“Guerra sexual” y LinkedIn: las nuevas tácticas de espionaje en Silicon Valley
Fuentes del sector describen una ofensiva que combina señuelos románticos, reclutamiento en LinkedIn y concursos de startups para captar secretos tecnológicos.

Agentes chinos y rusos están recurriendo a señuelos románticos y a redes sociales profesionales para acercarse a ingenieros, fundadores y ejecutivos en Silicon Valley y extraer secretos tecnológicos, según advirtieron especialistas en contrainteligencia y actores de la industria al diario británico The Times.
El método, descrito por fuentes del sector como una “guerra sexual”, se combina con otras palancas —desde concursos internacionales de innovación hasta inversiones de capital riesgo— para captar propiedad intelectual y mapas de ruta tecnológicos.
James Mulvenon, director de inteligencia de Pamir Consulting, dijo ser uno de los numerosos hombres contactados en los últimos meses por perfiles atractivos en línea que, sostiene, buscan acceso a información sensible.
“Estoy recibiendo muchísimas solicitudes de LinkedIn muy sofisticadas del mismo tipo de atractiva joven china”, declaró. “Parece que esto ha aumentado mucho últimamente”.
En paralelo, relató que a mediados de octubre, durante una conferencia sobre riesgos de inversión en China celebrada en Virginia, “dos atractivas mujeres chinas se presentaron e intentaron entrar. ‘No las dejamos entrar’, dijo. ‘Pero tenían toda la información [sobre el evento] y todo lo demás’”. Añadió: “Es un fenómeno. Y les diré: es extraño”.

Expertos consultados por medios estadunidenses señalan que LinkedIn se ha convertido en un canal de aproximación de bajo costo y difícil trazabilidad para servicios o intermediarios que buscan a personal con acceso técnico o de defensa. Han documentado campañas sostenidas de perfiles falsos que ofrecen “oportunidades” a miembros y exmiembros del Departamento de Defensa o contratistas, con el objetivo de extraer datos o facilitar una captación posterior.
Expertos en contrainteligencia que hablaron con la prensa describieron un abanico más amplio de tácticas: desde competiciones de “pitch” para startups en territorio estadunidense que solicitan materiales de negocio confidenciales, hasta inversiones estratégicas que cambian la estructura de propiedad de compañías emergentes con contratos públicos, lo que puede bloquear financiación del Departamento de Defensa.
Un alto funcionario de contrainteligencia estadunidense resumió el giro del adversario:
“Ya no perseguimos a un agente de la KGB en una casa de huéspedes llena de humo en Alemania. Nuestros adversarios, en particular los chinos, utilizan un enfoque que abarca a toda la sociedad para explotar todos los aspectos de nuestra tecnología y el talento occidental”.
La magnitud del desafío ha sido subrayada este año por el Congreso. El Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes publicó en febrero un “snapshot” que contabiliza “más de 60” casos de espionaje vinculados al Partido Comunista Chino en los últimos cuatro años, con incidentes que van desde robo de secretos comerciales hasta obtención de información militar sensible.
Algunos casos han desembocado en condenas. En diciembre de 2024, un residente en China, Klaus Pflugbeil, fue sentenciado a 24 meses de prisión en Estados Unidos por conspirar para enviar secretos comerciales de un fabricante de vehículos eléctricos —identificado por medios como Tesla— y lucrar con esa tecnología en su empresa radicada en China.
El Departamento de Justicia afirmó que sus acciones beneficiaron a “una industria crítica con implicaciones para la seguridad nacional”. Su coacusado, Yilong Shao, permanece prófugo.
Más allá de los tribunales, Washington ha advertido a emprendedores sobre concursos internacionales patrocinados por gobiernos locales chinos. Entre ellos figura la Competencia Internacional de Innovación y Emprendimiento de China (Shenzhen), con sedes en ciudades como Boston, Londres y Tokio, que ofrece premios y financiación a cambio —según bases oficiales— de que los ganadores establezcan operaciones en China.

Autoridades estadounidenses sostienen que algunas de estas convocatorias solicitan con antelación información técnica, estrategias de negocio o activos de Propiedad Intelectual, lo que puede exponer a equipos jóvenes a riesgos de apropiación.
Un director ejecutivo de biotecnología de Silicon Valley que participó en una edición previa afirmó que debió “usar un micrófono durante todo el evento” y que había “representantes del gobierno en la parte de atrás observando la competencia”.
Tras recibir un premio de 50 mil dólares, se sorprendió de que los organizadores transfirieran el dinero a su cuenta personal en lugar de a la de su empresa: “Fue extraño”, dijo. Posteriormente, su compañía vio suspendida su financiación federal, un episodio que asoció a la revelación de inversores asiáticos en su cap table, extremo que no pudo ser verificado de forma independiente.
Un exfuncionario de contrainteligencia que asesora a fundadores en la desvinculación de capital extranjero describió un caso que investigó recientemente: una “bella” mujer rusa, con antecedentes en una academia de modelos y una “escuela rusa de poder blando”, que reapareció en Estados Unidos como experta en criptomonedas, se casó con un empleado de una firma aeroespacial y buscó “llegar a lo más alto de la comunidad de innovación militar-espacial”.
“Aparecer, casarse con una víctima, tener hijos con ella y llevar a cabo una operación de recolección de datos durante toda la vida es muy incómodo de pensar, pero es muy común”, afirmó. “Si quisiera salir de las sombras, escribiría un libro sobre ello”.
El costo anual del robo de propiedad intelectual para la economía estadounidense oscila —según estimaciones ampliamente citadas— entre 225 mil a 600 mil millones de dólares, con China como principal origen de la pérdida. El FBI ha sostenido ese rango en evaluaciones públicas sobre el riesgo para las empresas.

Mulvenon advierte que una vía de presión es el capital riesgo: cuando “inversores respaldados por China” entran en startups con fondos del Departamento de Guerra, el porcentaje de propiedad extranjera puede cruzar umbrales que impiden nuevas inversiones públicas.
“El porcentaje de propiedad extranjera supera un umbral, por lo que el Pentágono no puede realizar más inversiones en esas empresas, lo que impide al gobierno el acceso a startups innovadoras y propiedad intelectual”, dijo. “Es la última versión de la estrategia china. Yo lo llamo ‘reclutamiento’”.
Consultados por The Times, portavoces del gobierno chino han negado de forma reiterada que el país patrocine el robo de propiedad intelectual y aseguran que promueven la innovación con apego a la ley.
“Es como el Salvaje Oeste ahí fuera”, dijo el experto Jeff Stoff en otro foro. “China tiene en la mira a nuestras startups, nuestras instituciones académicas, nuestros innovadores, nuestros proyectos de investigación financiados por el Departamento de Defensa… y no hay suficiente supervisión ni acción”.
bm
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