degradación prematura de la estructura de acero. Por ahora, los niveles de radiación se mantienen estables y dentro de los límites normales, pero los expertos advierten de que el mayor peligro no es una explosión como la de 1986, sino una fuga gradual de material radiactivo si el frágil sarcófago interno acaba cediendo.
La situación en Chernóbil, símbolo mundial del riesgo nuclear, vuelve así al primer plano, recordando que las consecuencias del peor accidente atómico de la historia siguen lejos de estar definitivamente bajo control.
Con información de AFP
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